Por: Roberto Garrone

Desahuciar: Quitar a alguien toda esperanza de conseguir lo que desea. La mesa chica de la patronal congeladora tangonera por estos días es un coro de desahuciados.

En un salón de hotel de Barcelona el año pasado, germinó y floreció la idea de podar convenios colectivos de trabajo de las tripulaciones como única alternativa para recuperar competitividad, o dejar de perder un dólar por kilo de langostino capturado y congelado a bordo exportado.

En una oficina del Ministerio de Desarrollo Humano, con López Cazorla y Julio Cordero como laderos de Sandra Pettovello, el gobierno nacional usó una foto como lápida a esas intenciones al correrse de la mesa de negociaciones.

Unas horas antes “Julio”, como los lobistas se referían al Secretario de Trabajo, quien supuestamente, puertas adentro los avalaba en la firma de los acuerdos individuales, en la cara les dijo lo contrario. “Es 70/30 o nada… esos acuerdos no corren sin el aval de los gremios”, marcó.

La aceptación de la oferta del SOMU formulada una semana atrás, esa de que los básicos queden absorbidos por la producción, llegó demasiado tarde. El gremio ya tenía la firma de Daniel Antonio para que zarpen el “Pedrito” y el “San Juan B” sin baja salarial. Y lo tenían al SIMAPE al lado, que ya había avisado que no aceptaría siquiera esa propuesta con lo cual la flota de CEPA seguiría parada.

El corolario dejó lágrimas por todos lados. Desde dueños de empresas, enterados que los barcos no se iban a armar, hasta marineros cuando se enteraron que venían los colectivos para devolverlos a sus ciudades de origen.

Consumado el desahucio, antes de hacer autocrítica, en la mesa chica buscaban culpables del fracaso de la misión.

Además de apuntar a la intransigencia del SOMU y la dificultad de sus dirigentes en entender la grave crisis que atraviesa el negocio, (tal vez si hubiesen ido con una propuesta más conciliadora y menos extrema, sin chicanas, sin meterse con sus ingresos, sin subestimarlos ni insultarlos) le apuntan a un par: Antonio Solimeno.

“La situación no toleraba más parches. Cuando es tan malo el negocio, o cambiábamos todo o no salíamos. Y eso fue lo que hicimos”, señala un industrial a modo de resumen de posición. La patronal no lo ve como una derrota. “Derrota era si se rompía el bloque después que se abriera nación. Ahora no”, sostiene.

Volviendo a Solimeno… en el razonamiento de los gerentes patagónicos, destacan que“Tony” bancó los trapos hasta el final -incluso al día en que escribo esta columna, sábado 26 de julio, 11 horas, mantiene a su flota amurada al muelle, pero también quecoqueteó con firmar para poder salir a pescar en todo momento del conflicto.

Esa esperanza –entienden en Madryn- regada todas las semanas alimentó la ilusión del SOMU para mantener su férrea postura de declinar cualquier instancia de negociar y firmar un acuerdo a la baja.

Hay que recordar que Tony había dicho que su permanencia dentro del lock out se terminaba cuando le pararan los barcos congeladores. De ahí que el SOMU se apresuró en decretar la medida de fuerza los primeros días de mayo. Nunca llegaron a pararlos porque antes firmaron el reajuste en los básicos e incluyeron a los tangoneros congeladores.

Que Solimeno moverá finalmente su flota con el acuerdo Fernet del 70/30 es un pensamiento compartido por la patronal patagónica y los marineros de Mar del Plata. ¿Cuántos barcos más saldrán en esas condiciones?. Algunos más pero no más de 20. Los otros 95 quedarán amarrados hasta el año que viene.

Y el año que viene posiblemente se repit la misma historia, tal vez con los mismos intérpretes y un escenario parecido. Es que el negocio de la captura y venta de langostino entero congelado a bordo, colapso, rompió, murió, como prefieran resumirlo.

Al menos el de las 100 mil toneladas por año a 5.5 dólar por kilo. Este año lo terminaron de entender los empresarios. Con la mayoría de sus afiliados sin embarcar por año y medio (septiembre 2024 a marzo 2026) deberían entenderlo los representantes de los marineros.

