Cada vez más personas —sobre todo jóvenes— recurren a préstamos a través de billeteras virtuales para cubrir gastos cotidianos o llegar a fin de mes. Esta tendencia, en constante crecimiento desde hace ya varios años, encendió alertas entre economistas y expertos en consumo, ya que se trata de un mecanismo rápido y accesible pero con tasas de interés elevadas y sin una regulación uniforme.
En la actualidad, más de 30 millones de argentinos utilizan billeteras virtuales como Mercado Pago, Cuenta DNI, Ualá, Naranja X y Personal Pay. Muchas de estas plataformas ofrecen microcréditos instantáneos, incluso a usuarios sin historial crediticio o cuentas bancarias.
“El préstamo se deposita en segundos y la devolución se debita automáticamente, lo que genera una falsa sensación de facilidad”, advierten desde asociaciones de defensa al consumidor rosarinas, donde hace ya meses vienen abordando el tema.
Un informe reciente reveló que jóvenes de entre 18 y 30 años representan el grupo más expuesto a esta modalidad. En Rosario, por ejemplo, organizaciones civiles vienen observando cómo miles de usuarios se endeudan para pagar el alquiler, cubrir servicios o incluso financiar salidas y consumos del día a día. Esta dinámica, que en un principio aparece como una solución, puede derivar en un ciclo de endeudamiento crónico.
Mientras tanto, usuarios consultados por medios locales relatan que comenzaron pidiendo $10.000 o $20.000 “para cubrir el mes”, pero al poco tiempo ya debían refinanciar varias deudas dentro de la misma app o entre distintas billeteras. “Es plata rápida, pero te come con los intereses”, resumen los consultados por el medio local La Capital.
Uno de los casos que refleja este escenario es el de Matías, un joven de 27 años que estudia y trabaja. En lo que va del año, recurrió a dos préstamos desde billeteras digitales: el primero, por $190.000, para saldar cuotas atrasadas de la universidad. Aunque la operación fue sencilla, el costo final resultó abrumador: eligió un plan en cuotas, pero cada mes debe pagar casi el doble del monto solicitado.
Según contó Matías, también utilizó esta vía para abonar expensas atrasadas: “Es muy accesible, pero al final sentís que pagás por vivir, no por darte lujos. Sólo por sostener lo básico”.
Desde el Banco Central remarcan que estos préstamos se encuentran dentro de lo permitido, pero reconocen la necesidad de ampliar la regulación y reforzar la educación financiera, sobre todo en plataformas que no siempre informan con claridad el Costo Financiero Total (CFT).
Este fenómeno, que combina acceso fácil, urgencia económica y falta de información, pone en el centro del debate el rol de la tecnología financiera y su vínculo con los sistemas de crédito digitales. (La Nueva)