Por: Roberto Garrone
El pesquero “Padre Pio” fue el primero de los fresqueros de altura en descargar esta semana en el puerto de Mar del Plata su primera marea del 2025 y el interrogante de a cuánto se pagaría el kilo de merluza entera pasó del entusiasmo a la decepción en un suspiro.
Generaba incertidumbre porque a partir del valor de referencia, más allá que la soledad de la oferta podía inflar un poco los precios, servía para tener un parámetro de como se comportaba la demanda luego de casi cuatro semanas de inactividad.
La cosa arrancó muy bien, con los primeros cajones que salieron de la bodega en el muelle Deyacobbi a razón de 1200 pesos por kilo. Al ratito la siguiente venta ya bajó a 1100 pesos y la pendiente no frenó hasta el final. Los últimos 500 cajones se colocaron casi a la mitad del valor que había arrancado la venta.
El panorama pisó el terreno de la desolación con el correr de los siguientes días: la llegada de otros barcos como el “Gurises”, “Niño Jesús de Praga”, “Belvedere” empujaron el precio algunos escalones más abajo.
En este inicio de año la flota fresquera mantiene niveles de facturación de merluza menores a los que tenía a fines del 2023. Lo confirmó Javier Elguero esta semana al aire en “Desde el Muelle” cuando dijo que tras el regreso de los barcos de la zafra de langostino de aquel año se vendía el kilo en 800 pesos. Hoy roza los 650/750 pesos según la calidad del producto.
En estos 15 meses la devaluación del dólar fue del 140% pero la inflación rozó el 180% y a ese ritmo se movieron los salarios de los trabajadores e insumos básicos como el combustible, hielo, víveres, cánones portuarios, reparaciones navales y el servicio de estiba.
El referente de “Estimar” reconoce que la situación es crítica y con sentido común avaló el aplazamiento del reajuste salarial, de febrero a marzo en el servicio de estiba. Todos parecen comprender que con la flota parada la situación para los trabajadores sería aún más grave.
“Estamos con la tablita de oficiales de máquinas y capitanes a valores de agosto del año pasado, y aún así no nos dan los números”, confió Diego García Luchetti, presidente de la Cámara de Armadores. La negociación con los gremios marítimos entró en un stand by hasta marzo cuando vencieron las actas acuerdo del año pasado.
O tal vez se estire un poco más, hasta cuando la flota tangonera se decida a salir a pescar el langostino del norte de la veda. En los gremios de la marinería esperan ese momento para ajustar las clavijas y saldar las cuentas pendientes. En SICONARA cultivan la paciencia y Frías ya piensa como un empresario.
Alcanzará la paciencia sindical para mantener operativa la flota. O las variables económicas terminarán por dinamitar la ecuación comercial de estos eslabones de la cadena productiva. Tal vez la raya y el calamar en estos primeros días de la zafra les permita camuflar algunos números y atemperar los rojos de cada fin de marea.
“Hay armadores que están pidiendo crédito en los bancos para pagar los derechos de asignación de la merluza cuotificada”, confió otro empresario fresquero sobre el cierre de la semana. La obligación del pago no podría haber llegado en peor momento: tras el aguinaldo y anticipo de ganancias.
La cuenta de lo que hay que pagar por la recuotificación es simple: el porcentaje de cuota se lo multiplica por 3190 de la captura máxima permisible, volver a multiplicarlo por 5,1 (el valor viejo del DUE) y a esa cifra por 1244, el valor del litro de gas oil. A esa cifra hay que volver a multiplicarla pero por 15, los años de la asignación de la cuota. Ese número final se divide por 2 ya que los fresqueros pagan el 50%.
En números constantes y sonantes, hay armadores que deben pagar 66 millones de pesos por todo concepto, otros 80 millones solo de anticipo que se paga a través de un VEP, y están los que tienen que juntar 120 millones y programar un plan de cuotas.
El acuerdo con Pesca fue un esquema donde los tenedores de cuota deben pagar un 40% de contado, antes del 31 de enero. Si el saldo es superior a los 100 millones de pesos, hay un plan de 36 cuotas. Para los montos de entre 100 y 50 millones, 24 cuotas y para los que les resta pagar menos de 50 millones, podrán hacerlo en 12 cuotas.
Ante este panorama crítico no asoma un bloque armatorial sólido ni con un mensaje unificado. Por un lado caminan las cámaras empresarias que nuclean a la flota fresquera, con sus matices pero con problemas comunes, y por el otro CaIPA y CEPA, con empresas integradas y coeficientes de conversión que nadie controla.
Esa grieta entre el sector fresquero y congelador se dibuja entre los propios armadores en el muelle. En octubre pasado hubo una denuncia sobre barcos de los armadores “Carpincho” García, Mariano Retrivi y Francisco Romano que motivó un control especial de la descarga a cargo los inspectores del Distrito Pesca y hasta intervino Prefectura porque el denunciante también había llamado al 106.
“Solimeno nos denunció que veníamos pasados de raya; toda una mentira”, apuntó García esta semana. “Nunca fui vigilante”, aseguró Tony, al tiempo que aclaró que no tiene relación con esa pesquería: “No compro, no proceso ni vendo rayas”, aseguró.
Otros creen que no fue Solimeno sino Daniel Coluccio, con pasado en ALFA y ahora operador todo terreno de Tony. La denuncia no solo apuntaba a las rayas sino también al abadejo, que por esos días se maquillaba en los partes de pesca y actas de descarga con el “Marisco II” como caso emblemático.
“Ese viaje del “Don Santiago” vino con el by catch de abadejo permitido. En el anterior sí entramos con 2400 cajones que fueron declarados”, asegura Retrivi, que ahora espera la multa correspondiente.
Pero la cosa no terminó ahí… En los días posteriores a la fiscalización el propio “Carpincho” increpó a Tony y a su hermano acusándolos de haber sido los autores intelectuales de la visita sorpresa. “No encontraron nada irregular”, aseguró García, quien está convencido que la maniobra buscó adosarles infracciones que erosionen la porción de CITC de sus buques.
El argumento es un tanto endeble: a esa altura del partido el proceso de recuotificación no estaba aprobado pero sí finalizado y la Provincia no había tenido en cuenta el historial de infracciones para el establecimiento de la cuota final a cada barco.
Otras fuentes consultadas en esta historia aseguran completamente lo contrario a “Carpincho”. Confiaron que las actas de descarga confirmaron el exceso de rayas como advertía el denunciante. Pero intervino Juan Antonio “Salvador” López Cazorla para rehacer algunos documentos y maquillar la subdeclaración.
¿Podrá hacer lo mismo el Subsecretario de Pesca con los tenedores de cuota de merluza que respondieron tarde su aceptación?
Buen domingo