Por: Roberto Garrone

“Aquí lo que manda es la biología”, dijo Juan Antonio López Cazorla hace un mes atrás para salir al cruce de los rumores que brotaban en las entrañas del SOMU sobre una posible extensión de la temporada de langostino en aguas nacionales.

Pero hace culto a una de las célebres frases de Groucho Marx. “Si no le gustan sus principios, el Subsecretario de Pesca tiene otros. Esta semana no fue la biología la que prevaleció para que determine habilitar la subárea 15 para la pesca de langostino dentro del área de veda permanente de juveniles de merluza.

Fue la política, errática y que siempre viaja a contramano de la sustentabilidad de los recursos pesqueros, que impulsa el gobernador santacruceño Claudio Vidal, lo que terminó definiendo que la zafra tenga un mínimo pulso en el extremo sur.

Solo con un objetivo: dinamizar la actividad en Puerto Deseado. En dicha terminal marítima la estadística pesquera refleja un sol que Vidal intenta tapar con la mano y cargándose cientos de toneladas de merluza juvenil en el intento.

Las descargas de langostino en Deseado se redujeron 69% hasta el pasado 10 de septiembre, en relación al mismo período del año pasado. Suman 2632 toneladas cuando en 2024 contabilizaban 9173.

Es lógico, la zafra comenzó casi dos meses más tarde y a esa altura el ya marisco había migrado de las subareas del sur, frente a Santa Cruz, hacia el norte, altura Chubut y Rio Negro. Esta semana hubo barcos incluso que operaron al norte, fuera de la veda.

Camarones sufrió las mismas consecuencias. La presencia de langostino en dicho puerto se contrajo 64% en lo que va del año. Y no por eso a Torres se le ocurre pedir la apertura de la subárea 6 o 10, las más próximas a sus muelles.

Pero a Vidal se le ocurrió que la biología podía someterse a la política. Sus propios allegados tuvieron que llamar a las empresas de la provincia para persuadirlos a que muevan parte de la flota que operaba en áreas más al norte y abundantes para poder animar la prospección.

Milagrosamente, o quizás a fuerza de muñeca política, con alta presencia de merluza en las capturas de los pesqueros “Empesur VIII”, “Empesur II”, “Vieira Quince” y el fresquero “Luca Santino”, López Cazorla, el de los principios versátiles, habilitó la pesca comercial. A los mismos barcos porque nadie de los que opera al norte irá a matar merluza juvenil.

No es la primera vez que Claudio Vidal fuerza la biología por necesidades políticas presiones. Lo grave es que ahora contó con el aval del Subsecretario de Pesca. En febrero pasado, cuando coqueteaba con romper el acuerdo del Golfo San Jorge, hizo una puesta en escena a bordo del “Gaucho Grande” en que expuso en primera plana una colección de langostino L6 y merluza inferior a 25 centímetros.

También se salió con la suya: no rompió el acuerdo pero tiempo después el Consejo Federal Pesquero amplió la cuota social que recibe la provincia en compensación por mantener el Golfo cerrado. Igual habrá que ver quién pesca esas 4800 toneladas. O donde las desembarcan.

Obligatoriamente deben hacerlo en puertos provinciales. ¿O las cobran y cada uno desembarca donde quiere?

El pedido de las cámaras que agrupan a la flota tangonera congeladora al CFP para que los autoricen a incrementar de 30% al 50% la producción de cola a bordo, quizás pueda amoldarse a la plasticidad de principios del Subsecretario.

El pedido, según argumentaron las patronales, obedece a no saturar el mercado del entero congelado a bordo y que vuelva a desmoronar los precios.

Cuesta entender que habiendo pescado apenas 30 mil toneladas, 64% menos en relación al año pasado, lo que generó un impulso en el precio de 5 a casi 8 dólares por kilo, las empresas piensen en blindarse ante una futura caída de precios.

Más cola en bloque a bordo les permite a las pesqueras incrementar su facturación a costa de extender la prolongación de las mareas y generar un mayor descarte de la captura que queda en bodega y no llega a la línea de producción.

Es de esperar que el celo por el cuidado de los marineros, cuando llovieron amenazas en los álgidos días de los acuerdos por empresa, se mantenga y las jorradas laborales se resuman de modo de no coleccionar articulaciones rotas.

“Hacer más cola implica más marineros con tendinitis de muñeca; mayor depredación del caladero; más tiempo de pesca y menos ganancia por marea”, resumió Juan Navarro, secretario de Pesca del SOMU.

Para alivio de las empresas, la opinión del gremio no es vinculante para el cambio de operatoria, pero algunos interrogantes se mantienen.

Por qué al unísono pidieron ampliar la producción de cola a menos de un mes de la finalización de la temporada. La respuesta del INIDEP llegará en la próxima sesión del Consejo Federal y puede validarlo de manera extraordinaria, por única vez.

Lo mismo hizo con la prolongación del by catch del 20% para la flota fresquera de altura. Pero sería bajo los parámetros de esta temporada inusual donde la mortalidad por pesca será sensiblemente menor por las características singulares que tuvo esta zafra. Buscan ampliar la temporada o dejar sentado un precedente para el año que viene.

Algunos industriales confiesan por estas horas estar encantados con la chance de estirar la temporada pero también reconocen que eso atentaría contra la propia sustentabilidad del recurso. “El langostino no puede pagar nuestras equivocaciones”, resumió un empresario, al tiempo que aclaró que “la cola puede ser un factor regulador para mantener equilibrio en los precios del entero”.

El otro elemento regulador es descontinuar la oferta. No salir a pescar al norte el año próximo parece una alternativa que cobra mayor fuerza con el correr de las semanas.

Buen domingo

PD: Esta columna entrará en receso hasta el 5 de octubre. No rompan nada


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