Por: Roberto Garrone

Los múltiples factores que entran en escena generan que no haya una temporada de langostino en aguas nacionales idéntica a otra.

Puede haber indicios que se confirman, como la abundancia de la biomasa disponible para ser pescada por las redes de la flota comercial, algo que habían anticipado los investigadores del Programa Crustáceos del INIDEP.

O la anemia de los mercados internacionales por el marisco argentino en el marco de una economía todavía ajustada en Europa, cambios en el consumo y la disponibilidad del vannamei, un producto incomparable con el langostino salvaje y austral de la Patagonia pero que llega a las góndolas a un precio sustancialmente menor.

Lo que nadie imaginaba era la cantidad de buques fresqueros que operarían sobre el recurso. Al punto que el SUPA por estas horas está decidido a insistir para que los que migraron paguen un lucro cesante a sus afiliados. Hasta ahora nunca lo consiguieron.

Que el precio que pagan los frigoríficos es bajo, que los sueldos de la tripulación es un costo cada vez más alto, que mejor me quedo con la certeza de la merluza, que es un riesgo operar desde los puertos patagónicos, que ante cualquier medida de fuerza me queda el barco clavado allá…

Los argumentos se fueron desvaneciendo a medida que los primeros barcos en armar consiguieron regularidad. Las medidas de manejo de la autoridad de aplicación, abrir al norte y al sur, fueron correctas, hay que reconocerlo.

Esto le permitió a la flota operar con mayor comodidad y posibilitó que el esfuerzo pesquero no se concentre en una sola marca de una sola subárea y se agote en pocos días, sino que pueda flexibilizarse y demorar el agotamiento de las concentraciones encontradas.

El buen tiempo acompañó para que las marcas de langostino no se expandan y eso posibilitó a su vez mareas más cortas y buena calidad de las capturas. Lo que se dice un comienzo soñado. Hubo costeros de Rawson que en menos de una semana metieron tres viajes cuando la subárea 13 todavía estaba abierta y el mar era una pileta.

Los números oficiales al 18 de junio reflejan ese inicio auspicioso de temporada. Los congeladores tangoneros mejoraron su desempeño 79% en relación al mismo período del año anterior y ya sumaban 22 mil toneladas cuando en todo el año pasado habían declarado pescar 80 mil.

Los fresqueros de altura casi doblan los desembarques. El año pasado contabilizaban 5800 toneladas y ahora casi llegan a las 11 mil. ¿La rentabilidad? Ese es otro cantar. A los barcos les quedan limpios entre 0,20 y 0,25 dólar por kilo. Hay algunos fresqueros incluso que pagan con la tablita hasta a los marineros: 620 pesos por cajón.

Los frigoríficos que cuentan con barcos propios como Pescapuerta, perdón Estrella Patagónica, Grupo San Isidro o Red Chambers, pagan 1,90 dólares por kilo. Los que no tienen barcos, arrancaron pagando un poco más, 2,10 dólares. Pero no duró mucho. En las últimas horas a un armador marplatense le avisaron que no pueden pagarle más que 1,90. La rentabilidad acaba de salir del grupo.

Los establecimientos no tienen mucho margen con precios externos deprimidos y costos en pesos que se actualizan por encima de la inflación. La paz en la estiba chubutense trajo como regalo el blanqueo de la actividad y la injerencia del servicio en el costo final del producto casi que se duplicó. Rendirse a la mafia sindical les sale caro a todos.

Esta mañana de sábado en que arranco la columna la situación es bastante distinta a la descripta, pero así de cambiante es la temporada. Hay mal tiempo de zona de pesca y los barcos quedarán fondeados al menos hasta el martes.

Un fuerte temporal de nieve interrumpió la circulación en la Ruta 3 hace dos días y generó un colapso de la logística. Hay camiones con langostino varados, luego de cargar en el puerto de Camarones y otros vacíos del otro lado de la nieve. El puerto chubutense vive una verdadera revolución con el marisco. Sus descargas crecieron 224% en relación al 2023.

Puerto Madryn también estaba abarrotado de barcos y faltaban camiones para poder almacenar la carga. Algunos fresqueros de altura tuvieron que entrar en Rawson para descomprimir la presión en las otras terminales.

La sorpresa para los que entraron en Rawson como el “Franca”, “Piedrabuena”, “Don Escipion”, “Ciudad Feliz” y el “Huefeng 822”, fue que la delegación local de la Prefectura Naval dispuso inspecciones extraordinarias para la flota de altura. El “Franca” quedó parado y recién quedó liberado al cierre de esta edición.

Desde la Prefectura de Rawson aclararon que solo inspeccionaban a los barcos que no pasaron por la extraordinaria antes de pescar langostino en aguas nacionales. Pero a los que ya la tenían, como todos los que ingresaron, podían repetirla porque están facultados para hacerlo.

Los empresarios fresqueros no dejaron de sorprenderse de los celos en la Delegación chubutense. Otros armadores de la provincia, enterados de los que les esperaba en Rawson, prefirieron capear el temporal en rada y esperar que mejore el tiempo para entrar en puertos más amigables.

Buen domingo.


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