La ansiedad, la irritabilidad y los trastornos del sueño se instalaron en muchos hogares durante el receso invernal. Lejos de representar un tiempo de descanso, las vacaciones se convirtieron para muchas familias en un momento de tensión acumulada. La falta de estructura diaria, el uso excesivo de dispositivos electrónicos y la energía infantil sin rumbo están afectando de manera directa la salud mental de niños y adolescentes.
Diversos estudios advierten que uno de cada siete jóvenes entre 10 y 19 años padece trastornos mentales, como ansiedad, depresión o alteraciones del comportamiento, según datos de la Organización Mundial de la Salud y UNICEF.
La sobreexposición a pantallas es uno de los factores que agravan el cuadro: en Argentina, casi la mitad de los niños de entre 6 y 11 años tiene una cuenta en redes sociales, y un tercio ya usa activamente su smartphone.
Especialistas señalan que los síntomas de este malestar emocional no siempre son evidentes. Pueden manifestarse como aislamiento, hiperactividad, molestias físicas o alteraciones en el sueño. A esto se suma el “efecto espejo”: cuando los adultos no logran manejar su propio estrés, los niños replican esa tensión.
Un sondeo de la Universidad de Michigan reveló que uno de cada seis padres experimenta altos niveles de estrés en vacaciones, y uno de cada cinco admite que esto impacta en sus hijos.
La combinación de horarios desordenados, actividades improvisadas y vínculos mediados por pantallas puede saturar el sistema nervioso infantil.
Estudios internacionales indican que pasar más de dos horas diarias frente a una pantalla multiplica hasta por seis el riesgo de síntomas de TDAH en niños en edad preescolar. El promedio global de uso oscila entre 4 y 7 horas diarias, muy por encima de las 2 horas recomendadas por la OMS.
En este contexto, algunos especialistas promueven prácticas de autorregulación emocional que involucren el cuerpo y la respiración. La Fundación El Arte de Vivir impulsa una serie de programas que incorporan yoga, meditación y técnicas respiratorias adaptadas a diferentes franjas etarias.
Según testimonios de instructores y participantes, estas herramientas ayudan a los niños a disminuir la ansiedad, mejorar el sueño, reducir la dependencia de dispositivos y fortalecer el vínculo con sus familias.
Los talleres –Intuition Process, ART Excel y YES– se aplican tanto en entornos privados como en espacios comunitarios y vulnerables, e incluyen desde juegos conscientes hasta momentos de silencio valorados por los propios chicos. “Los beneficios se ven rápidamente: mejora la concentración, disminuye la irritabilidad y crece la sensación de bienestar”, sostienen desde la organización.
Mientras las vacaciones siguen apareciendo en el calendario como un tiempo para descansar, para muchas familias son también una oportunidad: frenar, observar y buscar nuevas formas de acompañar a la infancia en su complejidad. (Noticias Argentinas)