En la Iglesia Catedral de Mar del Plata, se celebró la Vigilia Pascual presidida por el Administrador Apostólico, Monseñor Ernesto Giobando.
La ceremonia dio comienzo a las 20 hs y el Administrador Apostólico de la Diócesis de Mar del Plata estuvo acompañado por el Párroco de la Catedral, Presbítero Ariel Sueiro, el Padre Armando Ledesma y el vicario Juan Pablo Arrachea.
Durante la Vigilia Pascual se realizan tres símbolos importantes. El primero es la celebración de la luz o del fuego. El sacerdote bendice la fogata ardiente ubicada fuera del templo y, tomando fuego de esta, enciende el cirio pascual, símbolo de Cristo. La luz del cirio acaba con la oscuridad.
El segundo se da en la celebración dentro del templo. Allí se entona el Pregón Pascual, poema del siglo IV que proclama el cumplimiento de todas las promesas en Cristo, quien recibe la gloria y el honor para siempre.
La Liturgia de la Palabra se articula en una secuencia de siete lecturas en las que se recuerda la historia de la salvación, desde la Creación del mundo hasta la Resurrección del Señor.
El tercer momento se produce cuando los fieles renuevan las promesas bautismales, renunciando a Satanás, a sus seducciones y obras. Esto se lleva a cabo frente a la pila bautismal -o un recipiente adecuado que haga las veces- y se cantan las letanías invocando a todos los santos, como expresión de la unidad de la Iglesia militante con la Iglesia triunfante.
En su Homilía Mons. Giobando expresó: “En esta Pascua de Resurrección celebramos la victoria de Jesucristo sobre la muerte, devolviendo a la creatura amada por Dios, desde el principio de la creación, la condición filial, condición perdida por el pecado y devuelta por Jesús a través de su muerte y resurrección: somos hijos e hijas amados de Dios y en la resurrección de Jesús se revela lo que somos y seremos: seres vivos para siempre si tenemos fe en Él».