Por: Roberto Garrone
El Acta 19 que resume lo actuado esta semana por el Consejo Federal Pesquero volvió a mostrar el autismo oficial que refleja el gobierno desde hace casi dos meses y que lleva a la pesquería de merluza, la principal de Argentina al menos desde el volumen de captura y exportaciones, las empresas involucradas y las fuentes de trabajo que genera, a deambular en la nebulosa de la incertidumbre, al borde del precipicio.
El gobierno juega el juego que mejor le sale. Gritar, agredir, mentir desde los medios de comunicación y en los hechos mostrar una pasividad pasmosa para enfrentar y resolver eso que tantas agresiones y mentiras dispara a través de la prensa, casi siempre adicta y ayuna de repreguntas y/o refutaciones.
Esta semana asistimos a un nuevo capítulo de “hablemos sin saber” de Federico Sturzenegger, el ministro ya con cartera e impunidad hasta para tratar de ladrones a los actores de la industria. Las agresiones hacen ruido por el eco del silencio que irradia del otro lado. “Hay temor”, reconoció Carlos Liberman esta semana en el aire de “Desde el Muelle”.
Podría haber un poco de autoestima también para salir a defender todo lo que representa la pesca para el país, como generadora de mano de obra, desarrollo productivo en las principales ciudades puerto del litoral marítimo, pago de impuestos y generación de divisas.
El video refutador de mitos que generó Intercámaras es tan claro como poco conciso y termina aburriendo al curioso que se detiene un instante en ver de qué se trata. Nunca fue una fortaleza del sector su talento para ganar visibilidad. Si la idea era no mostrar a ningún actor para evitar represalias le dieron la razón al ex Subsecretario de Pesca.
El viernes Sturzenegger estuvo cerrando el Coloquio de IDEA en Mar del Plata. Pregunté a varios actores del sector si habían intentado tomar contacto con el Ministro. “Para qué, si las veces que hablamos y le mostramos los números, no entiende o se hace el que no entiende”, lamentó el presidente de una de las cámaras armadoras locales.
Todos saben, en el micromundo pesquero digo, los riesgos que implica no renovar las CITC de merluza antes del 31 de diciembre próximo. Afuera de esta burbuja muchos todavía creen que los chinos pescan a 100 metros de la playa en Mar del Plata. Esos videos creados por ignorantes o malintencionados si se viralizan…
Lo que sí, nadie termina de adivinar por qué el gobierno demora tanto en aprobar un esquema que ya estaba resuelto desde 4 Actas atrás, cuando aprobaron la recuotificación de polaca, negra y de cola. Y estalló el pedido de coimas en los portales de noticias, digamos todo.
Sacando cuentas frente al almanaque, la fecha límite para renovar la CITC es el 15 de noviembre. Porque deben hacer lugar a los 15 días de plazo que tienen los administrados para aceptarla o plantear disconformidad. Luego se tienen que pagar el canon de asignación y emitir los correspondientes certificados. Y lo que viene después es el brindis de Nochebuena.
Si ese no hay renovación de cuota las 70 empresas pesqueras y los 151 barcos que detentan cuota de captura no podrán arrancar a pescar en 2025. Tal vez por estas horas algunos actores de la pesca imaginen que un gran paro de la flota podría ser un gran llamado de atención para que el gobierno no solo active la recuotificación sino la falta de rentabilidad que hoy tienen los eslabones del fresco con la merluza.
Los cuestionamientos de Santa Cruz y su pedido de más cuotas social parece un debate terminado. No es indispensable que la reasignación salga aprobada por unanimidad. Están analizando resucitar tres permisos de pesca de barcos que no pescan hace 10 años y reconvertir al “Andrés Jorge” de fresquero a congelador, pero se ruborizan si la votación de la recuotificación sale 9 a 1 u 8 a 2.
Ese relato es más endeble que los controles de los inspectores de muelle en la flota fresquera de altura de Mar del Plata. Al festival del abadejo camuflado de lenguado, calamar y hasta pez palo, lo van a declarar de interés turístico, promovido por Miguel Vega y su secundario incompleto.
A menor escala pero fundamental para mantener con pulso el circuito productivo de eslabones atados a la pesca que no fluyen con regularidad desde hace un par de meses, la zafra de langostino en aguas provinciales de Chubut va camino a saltar del precipicio.
Hace unos meses utilicé un dicho futbolero para resumir sus desafíos. El delantero ya está chocando con el arquero y las chances de gol se esfumaron. La patronal pesquera y el SOMU fundamentalmente, aunque también hay planteos salariales del Centro de Patrones, deben resolver en 10 días lo que no pudieron en 10 meses.
Lo que quedó pendiente desde enero y lo de ahora hasta marzo 25. Todo en un mismo momento y luego de mojarse la oreja de un lado al otro de la trinchera entre conciliaciones obligatorias, aprietes y despedidos con causa. El optimismo y las buenas intenciones que emanan de las autoridades parecen no ser suficientes.
No alcanza que el gobernador Torres diga que la prospección arranca el 25 de octubre para que ese anuncio se patine de realidad. A cinco días, firmo acá que la zafra no arrancará en esa fecha. También aclaro que no hay mucho margen tampoco para seguir tensando el hilo. El abismo está a un par de cuartos intermedios
Porque creo que el mayor logro del amplio y variado arco patronal no fue la imagen de unidad que regalaron cuando decidieron unificar criterios y fijar en 1200 pesos el valor por kilo de langostino desde el inicio al fin de la zafra 24/25, sino que hay homogeneidad de criterios para determinar que si la temporada no arranca en noviembre, tampoco lo hará en diciembre.
Afloran dos interrogantes a esta altura del partido. Por un lado si la patronal podrá mantener el bloque que exhiben por estos días y amurar los barcos al muelle si no hay acuerdo. Por otro si Ramón Vera podrá sostener la presión de las bases, de los que priorizan salir a trabajar y se conforman con ganar un poco menos pero que igual mantendrían las 8 cifras en el recibo de sueldo de los marineros. Un lujo que pocos trabajadores pueden darse en la Argentina de hoy.
Durante el transcurso del año hubo varios armadores que corrieron los pies del plato y pagaron el valor que reclamaba el SOMU y hoy le sigue reclamando a los socios de la CaFACH. De la reunión participó Javier Snidersich. El armador del “Nunca te detengas Pachaca” aceptó pagar los 930 pesos por kilo que reclamaba el SOMU. Fue lo último que hizo antes que lo expulsen.
Buen domingo