Ante la situación generada en nuestro país a partir de las medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio dispuestas para combatir la pandemia del Covid-19, si bien se han evidenciado buenos resultados en cuanto al número de contagios y decesos con relación a lo proyectado, los especialistas en cardiología advirtieron sobre el riesgo de un aumento en la mortalidad de origen cardiovascular, un grupo de afecciones que en Argentina producen casi 100 mil muertes al año, mayoritariamente debido a la falta de consultas a tiempo.
Desde el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) expresaron su preocupación e instaron a que las personas ante cualquier duda consulten con sus médicos de cabecera, y que aquellos con síntomas coronarios se contacten en forma inmediata con su sistema de emergencias o acudan a la guardia más cercana.
“No estamos para nada en contra del aislamiento, solo queremos evitar que pacientes coronarios mueran en sus casas sin recibir atención médica. La disminución de las llamadas y concurrencia a emergencias significa, indefectiblemente, que hay personas con síntomas aguardando a que estos reviertan solos, porque no llaman a su médico o tienen miedo de ir a la guardia de un centro asistencial. Deben saber que los hospitales son sitios seguros, preparados para recibir a los pacientes que lo necesitan con todos los protocolos de seguridad que amerita esta pandemia”, sostuvo el Dr. Diego Grinfeld, presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).
“El CACI brinda información a todos los especialistas del país sobre las normas de seguridad recomendadas durante los procedimientos (tanto diagnósticos como terapéuticos), normas destinadas a brindar máxima protección tanto al equipo de salud como a los propios pacientes. De manera tal que en todos los rincones del país se utilizan las mismas medidas de protección”, destacaron desde la institución.
“En nuestra práctica diaria y en los hospitales estamos observando que mucha gente restringió al mínimo las consultas (aun aquellas que se realizan mediante telemedicina). También disminuyeron las visitas de urgencia a las guardias y la realización de procedimientos por cateterismo, tanto los de diagnóstico como los terapéuticos”, afirmó el Dr. Daniel Berrocal, cardionagiólogo intervencionista miembro del CACI.
Entre otras causas, los especialistas atribuyen la disminución de las consultas al temor de las personas a contagiarse el coronavirus en el hospital, la preocupación de tener problemas para movilizarse, la creencia de que su médico de cabecera no estará disponible o la decisión del paciente de postergar estudios y consultas hasta que termine el aislamiento.
Según datos de la iniciativa ‘Stent-Save a Life’, un relevamiento mundial del que participa la Argentina, entre el 20 y el 31 de marzo cayó dramáticamente la realización de los principales estudios cardiovasculares diagnósticos y terapéuticos en nuestro país respecto de los primeros 19 días de ese mismo mes: se efectuaron un 75% menos de angioplastias coronarias (ATC), un 80% menos de coronariografías (CCG, comúnmente llamadas ‘cateterismos’) y un 68% menos de angioplastias en pacientes con infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMST), que son urgencias médicas en las que el infarto produce una isquemia prolongada con afectación importante en el músculo cardíaco y con alto riesgo de muerte.
“En otras partes del mundo está presentándose una situación similar, generando gran preocupación sobre la salud de los pacientes con enfermedad cerebrovascular, más allá del coronavirus. Tengamos en cuenta que la enfermedad cardiovascular, que involucra al infarto, al accidente cerebrovascular y a la insuficiencia cardíaca, es la primera causa de muerte a nivel mundial y en nuestro país”, declaró por su parte del Dr. Aníbal Damonte, cardioangiólogo intervencionista, expresidente del CACI.
A tal punto la ausencia de pacientes en los hospitales es una problema internacional, que en un reciente artículo editorial publicado en el New England Journal of Medicine (NEJM) el Dr. Roberto Yeh, cardiólogo intervencionista del Boston Israel Deaconess Medical Center, alerta sobre la reducción global de pacientes con síndromes coronarios agudos y destaca que ‘preocupa que el énfasis en el distanciamiento social genere que quienes realmente necesitan atención médica no se acerquen al centro de salud’.
Para tener una verdadera dimensión de la magnitud del problema es importante tener en cuenta que de acuerdo a los resultados de un análisis comparativo de las investigaciones clínicas REGIBAR Y PRISMA, 9 de cada 10 fallecimientos por infarto se dan en personas que no recibieron atención hospitalaria, mientras que entre las conclusiones de la ‘Encuesta Nacional de Infarto Agudo de Miocardio con Elevación ST en la República Argentina’ (ARGEN-IAM-ST), se observa que la mortalidad por infarto en personas internadas que recibieron tratamiento es del 8.8%[5], valor que se triplica en mayores de 75 años. En contrapartida, la mortalidad informada por la OMS respecto al Covid-19 es de 3.8% aproximadamente.
“Esto nos muestra, claramente, que es imperioso que las personas infartadas accedan a internación y tratamiento: un infarto no tratado provoca la muerte en 1 de cada 2 personas (50%), inclusive aquel que sobrevive tiene altas chances de presentar en los años posteriores problemas cardiacos graves, como insuficiencia cardiaca y arritmias. También la evidencia nos muestra que los mayores de 75 años, que son pacientes de alto riesgo para el Covid-19, también tienen riesgo muy aumentado de morir por patologías coronarias, mucho más aún si no reciben atención”, consignó el Dr. Berrocal.
“Por todo esto, recomendamos enfáticamente que ante cualquier duda no dejen de contactarse con su médico o sistema de salud, ni de solicitar asistencia urgente o -en su defecto- concurrir a la guardia médica más cercana frente a la aparición de síntomas que podrían estar manifestando un problema cardíaco, como dolor en el pecho, en la boca del estómago, en la mandíbula y/o extremidades superiores, falta de aire, desmayos, palpitaciones o arritmias”, concluyó el Dr. Grinfeld.