Por: GIULIANO FALCONNAT
Director Grupo SIP
Consejero Directivo UTN

En medio de la profunda crisis macroeconómica que atraviesa el país, con la escasez de dólares como causa principal y una corrida cambiaria que obligó al Banco Central a intervenir fuertemente para contener el precio del dólar, el Gobierno Nacional puso en marcha dos recetas ya conocidas, que evidencian la desesperación por llegar a las elecciones del próximo 26 de octubre con el menor daño posible.

Por un lado, Milei viajó a los Estados Unidos para rendir pleitesía a Trump, pedir un nuevo crédito al FMI (según trascendió rondaría los 30.000 millones de dólares) dispuesto incluso a colocar como garantía empresas de primer línea como YPF, recursos naturales, obligación de compra en bonos del Tesoro de EEUU y hasta márgenes de beneficio de futuras exportaciones de petróleo. Este pedido de endeudamiento busca oxigenar lar arcas del Estado y hacer frente a intereses de deuda previos, contraídos por Macri en primera instancia y por Milei en abril de 2025 (20.000 millones de dólares en un programa a 10 años) y se complementaría con otro desembolso de 4.000 millones de dólares provenientes del BID.

En segundo lugar, desde el Poder Ejecutivo decidieron suspender las retenciones a las exportaciones de granos, una medida que busca que el Campo liquide cuanto antes, resignando el Estado el cobro de impuestos pero garantizando el ingreso de la mayor cantidad de dólares en el menor tiempo posible. Esta medida tendrá vigencia hasta el 31 de octubre inclusive, es decir, la semana de las elecciones Nacionales, demostrando un fin puramente electoralista y no con visión programática.

A través de esta ecuación estiman recaudar otros 7.000 millones de dólares en ese período.

Ahora bien, hay un sector preponderante en la matriz productiva Argentina que vuelve a quedar excluida de una disminución o, en este caso, suspensión total de los aranceles a la exportación.

Estamos hablando de la Industria Pesquera, un eslabón crucial de la industria alimenticia, que emplea 45.000 personas de manera directa en todo el país y se compone por una cadena de valor extensa con etapas que derivan de la industria naval, la captura, carga y descarga, procesamiento y comercialización de pescados y mariscos.

Actualmente, la Pesca abona aranceles que van del 1% al 9%, dependiendo la especie y el grado de valor agregado. Si tenemos en cuenta las principales pesquerías (merluza hubbsi, calamar illex y langostino) obtenemos el siguiente resumen:

ESPECIE PRODUCTO ENVASE ARANCEL

Langostino
(Pleoticus Muelleri)
Easy Peel / Tail On Hasta 1 Kg 1%
+ de 1 Kg 3%
Entero Hasta 2 Kg 6%
Cola Hasta 2 Kg 3%
Cola en bloque para reproceso + de 2 Kg 9%
Merluza
(Hubbsi) Filet congelado en tierra Hasta 1 Kg 0%
+ de 1 Kg 3%
Calamar (Illex Argentinus) Anillas Todos 0%
Tubo limpio Hasta 1 kg 5%

Resulta importante recordar que este es uno de los sectores productivos más golpeados por las políticas que llevan adelante Javier Milei y su equipo desde que asumieron, lo cual llevó a empresarios y trabajadores del rubro a quedar inmersos en una de las peores crisis de su historia, la cual se puede explicar en base a cinco motivos fundamentales:

1- Incremento del 300% promedio interanual en el Derecho Único de Extracción (DUE), primera tasa que debe abonar la flota.
2- Aumento de costos operativos, fundamentalmente en combustible (hace que ir a buscar el recurso sea más costoso) y en energía (tanto congelar como cocinar que son los procesos más habituales, se ha encarecido notablemente).
3- Atraso del tipo de cambio, sin entrar en análisis minuciosos, lo que paga el mercado no alcanza para cubrir los costos debido al valor actual del dólar.
4- Restitución del impuesto a las ganancias (profundiza la pérdida de poder adquisitivo del personal, principalmente los embarcados).
5- Caída de los precios internacionales. Este es el único aspecto negativo que no depende intrínsecamente del Gobierno.

En este sentido, resulta menester que se compense de manera inmediata con una variable que es la eliminación de las retenciones, para todas las especies y todos los niveles de procesamiento. Los aranceles podrán parecer bajos, en comparación con el 33% que llegó a pagar la soja, o el 12% que pagaban el maíz y el sorgo, pero no hay punto de comparación con una matriz productiva compleja como la Pesca, donde el bien supremo a custodiar deben ser las fuentes de trabajo, para lo cual se requiere que los barcos pesquen y las plantas produzcan (en lo que va del año, solo en Mar del Plata cerraron diez establecimientos, dejando un saldo de 500 empleos menos).

Si bien la Industria Pesquera cerró el 2023 séptima en el ranking de complejos exportadores del país, no representa para el Tesoro Nacional una recaudación en concepto de retenciones que pueda “lastimar” las cuentas.

De esta manera, queda en evidencia que el programa económico del Gobierno, si es que existe, tiene dos objetivos muy claros; en primer lugar, una postura demagoga que intenta contener la crisis hasta las elecciones buscando el mejor resultado posible y, en segunda instancia, una visión de la Argentina que añora el Modelo agroexportador, desprecia la Industria en todas sus formas y deja en claro que la prioridad es para quienes especulan, por sobre aquellos que producen.

La Pesca, en un país con más extensión marítima que territorial, debería ser cuestión de Estado, con un rol prioritario en el Organigrama y un papel preponderante en la agenda política, el cual, lejos de ser antagónico respecto al sector agrícola ganadero, debe ser complementario para generar el alimento necesario para la población y las riquezas suficientes que garanticen la grandeza de la Patria.


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