Un chico corriendo en un parque, su sonrisa ilumina una tarde familiar, uno de sus padres toma una foto y esa imagen ya no es solo de la familia: también está en internet para siempre, eso es el sharenting. Los padres lo hacen sin pensar, ¿pero a qué precio comparten lo que comparten? 

Una foto, incluso una palabra, pueden volverse un peligro. Las redes sociales no olvidan, y cuando el chico crezca, quizá no quiera esos recuerdos allí, a disposición de cualquier desconocido.

¿Qué es el sharenting? ¿Por qué puede ser un problema?

El sharenting parece inofensivo: una foto acá, un video allá. Los chicos viven en internet antes de siquiera poder comenzar a entender de qué se trata, al punto de que un muy llamativo 92 % tiene presencia online antes de los dos años. 

Además, tal como se comenta en la guía para sharenting de CyberGhost VPN, la información compartida podría ser responsable del 66 % de los casos de fraude de identidad reportados por jóvenes.

Esas imágenes no desaparecen, y los recuerdos compartidos pueden volverse pesadillas en el futuro. Algo tan simple como una sonrisa puede ser usado en contra de ellos, lo cual es cada vez más probable debido a la facilidad con que una foto puede manipularse utilizando inteligencias artificiales.

El impacto emocional en los chicos

Lo que hoy es una imagen dulce, mañana puede ser motivo de vergüenza. Cuando crecen, muchos chicos se sienten expuestos e indefensos por las fotos que compartieron sus padres, lo que puede afectar su autoestima. 

La realidad es que muchas veces compartir fotos y videos de ellos en redes sociales tiene un considerable impacto emocional, que se resume en tres cuestiones fundamentales:

  • Sentimientos de vergüenza al descubrir que se compartieron momentos íntimos sin su consentimiento.
  • Afecta el desarrollo de la autonomía y la privacidad, ya que su identidad online es creada por otros.
  • Puede dañar la relación entre padres e hijos, porque en ocasiones los menores sienten que no se respetaron sus límites.

Pixabay

Cómo proteger la privacidad de los hijos en redes

La privacidad es frágil, no solo para los chicos, si bien hay maneras de protegerla. La primera implica ajustar quién puede ver lo que se publica, algo muy importante si se considera que el 80 % de los padres tiene en redes sociales conexiones con personas que nunca conocieron.

A su vez, un padre comparte en promedio cada año más de setenta fotos y unos treinta videos de su hijo. Así, un chico promedio tiene un registro digital de alrededor de 70000 publicaciones sobre él cuando alcanza los 18 años.

Otros consejos para evitar los peligros

Existen más métodos para evitar los riesgos: lo mejor es no publicar fotos que muestren sus caras, así como tampoco relevar sus nombres, el de sus colegios ni direcciones o ubicaciones. A su vez, si son lo suficientemente grandes para entender, preguntar si están de acuerdo con que se comparta la imagen. 

Para aquellos padres que quieran compartir momentos especiales, como puede ser un cumpleaños, lo ideal es crear una lista cerrada de personas de confianza para que solo ellas puedan ver lo que se publica.

Legislación y protección infantil en entornos digitales

A veces, las leyes no están listas para los problemas nuevos. Aunque existen normativas como la Ley de Protección de la Infancia en Internet en Estados Unidos, aún hay mucho que mejorar. Es necesario que más países regulen el uso de imágenes infantiles en redes, aunque la verdadera protección siempre empieza en casa.

Un comentario final para seguir pensando

El sharenting parece inofensivo, pero el mundo digital es complejo, peligroso y permanente. Proteger a los hijos es más que un acto de amor: es una responsabilidad diaria.

Las fotos que hoy parecen recuerdos tiernos, mañana pueden ser una carga. La privacidad de los chicos es un tesoro, y nadie debería permitir que un desconocido lo desentierre.


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