Si hay alguien que hace honor al refrán popular “nadie es profeta en su tierra” esa es la artista plástica autodidacta argentina Natu Dumrauf.

Un día de 2014, valijas en mano, luego de meditar más de la cuenta, dejó Mar del Plata, y junto a su hija Macarena y a su esposo fotógrafo Sebastián Martínez, decidieron buscar un futuro provechoso en Europa.

Por sugerencias de amigos, recalaron España. Más precisamente Palma de Mallorca, una isla con playas tan bellísimas como “La Feliz” criolla. Al igual que gran parte de los inmigrantes, efectuó diversos trabajos, hasta que descubrió la pintura artística. “Mallorca ha sido el lugar donde he desarrollado mi profesión, donde me he sentido creativa y en donde mi familia y yo nos sentimos muy a gusto”, afirma la oriunda de Olavarría.

Al igual que diversos artistas, Natu se inició en la pintura casi de casualidad. Fue hace una docena de años, cuando un conocido le pidió que dibujara un logo. “Desde ese momento no pude dejar de dibujar y cuando dibujar no fue suficiente, apareció el color y cambió mi vida para siempre. Creo que el arte golpeó a mi puerta un día y yo solo lo dejé entrar”, admite.

Hasta la fecha, la palmesana por adopción no puede olvidar su pasado en Mar del Plata. “En ‘La Feliz’ viví desde los 3 hasta los 31 años. Entre los 15 y los 18, fui canillita de un kiosco, que estaba en San Martín y Santa Fe. Enfrente de lo que, en aquel momento, era La Casona”,revela sonriendo.

En esa ciudad de la costa atlántica, Natu y su familia vivieron en tres zonas específicas: barrio Sarmiento, en Jorge Newbery y en la peatonal, cuando emigró hacia la península ibérica. Atrás dejaron familias, historias de vida y hasta un acontecimiento de inseguridad, que aceleró la emigración.   

Actualmente, la autodidacta disfruta su presente en Palma y reconoce que jamás pensó en capacitarse: “nunca he tenido un tutor o alguien que me guie. Tampoco se me cruzó por la cabeza ponerme a estudiar bellas artes. Eso no significa que no haya estudiado por mi cuenta, aprendiendo historia del arte, conociendo a los artistas, investigando diferentes técnicas, y quedándome con la que más cómoda me sentía”.

En ese sentido, Natu agrega: “creo que muchas veces, no siempre, el estudio condiciona mucho. Porque hay cosas que no entran o están bien vistas en la estructura del estudio. Como las escalas cromáticas, la combinación de elementos, etcétera. Yo prefiero fluir con lo que siento y me nace, sin dejar que el dogma me diga qué está bien y qué está mal”.

Merced a su educación, la olavarriense es metódica. “Mi horario preferido para pintar es por la mañana. Tengo mi rutina y mi estructura de trabajo, desde bien temprano. Cuando me levanto, me organizo para empezar a pintar. Lo hago, absolutamente, todos los días, salvo los fines de semana, que los aprovecho junto a mi familia. Pero, más o menos, trabajo un promedio de seis a diez horas diarias”, cuenta.

Si hay algo que la distingue es que, apenas se para para frente el lienzo, Natu tiene la obra terminada en su mente. “Cuando empiezo una obra, tengo en mente lo que voy a hacer. A veces, me toma dos o tres días decidirme, investigar, leer y, además, aprender si es que voy a hacer algún homenaje a una obra de algún maestro de la pintura. Pero una vez que lo tengo claro, veo la obra terminada en mi cabeza. Una vez que está dibujada en el lienzo, empieza la parte más divertida y creativa para mí: darle el color y mi impronta”, puntualiza destacando que en su taller siempre tiene que haber música.

“Me gusta escuchar salsa, tango o folklore -afirma la pintora agregando-. Según lo que me nazca en ese momento. Desde algún podcast de gente que sigo o temas que me interesen, hasta algún documental que tenga que ver con lo que estoy creando”.

No tiene un tiempo estimado de creación. “Depende mucho de la dificultad y el tamaño de lo que esté creando. Pero he terminado obras en dos días, así como también he estado hasta un mes para terminar”, cuenta la artista plástica.

A diez años de su primera obra, Natu no se sienta capacitada para definir su estilo. “Sinceramente, no podría definirlo, ni tampoco quiero. Ya que me estaría condicionando. Mi estilo ha estado en constante evolución desde que agarre un lápiz, por primera vez. Estimo que es una combinación de diferentes referentes. Tomo lo que me gusta de cada estilo y lo llevo a mi terreno. Creo que no soy la indicada para poner un nombre a lo que hago, eso lo dejo para los estudiosos del arte y los críticos”, afirma.

La ex vecina marplatense admite que posee varios referentes en el arte: “hay grandes maestros como artistas contemporáneos. Podría nombrar a muchos, pero los que más me gustan son: Picasso, Van Ghog, Klimt, Matisse, Dali y Modigliani. También artistas que están vivos, como Yayoi Kusama, o Milo Lockett”.

Como acontece en otras actividades, el grueso de sus ventas las realiza a través de redes sociales. Preferentemente, desde su cuenta de Instagram @natudumrauf “Mi rubro no es la excepción. La mayoría de la gente me contacta a través de las redes. Ahora, si coincide que viven en mi ciudad, o están de paso por aquí, suelen venir a casa para ver la obra. También a través de galerías, cuando coincide que tengo obras expuestas en alguna”, sostiene.

Natu, ¿qué significado tiene el arte en tu vida?

-Para mí, el arte es todo. No podría vivir sin lo que hago. Pero no solo la pintura, creo que la pasión del arte está en todo aquello que hagamos con amor, con gusto, poniéndole todo lo que tenemos. Una persona que no ama lo que hace, nunca va a estar completa. Ya sea un cocinero, un bailarín, un actor o un ingeniero. 

-¿Si volvieras a nacer serías artista?

-Por supuesto. Pero creo que, si fuera consciente, empezaría mucho antes.

Para contactarse con Natu Dumrauf, ingresar a su Instagram @natudumrauf


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