Buenos Aires, 10 de octubre de 2025 – En Argentina, de acuerdo con el informe de estadísticas vitales del Ministerio de Salud de la Nación correspondiente al año 2023, se producen anualmente 149 fallecimientos domiciliarios en menores de 1 año de edad, de los cuales 73 corresponden a muertes súbitas e inesperadas del lactante, lo que equivale en promedio a un poco más de 1 deceso semanal.

Se denomina muerte súbita e inesperada del lactante (MSIL) al fallecimiento de un niño de hasta 1 año de edad (entre 7 y 365 días de vida) que en las 24 horas previas no se esperaba que ocurriera y cuya causa se desconoce antes de la investigación médica y legal.

La información surge de un documento de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) titulado ‘Campaña de Sueño Seguro – Disminución del riesgo de muerte súbita e inesperada del lactante’, en el que afirman que son decesos que generalmente se producen en el domicilio durante el sueño del lactante, más frecuentemente en los menores de 6 meses, y en hogares afectados por la pobreza. La mayor parte se producen en los meses más fríos, y asociados con infecciones respiratorias agudas.

El documento, fue elaborado en conjunto por el Grupo de Trabajo de Muerte Súbita y Trastornos del Sueño y por el Comité de Pediatría Ambulatoria, ambos de la Sociedad Argentina de Pediatría, en el marco de la Campaña Nacional de Sueño Seguro, que se lleva a cabo del 13 al 18 de octubre organizada por la SAP. El trabajo tiene por objetivo informar sobre estos eventos y acercar una serie de recomendaciones para disminuir el riesgo de su ocurrencia.

Un estudio de mortalidad infantil domiciliaria (MID) realizado por la Dirección de Salud Perinatal y Niñez del Ministerio de Salud de la Nación destaca entre sus conclusiones la presencia de un elevado porcentaje de colecho (69,2 %), de defunciones pertenecientes al grupo etario de 0 a 5 meses (82,7 %), de consumo de tabaco en al menos un conviviente (27,4 %) y en situación de hacinamiento (70,8 %, más de 3 personas durmiendo en un mismo cuarto)2


Con respecto al total de fallecimientos infantiles anuales domiciliarios (149 en 2023), constituye el 11,1 % del total de las muertes por todas las causas entre 1 mes y 12 meses de edad1 en nuestro país y se presentan con mayor prevalencia en las regiones del Noroeste y Noreste. Las causas pueden ser explicadas o no, para lo cual se evalúan, entre otras situaciones, la investigación de las circunstancias y del escenario de la muerte, y la revisión de la historia clínica del infante3.


“Las recomendaciones comienzan puntualmente ya desde el embarazo: desde tomar medidas en los controles para evitar los nacimientos prematuros y el bajo peso al nacer -ambos factores de riesgo de muerte súbita- hasta el cumplimiento de la vacunación en el octavo mes, especialmente de la vacuna contra el virus sincicial respiratorio (VSR), que protege de la bronquiolitis a los bebés durante los primeros 6 meses de vida”, indicó la Dra. María Catalina De Santo, médica pediatra, miembro del Comité Nacional de Pediatría Ambulatoria de la SAP.

 
“También durante el embarazo y después del nacimiento, evitar el consumo de tabaco, de alcohol y de sustancias psicoactivas como opiáceos, cocaína o anfetaminas, entre otras. Son conductas que alteran el desarrollo del mecanismo defensivo natural del despertar del lactante ante cualquier circunstancia en que llegue menos oxígeno al organismo”, completó la Dra. Norma Rossato , médica neonatóloga, miembro del Grupo de Trabajo de Trastornos del Sueño y Muerte Súbita e Inesperada del Lactante de la SAP. 

El documento describe una serie de recomendaciones para que el bebé pueda dormir más seguro: 

  • Que la cuna esté en la misma habitación de las personas que ejercen el cuidado, sin compartir la cama, al menos durante los primeros 6 meses.
  • Acostar al bebé en posición boca arriba para dormir sobre una superficie firme, plana, no inclinada, que no deje espacios entre el colchón y la cuna. Idealmente con los brazos por arriba de la sábana.
  • La posición de costado no se recomienda porque facilita la rotación hacia la posición boca abajo.
  • En la cuna no debe haber almohadas, nidos de contención, chichonera, peluches, ropa suelta, colchas o edredones. 
  • La altura de las barandas debe ser de 60 cm, como mínimo, y que no sean parcialmente rebatibles. Si la cuna tiene barrotes, la separación entre ellos debe ser mayor de 4,5 cm y menor de 6 cm.
  • Se consideran de riesgo para dormir, los productos para mantener al bebé inclinado o sentado (huevito, silla de auto, cuñas y dispositivos de posicionamiento).
  • El humo de tabaco, en cualquier ambiente de la vivienda donde habita el niño, genera un alto riesgo convirtiéndolo en un fumador pasivo. El tabaco inhibe el mecanismo de defensa ante algún déficit de oxígeno que pudiera suceder, impide el microdespertar que salva la vida ante la asfixia. 
  • En los casos en que el adulto se duerma mientras alimenta al bebé, se reconoce que es menos peligroso si ocurre en la cama del adulto (aunque no es recomendable) que dormirse amamantando en un sofá; el bebé se puede deslizar y quedar en una posición en la que se asfixie. 
  • La alimentación con leche humana disminuye el riesgo; si aparece alguna dificultad para la lactancia, se debe buscar asesoramiento y apoyo. 
  • El chupete disminuye el riesgo de muerte súbita. Se puede ofrecer antes de que el bebé se duerma, a partir del momento en que la lactancia esté bien establecida (que es cuando el bebé está aumentando de peso y no hay problemas con el amamantamiento). Nunca colocarle el chupete si ya está dormido, porque puede empujar la lengua hacia adentro.
  • Evitar el sobreabrigo del bebé y la cobertura de la cabeza; las sábanas o mantas sólo deben cubrir hasta la línea axilar; no colocarle gorro en ambientes de temperatura agradable. Evitar ropa con cordones.
  • No se recomienda el fajado (envolver al niño de manera ajustada al acostarlo para dormir). Los movimientos son parte del mecanismo del microdespertar. 

Los cuidados adecuados durante los primeros 1000 días, que comprenden desde la concepción hasta los dos años, son claves para reducción del riesgo de muerte súbita e inesperada del lactante, situación que acontece en dicho periodo. Las recomendaciones comienzan desde el embarazo y continúan con los cuidados durante el primer año.


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