Devenido en uno de los púgiles –quizás- más talentosos que entregó la historia del boxeo argentino profesional, el marplatense Ubaldo ‘Uby’ Sacco vivió su noche de gloria 35 años atrás, en Italia.
En el pequeño pueblo de Campione, de apenas un kilómetro cuadrado y con el casino municipal como principal soporte económico, el exboxeador bonaerense diseñó su obra maestra y le ganó por nocaut técnico en el noveno round al estadounidense Gene Hatcher, para apoderarse del título mundial welter junior Asociación Mundial (AMB). Ocurrió el 21 de julio de 1985.
Ese combate se tradujo en la revancha del disputado el 15 de diciembre de 1984, cuando el norteamericano se impuso en fallo dividido, en Forth Worth, estado de Texas.
En aquella ocasión, la sensación de la ‘cátedra boxística’ otorgaba una nítida victoria de ese pibe criado entre gimnasios y la calle, a partir de la labor desplegada por su padre Ubaldo Francisco, también boxeador entre 1954 y 1961, pero a esa altura entrenador de cierta reputación en el ambiente.
Para esa pelea en territorio italiano, Sacco ya empezaba a ‘surfear’ con los demonios que atormentaron y provocaron su rápido egreso del pugilismo profesional: las adicciones.
Sin embargo, el nivel exhibido durante esa jornada de verano europeo le permitió al marplatense erigirse en claro ganador. A punto tal que la pelea debió haber sido interrumpida con anterioridad.
El médico Mario Sturla observaba una herida en el arco superciliar izquierdo de Hatcher; la sangre que brotaba a borbotones y recomendó parar. Pero el árbitro mexicano Ernesto Magaña no hizo lugar a la solicitud. Recién medio minuto después, cuando el castigo de ‘Uby’ continuaba, el referí acordó detener el duelo.
Sacco, que terminó su carrera al año siguiente con un balance de 47 victorias (23 por la vía rápida), 4 derrotas y un empate, se inclinó sobre el cuadrilátero, se puso de rodillas y levantó los brazos en señal de agradecimiento.
Los especialistas coincidieron en que el marplatense resultó uno de los exponentes más técnicos e inteligentes arriba del ring. A punto tal que era admirado y ‘bendecido’ hasta por el propio Carlos Monzón, el eterno rey de los medianos.
Sin embargo, los excesos de alcohol y drogas se volvieron incontenibles y minaron una preparación deportiva adecuada para la alta competencia internacional.
En marzo de 1986, en Montecarlo, ‘Uby’ perdió el título ante el desgarbado italiano Patrizio Oliva, en el Stade Louis II de Montecarlo. Resultó el principio del fin.
No volvió a pelear y su vida ingresó en una pendiente sin retorno. Escándalos en la vía pública, más consumos prohibidos y la cárcel como consecuencia de haber sido imputado «por tenencia de estupefacientes», además de un combate callejero con un mozo (Julio César Salet) al que le provocó «lesiones». La Justicia, tanto la Federal como la local, unificó causas y dictaminó: tres años y cuatro meses de prisión.
Cumplió condena en Batán durante un tiempo y logró la libertad un domingo de marzo de 1993. Ese mismo día concurrió a ver un clásico de Liga Nacional de Básquetbol (LNB) en el que «su» Peñarol (fanático desde chico) derrotó a Quilmes, por 83-82.
Pero no hubo recuperación y Sacco continuó transitando por los bordes, alejándose de quienes lo podrían haber ayudado. A causa de un tumor nasal y una meningitis detectada tardíamente, el exboxeador falleció el 28 de mayo de 1997, en el Hospital de Agudos de Mar del Plata, cuando había vivido en el infierno apenas 41 años. (Télam)