La costa marplatense es uno de los ecosistemas más valorizados y con mayor impacto de la actividad humana de la provincia. Recibe más de tres millones de turistas por verano, lo que genera impactos ambientales y conflictos entre actores de diversa magnitud. Por eso es necesario compatibilizar la funcionalidad de estos espacios, frecuentados de forma masiva, con los problemas de conservación,  uso y acceso público.
 
Eleonora Verón, investigadora asistente del CONICET y Facundo Hernandez, investigador adjunto del organismo, ambos pertenecientes al Centro de Investigaciones Geográficas y Socio Ambientales de la Facultad de Humanidades (CIGSA-FH-UNMDP) junto a Alejandra Merlotto, investigadora adjunta del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC-CONICET, UNMDP) y del Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario (FCEYN-CIC-UNMDP) conforman un grupo de trabajo que estudia la calidad ambiental de las playas de la ciudad evaluando diferentes indicadores, como por ejemplo qué servicios ecosistémicos proporcionan el acceso, uso y disfrute de la playa pública y privada.
 
Las playas presentan diversos conflictos generados por la acción humana junto a los procesos naturales. Sin embargo, el panorama es aún más complejo a la luz de la pandemia mundial que sigue presente, ya que se suman los conflictos a raíz del uso y disfrute del espacio de playa, con una marcada diferencia entre el sector privado, con distanciamiento social, y un panorama completamente diferente en la zona de la playa pública. En este sentido, el grupo evaluó cómo iba a ser el uso de playas por parte de residentes de la ciudad realizando una encuesta virtual durante el 2020. Y actualmente evalúan la distribución en la ocupación comparando sectores públicos y privados.
 
“El uso de espacios que tienden a masificarse, como las playas de la ciudad, tiene que ser repensado y reorganizado para que no se favorezca la circulación viral”, detalla Merlotto.

El grupo sumó además una serie de trabajos de campo en playas para medir diferentes indicadores, entre ellos la distribución y el uso del espacio. Por otra parte, evalúan diferentes modelos de ocupación de la playa en base al DISPO (Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio) y el PROCAB (Protocolo Covid-19 para balnearios de la Costa Atlántica Bonaerense), con la finalidad de medir la capacidad de carga que presentan el conjunto de las playas de Mar del Plata si se aplicasen los modelos mencionados que proponen para garantizar el distanciamiento social.
 
Como resultado de su trabajo previo, realizado a través de encuestas virtuales al público en general, encontraron que de las 2500 respuestas obtenidas más del 80 por ciento de los encuestados, residentes de la ciudad, suelen ir al sector público de las playas que visitan, mayormente debido al costo de las carpas del sector privado. Y que el 60 por ciento de los encuestados consideran que el espacio público en cada una de las playas de la ciudad es escaso, en comparación con el sector privatizado.
 
En lo que respecta al trabajo de campo actual, considerando el nivel de ocupación de las carpas, encontraron que en lo que va de la temporada 2021 que la mayoría de los balnearios están por debajo del 50 por ciento de ocupación, cuando históricamente este indicador superaba el 75 por ciento. “Esto nos conduce a expresar un primer planteo del problema que nos preocupa en este contexto de pandemia: el espacio público de playa está reducido en buena medida por las concesiones a privados y tratándose del espacio que recibe un mayor flujo de usuarios, densificando el uso de la playa ¿Por qué se sostiene un régimen mercantil de estas dimensiones en las playas marplatenses, si incluso varios balnearios están subocupados? Entendemos, por este y otros motivos más, que el 2021 tiene que ser un año en el que hagamos un balance de lo que acontece en las playas en esta temporada y, de esta manera, repensar la organización socio-espacial de las mismas, comenzando por las que más convocan. El contexto definido por una pandemia que persiste exige que se orienten medidas que promuevan la posibilidad de disfrutar de la playa reduciendo las posibilidades de contagio” expresa con preocupación Hernandez
 
Para llevar a cabo este proyecto cada integrante realiza un aporte particular desde su propia línea de investigación. Verón focaliza en las problemáticas socio-ecológicas, Merlotto evalúa la calidad ambiental de playas urbanizadas del Sudeste Bonaerense, mientras que Hernandez analiza los desequilibrios asociados al crecimiento urbano-turístico en la región costera-marítima bonaerense. “El equipo de trabajo que conformamos para este estudio es muy interesante porque trabajamos en grupos de investigación distintos y nos combinamos para realizar un trabajoque involucra temas en los cuales cada uno se especializó”, explica Verón, y hace especial hincapié en la cooperación entre profesionales como proceso de enriquecimiento de cualquier trabajo de investigación.
 
A los inconvenientes que genera la presencia del SARS-COV-2 se suman las problemáticas preexistentes en cuestiones costeras. Uno de ellos es la presencia de edificaciones y la excesiva fijación de los médanos y áreas lindantes a la playa como así también la extracción de arena. Todo esto genera cambios en el ambiente favoreciendo procesos erosivos afectando el servicio de regulación del ecosistema. Además, la impermeabilización del suelo mediante calles perpendiculares a la costa y los desagües que desembocan en las playas, incrementan el escurrimiento superficial en áreas urbanizadas y generan cauces en la playa arrastrando toda la basura y arena hacia el mar. En este panorama hay que agregarle los factores naturales que afectan a la dinámica costera, como las tormentas, que además de causar procesos erosivos, generan deterioro de la infraestructura costera. En suma, los procesos de origen natural y humano afectan la calidad ambiental de la playa y por lo tanto, el servicio ecosistémico cultural de turismo y recreación.
 
Los investigadores destacan también las acciones llevadas a cabo por los balnearios durante los meses de verano que perjudican notablemente la dinámica de las playas. “Las playas son alisadas para la instalación de carpas, quedando una playa plana sin las geoformas que naturalmente se formaron durante el resto del año, las cuales actúan como defensa natural frente al oleaje”, explica Veron.
 
 “Sin dudas la forma de vacacionar ha cambiado en el mundo por el COVID y Mar del Plata no escapa a ello. Una ciudad en la que la actividad turística de sol y playas es uno de los principales motores económicos, necesita de medidas de gestión que contemplen los aspectos estudiados para un uso apropiado y equitativo uso del ecosistema costero”, concluye Merlotto.
 
”En esta temporada 2021, este tema está más vigente que nunca y pretendemos que los resultados de nuestras investigaciones tengan impacto entre los tomadores de decisiones y en la comunidad en general”, advierten los geógrafos que ya proyectan una nueva encuesta sobre la experiencia en playas para el mes de febrero.
 
Por Daniela Garanzini-Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata
Fotografías gentileza del investigador


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