Por: Roberto Garrone
La semana que pasó regaló algunos fuertes contrastes en las calles del puerto marplatense donde late la actividad productiva ligada a la industria pesquera, portuaria y naval.
Quedó en evidencia tangible la diferencia que se generan cuando el estado toma decisiones y promueve políticas que provocan círculos virtuosos, y cuando no, cuando se desentiende del problema ese desinterés a su vez genera dos fenómenos: que agonice la actividad que no quiere desarrollar en este caso el reproceso de merluza, y por otro que la industria busque la rentabilidad sin tener en cuenta a los trabajadores, lease, más preponderancia de la flota congeladora.
El Decreto 145/19 que firmó el ex presidente Macri fue la llave que permitió abrir la caja de la renovación de la flota pesquera. Una flota que en promedio tiene casi 40 años de antigüedad y a la que le dieron otros 20 años para reemplazarla.
Hay quienes critican semejante plazo y piensan en un tiempo más perentorio para agilizar el proceso. Particularmente no creo que Argentina disponga de una infraestructura capaz de hacer frente a esa demanda creciente.
Pero ese Decreto fue una señal clara de ir hacia un objetivo y ha comenzado a cumplirse. El fresquero que se botó esta semana en las gradas de Astillero Contessi es el primero que se reemplaza en el marco de dicha normativa. Financiado con un crédito del BICE y el Fondo de Garantía Bonaerense.
Por construirlo en Argentina la empresa armadora recibe mayor cuota de merluza y de especies excedentarias como anchoíta. Y como también va pescar langostino, porque reemplaza al “Simbad”, un barco más grande y con permiso irrestricto, seguramente distribuirá cupo en el resto de su flota merlucera fresquera.
Por primera vez en sus 70 años de historia el astillero marplatense tiene trabajo garantizado por los próximos 2 años. Proyecta construir 12 barcos en este plazo, más de la mitad como este buque de doble cubierta. Hace dos años en Contessi trabajaban menos de 60 obreros navales. Piensan terminar el año con más del doble de personal.
Y lo que pasa en Contessi no es un espejismo. Se refleja en otros astilleros como SPI Astilleros, donde Solimeno construye su nuevo tangonero de casi 40 metros, y TPA, cuya nueva nave industrial recorta el cielo del puerto frente a Prefectura.
“Primero tenemos que prepararnos nosotros, la industria, para luego estar preparados para los nuevos proyectos y desafíos”, decía Chiquito Godoy antes que este virus de mierda se lo llevara antes que pudiera ver en hechos lo que habían anticipado sus palabras.
Y todos los astilleros se prepararon y lo siguen haciendo: ampliaron instalaciones, sumaron herramientas, aumentaron personal. Pero antes apareció la decisión política de renovar la flota. Hasta ahí las señales las daba el langostino patagónico.
La otra cara de la moneda la regala el conflicto de los 75 obreros del pescado ligados a Sebastián Gaboto, una pyme controlada por Antonio Di Leva, un conocido empresario del puerto, con barcos fresqueros y un frigorífico donde cada vez trabajan menos obreros registrados bajo el convenio 161/75.
El modelo del reproceso de merluza fresca en tierra languidece ante falta de incentivos para quien le suma valor en tierra. Ni mejores reintegros a la exportación, ni alivios impositivos o rebaja en las cargas sociales. Mar del Plata era un puerto y una industria merluza dependiente. Ese perfil se erosionó con conflictividad laboral, falta de acuerdos marcos y una impunidad para fomentó la marginalidad.
Exportar filet interfoliado a Brasil muchas veces ni cubre los costos de producción y deben competir con el que colocan los barcos congeladores de las empresas integradas, que pescan y pescan a partir de la transferencia de cupo.
Di Leva los visibiliza al extremo con su falta total de responsabilidad social empresaria y sueldos de hambre para sus obreros de Sebastián Gaboto, a quienes registró hace 5 años luego de mantenerlos en negro durante casi dos décadas.
“La garantía horaria del convenio PyME alcanza los 26 mil pesos”, dicen los trabajadores que reclaman un plus para incrementar los ingresos mensuales. “En abril trabajamos sólo 8 horas”, denunció el delegado, Raúl Soria.
Si otros frigoríficos, sin barcos propios, pueden generar regularidad a sus obreros comprando pescado entero en muelle, mucho más puede hacerlo Di Leva que tiene barcos y accede a la materia prima a un costo menor. Así y todo, prefiere entregarlo en otro lado antes que lo corten sus fileteros.
Dentro de poco, cuando se vuelva a discutir la renovación de la cuota de merluza, debería ser ineludible revisar estas cuestiones. Aunque es muy probable que no ocurra si nos guiamos por las últimas decisiones que toma el Consejo Federal Pesquero.
Como seguir entregando cuota social a barcos congeladores. Nada más a contramano del espíritu de la cuota social que disponen las provincias con litoral marítimo para atender emergencia ocupacional. Encima a un barco de una empresa que también pesca en Malvinas. No solo incentivan la marginalidad sino que premian la impunidad.
Los números de las exportaciones de merluza en el primer trimestre no son buenos. Sobre todos los del filet, que en volumen alcanzaron las 14 mil toneladas que generaron 37 millones de dólares. Las cifras representan una merma del 8% en carga y un 13% en divisas, con un promedio por tonelada de 2722 dólares, un 5,5% por debajo del valor en el primer trimestre del 2020, según el reporte de CAPECA. El mercado brasileño sigue siendo el principal destino de las exportaciones de filet de merluza congelado. Pero demandó un 20% menos y generó un 25% menos de dólares las ventas a dicho destino.
Todo lo contrario ocurre con la merluza en presentaciones que excluyen el filet. Esto es merluza entera, eviscerada, sin cola ni cabeza o troncos de merluza, mucho de esto lo producen los barcos factoría en alta mar. Acá creció el volumen exportado (24%) y llegaron a 7300 toneladas; las divisas generadas y hasta hubo una suba en el precio promedio, que rozó los 1500 dólares la tonelada, un 4% más.
Ayer fue el Día de los Trabajadores, que en Mar del Plata, con la cantidad de desocupados y subocupados, decir Feliz Día es casi un acto de discriminación. Hacen falta políticas para generar más trabajo y queda visto en el momento histórico de la industria naval.
Para el reproceso de merluza en tierra, a esta altura, su realidad se parece una agonía donde la lucha cotidiana no es para crecer sino para sobrevivir. Después de tantos años de que nada cambie, ya no hay que hablar de falta de políticas sino de políticas que fomentan otros intereses y que van a contramano de los trabajadores portuarios y pesqueros.
Y a contramano del primer artículo de la Ley Federal de Pesca. “La Nación Argentina fomentará el ejercicio de la pesca marítima en procura del máximo desarrollo compatible con el aprovechamiento racional de los recursos vivos marinos …. fomentando la conservación a largo plazo de los recursos, favoreciendo el desarrollo de procesos industriales ambientalmente apropiados que promuevan la obtención del máximo valor agregado y el mayor empleo de mano de obra argentina”
¿Cumplir la ley?, a quién le importa cumplir la ley si no hay ninguna sanción para quien la viole.