La buena información puede salvar vidas.

Los profesionales de las Relaciones Públicas y la Comunicación que conformamos esta Red Iberoamericana, sabemos del riesgo para la salud de millones de personas que la falsa información acarrea; por lo que hemos decidido ofrecer un análisis técnico del problema e indicar algunas recomendaciones para evitar males mayores a los que esta pandemia producida por el COVID-19 está causando.

Infodemia: el peligro de la desinformación durante la pandemia

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva tiempo usando la palabra «Infodemia» para referirse a la sobreabundancia informativa falsa y a su rápida propagación entre las personas y medios.

Es una práctica que consiste en difundir noticias falsas o maliciosas sobre la pandemia y que aumenta el pánico o la angustia en las sociedades.

Las malas noticias sobre lo que va a pasar pueden generan trastornos de ansiedad.

Los profesionales de las Relaciones Públicas y la Comunicación sabemos muy bien lo que significa lidiar con “situaciones no deseadas”; y la recomendación seria y profesional es no negarlas o esconderlas como si no existieran, simplemente las abordamos estratégicamente, en su justa medida, aportando todos los matices necesarios para su correcta comprensión; con el norte puesto en la construcción colectiva, en el porvenir y en las soluciones posibles.

El miedo como factor subyacente que promueve la Infodemia

De una u otra forma todos tenemos cierta dosis de temor ante la incertidumbre respecto del porvenir nuestro y de nuestros congéneres.

Somos particularmente sensibles a cualquier novedad y mucho más si la novedad no se parece a nada que hayamos experimentado o vivenciado como personas o como sociedad.

El problema comienza cuando no podemos apaciguar la reacción de temor, lo que provoca que nos obsesionemos y quizá podamos realizar actos contraproducentes, como salir a la vía pública más de lo estrictamente necesario, relajar los protocolos de prevención, etc.

Ante esta realidad, recomendamos:

  • Activar conscientemente la parte más mesurada y analítica de nuestro cerebro es la clave para controlar la ansiedad y el miedo desmedidos.
  • Seleccionar cuidadosamente las fuentes de información, las personas con las que nos relacionamos, que le dedicamos al problema el tiempo justo y necesario, fortalecernos como sujetos y proyectar pensamientos positivos sobre el futuro.
  • Permanecer en un estado de hipervigilancia preocupada puede contribuir a problemas como la ansiedad social, la hipocondría, el trastorno por estrés postraumático, el insomnio y todo tipo de fobias. 
  • Ver imágenes de personas con expresiones de temor es por lo general un gran disparador de angustia. Es por ello que es tan importante que nuestros líderes políticos se muestres firmes pero calmos, sin perder la racionalidad y el equilibrio.
  • De los pregoneros de catástrofes y profecías, de terribles males económicos que nos agobiarán en el futuro y demás calamidades y aberraciones comunicadas con el único propósito de hacerse notar, diferenciarse y eventualmente tener razón; mejor alejarse.
  • Así como el miedo puede ser contagioso, también pueden serlo el valor, el cuidado y la calma.
  • No hacerse eco de rumores sobre el verdadero presunto origen de esta pandemia del Coronavirus, ni de ninguna otra especulación al respecto. 
  • Tampoco debemos atender las estigmatizaciones étnicas a la enfermedad: no es ‘Virus chino’ o ‘Virus asiático'». Tampoco hacernos eco de terminologías criminalizantes o deshumanizantes. Ello crea la impresión de que las personas enfermas de alguna manera han hecho algo mal o son menos humanos que el resto.

Esta pandemia representa una gran oportunidad como comunidad. Se trata de un asunto de interés público que tiende a unirnos y a mancomunarnos, a trabajar en equipo y solidariamente; desde replicar informaciones que consideramos oportunas y verificadas sobre prevención, hasta involucrarnos en los equipos de trabajo en los que podamos ser de utilidad.

Estos temas nos igualan, nos preocupan por igual, nos sensibilizan y nos hacen más solidarios y mejores ciudadanos.

Se avecinan tiempos igual o más críticos que los actuales, que las consecuencias no sean de una magnitud insospechada depende de nuestro comportamiento social. Ser ciudadanos responsables, atentos al cumplimiento de las normativas generales y especiales, de los cuidados propios, de nuestros adultos mayores y de nuestros niños, son algunas de las claves del éxito al final del camino.

Los profesionales de las Relaciones Públicas y la Comunicación Institucional somos seres especialmente preocupados por el bien común y por la generación de información de calidad. Ayudamos a nuestros conciudadanos a que puedan distinguir lo que es o no es información y sobre todo a no generar pánico sino conciencia y responsabilidad social.


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