El renunciante ministro de Economía Martín Guzmán consiguió en sus más de 30 meses al frente de la cartera renegociar la deuda pública en moneda extranjera con los bonistas y el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que entre los problemas pendientes quedó un proceso inflacionario que se complejizó por factores externos y la efectiva implementación de la segmentación de tarifas de gas y electricidad, entre otras cuestiones.

En agosto de 2020, Guzmán anunció un acuerdo de reestructuración de la deuda emitida bajo legislación internacional «inclusivo y sostenible», que implicó para la Argentina una carga menor de deuda por US$ 42.500 millones durante los primeros cinco años.

Un mes después, se informó la reestructuración de alrededor de 99% de la deuda pública bajo la ley argentina por un monto de US$ 41.715 millones y, a la vez, pudo pesificar unos US$ 687 millones, como resultado del período temprano de aceptación de la oferta de canje.

Y, en marzo pasado, se alcanzó un acuerdo con el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI), aprobado por el Congreso de la Nación, para refinanciar la deuda récord de aproximadamente USD 45.000 millones que tomó la administración del ex presidente Mauricio Macri.

En ese período, en una gestión signada por la pandemia, para minimizar sus consecuencias entre los más desfavorecidos, se implementaron el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).

Entre los datos alentadores que mostró la economía estuvieron: el PIB creció 10,4% en 2021, la industria nacional se recuperó, se crearon más de 1,1 millón de puestos de trabajo (y redujo la tasa de desempleo de 13,1% a mediados de 2020 a 7% en el primer trimestre de 2022), la inversión subió 32,9%, la tasa de pobreza se redujo casi 5 puntos porcentuales en un año y la desigualdad personal de los ingresos.

Este crecimiento económico, que también vino acompañado de generación de divisas, no se reflejó de manera proporcional en las reservas internacionales.

En su carta de renuncia, Guzmán saludó la decisión de «haber destinado los dólares que genera la economía para la reactivación en lugar de destinarlos al pago de deudas públicas externas insostenibles».

«Es muy importante notar el crecimiento de la generación de divisas del país. ¿Por qué? Porque si el crecimiento económico no viene acompañado de generación de divisas, terminamos teniendo problemas cambiarios, que redundan en contracciones de la actividad, el empleo y en presiones inflacionarias. Y todo ello genera angustias sociales en lugar de tranquilidad. En 2019, las exportaciones de bienes del país eran de 65 mil millones de dólares. Hoy ya superan los 80 mil millones de dólares, y se proyectan cercanas a los 90 mil millones de dólares para finales de año», completó Guzmán.

Por último, entre los temas pendientes, como incluso admitió el ministro saliente, están «continuar fortaleciendo la consistencia macroeconómica, incluyendo las políticas fiscal, monetaria, de financiamiento, cambiaria y energética».

También «la coordinación vía políticas de precios e ingresos, para atacar la problemática inflacionaria que daña al funcionamiento de nuestra economía y lograr continuar recuperando el poder adquisitivo de los ingresos».

En ese sentido, aunque se estableció el régimen de segmentación de tarifas para los usuarios de los servicios públicos de electricidad y de gas natural por red, aún está pendiente la habilitación del registro de acceso a los subsidios. (Telam)


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