Mientras algunos miran cómo se redujo el monto para indemnizar a marineros a partir de que no trabajan desde septiembre del año pasado, otros conservan la esperanza de salir a pescar en septiembre con un valor de exportación a 8 dólares por kilo.

Antes, claro, insistirán con que los gremios firmen a la baja. Esa idea no se abandona por más que en ese escenario tuvieran una rentabilidad de casi 2 dólares por kilo.

Ahora resulta paradógico que marineros que embarcan en tangoneros congeladores y que ganarían, en pesos, más que el año pasado se pierdan la temporada, cuando colegas embarcados en barcos fresqueros están pescando con salarios iguales a los de la zafra pasada.

En el SOMU explican fácil la paradoja. “En el fresco nadie nos propuso una quita salarial y cambio de convenio antes de sentarse a negociar”, aclaró un dirigente que participó de la mayoría de las audiencias. Lo que les costará trabajo a Durdos, Navarro y compañía será explicarles a muchos que no volverán a embarcar hasta el año que viene, con suerte.

“El esquema del 70% no remunerativo lo que hizo fue blanquear todo lo que ya cobraban en negro”, rezongaba esta semana un empresario patagónico que no puede saber cuánto cobran en realidad los marineros que se embarcan en la docena de fresqueros marplatenses que este año participan de la temporada en aguas nacionales.

Entre esos fresqueros sobresalen los tres de Mariano Retrivi, presidente de CAPEAR ALFA. El dueño de “Buena Proa” acordó proveer de langostino fresco a Red Chambers por lo que el “Sfida”, “Don Santiago” y “Centauro 2000” descargan en Madryn. Territorio enemigo hasta poco tiempo atrás.

Hace dos meses dicha cámara junto con UdIPA y la Asociación de Costeros, le pedían al SUPA Chubut “parámetros claros que garanticen un servicio de calidad, con precios razonables y previsibles”, Los precios no son razonables y la previsibilidad está por verse.

No es la primera vez que Retrivi y Mou se asocian, aunque no siempre terminaron bien. Sin mover su flota, Red Chambers se hace de materia prima para activar el empleo de sus 450 operarios. El empresario coreano necesita terminar bien con la Provincia.

Por ahora esa pelea se mantiene en un limbo administrativo luego de presentar un recurso en la Asesoría General de Gobierno después que la Secretará de Pesca le pidiera que devuelva los activos de la ex Alpesca o se renegocie el acuerdo ante la falta de pago en el canon e incumplimiento en el plan de inversiones.

“La falta de transparencia y previsibilidad en estos costos puede llevar a que los armadores se vean expulsados de la actividad por sobrecostos y precios bajos del producto”, señalaba otro tramo de la nota de las cámaras marplatenses al Secretario General del SUPA.

Lejos de expulsarlo, a Retrivi la urgencia de encontrar comprador para parte de su captura lo zambulló de cabeza en el muelle Storni. La necesidad muchas veces tiene cara de hereje.

No trascendió el precio que paga Mou por el langostino de los barcos de “Buena Proa”. Como la descarga la hace “Patagonia Prawn Company”, una empresa de estibaje de la propia Red Chambers que maneja Navarro, su apoderado, es posible que Mou pueda pagar algún centavo más, pero lejos de los 2,40 que se pagó en el inicio de zafra en Mar del Plata.

El SUPA todavía no cerró paritarias con las empresas de estiba, varias manejadas por empresarios con vínculos con la flota congeladora y costera.

Sin la mayoría de los fresqueros marplatenses operando en nación, con la veintena de patagónicos sin salir tampoco, en adhesión a sus primos congeladores, y con las grandes empresas dispuestas a no comprar langostino fresco, lo que implica no contratar los servicios de sus afiliados, habrá que ver qué hace el “Gallo” Gutiérrez. Si prioriza el poco trabajo que genera el fresco o lo paraliza reclamando un 17% que llevaría el cajón de langostino por arriba de los 8 mil pesos.

Buen domingo


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