Por: Roberto Garrone

Esta semana, la barrera que Brasil bajó en el 2013 y que impide el ingreso del langostino patagónico a dicho mercado, comenzó a levantarse. El Presidente del Supremo Tribunal Federal de Brasil revocó un fallo de primera instancia a medida de los empresarios de camarón de cultivo, artífices del bloqueo comercial disfrazado de sanitario.

Mar del Plata puede verse favorecido si la barrera se levanta por completo. Es un polo industrial que reprocesa langostino y puede satisfacer la demanda incipiente de colas de langostino con un flete más competitivo dada la proximidad y la experiencia de una relación comercial sustentada en la merluza y el abadejo.

Los obstáculos de Brasil al langostino patagónico tienen una historia. En 1999 el entonces Ministerio de Pesca y Acuicultura de Brasil publicó la norma IN 39/1999 que prohibió la importación de crustáceos bajo el argumento de evitar riesgos a la salud humana y a la fauna brasileña derivados del ingreso de enfermedades supuestamente no existentes en Brasil.

Luego de muchas negociaciones, en el 2012 Brasil elaboró un análisis de riesgo de importación (ARI) para el langostino argentino que determinó la ausencia de riesgo en el ingreso de enfermedades provenientes de Argentina.

El Ministerio de Pesca de Brasil publicó la norma IN 28/2012 que derogó la norma 39/1999 y estableció los requisitos y certificados necesarios para la exportación de langostinos desde nuestro país. Se autorizaron frigoríficos productores y hasta se completaron algunas exportaciones.

En 2013 la Asociación Brasileña de Criadores de Langostino (ABCC) inició un proceso judicial contra el Ministerio de Pesca y Acuicultura, alegando riesgo de ingreso de enfermedades conocidas como “Mancha Blanca” y “Necrosis Hematopoyética”.

Solicitaron una medida cautelar para suspender las importaciones que fue rechazada en primera instancia pero aceptada en el 2016 en el Tribunal Regional Federal. Desde ese momento Argentina hizo reclamos y aportó evidencia científica.

El langostino evidenciaba una superabundancia colosal, se cuadriplicaron las capturas en un lustro y había buena demanda de Europa y China cada vez compraba más producción. Brasil podía esperar aunque el reclamo se mantuvo

En virtud de ello, en 2019 la justicia brasilera adoptó una sentencia de fondo en primera instancia favorable a la Argentina, dejando sin efecto la medida cautelar. Se podía exportar langostino pelado y desvenado y no entero. Alguna empresa probó de cruzar la frontera pero la carga quedó trabada.

En paralelo la ABCC apeló la medida judicial y el 28 de mayo de 2020 el juez del Tribunal Regional Federal volvió a suspender temporariamente las importaciones de la Argentina hasta tanto se dictase una decisión sobre el fondo.

Y acá entra en escena Daniel Scioli. El embajador se involucró y planteó el tema en las más altas instancias del gobierno brasileño donde se diagramó una estrategia para acelerar el procedimiento judicial.

Se planteó solicitar al Abogado General de la Unión (defensor del Estado Federal, en particular del Ministerio de Agricultura de Brasil, cuya medida de apertura del mercado de langostinos en favor de Argentina fue suspendida), que presente un recurso ante el Supremo Tribunal Federal (STF), a fin de que éste revoque la medida suspensiva sobre el fallo de primera instancia, permitiendo así el reinicio de las importaciones.

En virtud de ello, se mantuvo una reunión el 29 de enero con la Abogacía General de Brasil y el recurso ante el STF fue presentado el 2 de febrero de 2021. Se mantuvo también el 17 de febrero una reunión con el Secretario General del STF, Juez Federal Sr. Pedro Felipe de Oliveira Santos, en la que el Embajador Scioli solicitó el levantamiento de esta suspensión ilegítima e invitó al gobierno de Brasil a trabajar junto a la Argentina en sectores estratégicos, como el agroalimentario.

Posteriormente se mantuvieron contactos con el Procurador General de la República quien el 23 de febrero emitió un dictamen en favor de nuestro país. Finalmente, el 2 de marzo el Ministro Fux, Presidente del Supremo Tribunal, firmó la decisión que revocó la medida suspensiva sobre el fallo de primera instancia, permitiendo así el reinicio de las importaciones.

¿Ya está todo solucionado? No, falta un paso fundamental. Que la autoridad sanitaria brasileña apruebe el certificado sanitario que emite SENASA avalando los envíos. Ese compromiso fue acordado en una reunión bilateral previo a la pandemia y debía efectivizarse en mayo del 2020.

Ayer Carlos Liberman aseguró en declaraciones a Mar y Pesca, un portal de noticias de Santa Cruz, que ese trámite ya estaba acordado. Que en Brasil habían dado el visto bueno para validar el certificado.

Claro que no es la primera vez que ocurre. Ya hubo visto bueno sanitario brasileño pero los contenedores quedaron retenidos ni bien cruzaron la frontera Argentina. Por eso más allá de todas las buenas señales entre el empresariado sobra cautela.

No se sabe tampoco cuánto langostino pueda enviarse y todos coinciden que en principio sería pelado y desvenado y luego, si todo se normaliza, podría ser cola sin pelar y hasta entero. Lo que sea sirve mucho en este contexto de pocas ventas y caída de precios en Europa y China, Brasil asoma como una tierra fértil y demandante de la producción argentina.

Desde la Embajada Argentina en Brasil calcularon que podría ser un negocio que en una primera etapa redunde en unos 45 millones de dólares anuales. Esa cifra es más del 50% de las divisas que el año pasado generó la exportación pesquera al país vecino.

Los brasileños, por lo menos los que viven en el sur del país, ya saben las bondades del producto salvaje y austral. Todas esas toneladas entran por contrabando por las fronteras secas de Misiones y Corrientes.

Si se alinean los planetas y efectivamente se levantan las barreras, la reanudación de las exportaciones de langostino a Brasil será lo más importante para la industria pesquera en un 2021 que no pinta nada bien.


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