Por: Roberto Garrone

Arranco con una infidencia… la última entrevista a Gabriel Felizia como presidente del Consorcio Portuario en Mar del Plata, diciembre del año pasado, en el salón de reuniones, varió por distintos ejes de la gestión. Nunca le pregunté si continuaba en el cargo. Al día siguiente y sin haber todavía enviado la nota a edición, me entero en otro portal que sería reemplazado.

Tuve que llamarlo para confirmar lo que acababa de leer, reescribir parte de la nota y enviar a publicación. Más allá que la historia confirma, una vez más, esa falsa teoría que dice que soy uno de los que más sabe de lo que pasa en el puerto, la verdad es que Felizia podía no renovar su gestión cuatro años màs, pero nunca imaginé que lo removerían en vísperas del verano.

Es más, ni se me ocurrió preguntarle si continuaba porque nunca lo puse en duda. Error de principiante, lo asumo. Pero había construido una buena relación con la mayoría de los administrados, la industria off shore comenzaba a poner un pie en el puerto con la llegada de los elementos para la perforación del pozo Argerich, y se avecinaba la agenda de espectáculos en el predio de los silos, el único destino que le han encontrado por ahora a ese espacio.

El pliego de licitación para el operador del servicio logístico en el muelle 2 seguía siendo una promesa incumplida desde mediados del 2021. La falta de grúas en el muelle para mover contenedores una carencia que no alcanza a disimular el estudio de pre factibilidad que realizaron para determinar el peso máximo de tolerancia que puede soportar la estructura portuaria.

Las grúas no llegan para suplir las necesidades de Lamb Weston en su idea de abaratar el flete de las carga con papas fritas pre congeladas al exterior que comenzarán a mover en el segundo semestre del año.

Ese desinterés de la anterior gestión por resolver la falta de previsibilidad del actual operador, como lo hizo con los astilleros, quedó reflejada en el Informe de Gestión que presentó Felizia. En las 195 páginas del documento, cuando enumera los “Desafíos 2023-2024” en la página 192, ocupa 7 líneas para contar que se están “definiendo sectores y ultimando detalles” para el llamado a licitación. Sectores que no van a incluir el muelle de ultramar, que seguirá siendo público.

Pero fuera de este tema en particular, había dejado tan baja la vara Martin Merlini en su última administración –con pérdida del código de protección portuaria PBIP incluido- que nada de lo que hiciera Felizia podía resultar peor que la anterior administración.

Y ahora se dragó en los plazos previstos, se sacaron barcos inactivos del espejo interior con acuerdos individuales con SPI y TPA para que se desguacen en sus instalaciones y de manera muy, muy, muy lenta, arrancó el plan de remoción y desguace en el varadero de la Base Naval, y los tres astilleros ubicados en la jurisdicción sumaron previsibilidad con el uso de sus predios durante 20 años a cambio de inversiones millonarias.

Entonces por qué motivo Felizia salió eyectado del sillón de la presidencia del Consorcio. Todas las respuestas conducen a la fallida construcción del Muelle 9. La obra todavía era una posibilidad latente a principios del año pasado para Fernanda Raverta y debía convertirse en su estandarte para aspirar a ganar la intendencia en su segundo intento.

Ninguna de las dos cosas ocurrieron. La segunda por el voto popular pero la primera porque el Directorio del Consorcio no aprobó el esquema de intereses a una tasa del 9% anual que traía de la mano la asignación de 17 millones de dólares aportados por el Fondo de Sustentabilidad de ANSES para el financiamiento de la obra a través de un crédito a 10 años con 2 de gracia.

Ese rechazo unánime al proyecto de construcción del muelle 9 selló la suerte de Felizia. “Sabía de lo importante que era para Fernanda poder mostrar la concreción del proyecto; algo se rompió y nunca más pudo restablecerse la confianza”, dice una allegada de trato frecuente con la ex directora de ANSES.

Felicia relativiza ese razonamiento y lo lleva al terreno raso de las “decisiones políticas”. Aunque sigue defendiendo la decisión del Directorio. “No nos daban los números para que el esquema de negocios sea rentable con ese nivel de interés”, remarca y da cuenta de las obras preparatorias que se hicieron por el muelle 9: la solicitud de declaratoria de impacto ambiental y el aviso a la Subsecretaría de Puerto y Vías Navegables. En el ravertismo pedirían insertar el meme con las caras de las hermanas Nara.

La llegada de Marcos Gutiérrez al Consorcio creo que busca concretar dos objetivos. Es un nuevo intento de Raverta de recuperar la confianza en el funcionario asignado. Llega ahí por su vínculo con la dirigente de La Cámpora, no por el conocimiento que este Licenciado en Trabajo Social tiene de la actividad. Y por otro, más lejano y de incierto resultado: ir dándole forma a un candidato potable para la carrera municipal 2027.

Hay un hilo solapado que une la gestión saliente de Felizia con la entrante de Gutiérrez. Gonzalo Chaet continúa como el nexo entre el Presidente, el Directorio y los Gerentes. El coordinador ya trabajó con Gutiérrez en sus tiempos del Concejo Deliberante donde estuvo 8 años.

A diferencia de la asunción de Gutiérrez que estuvo flanqueado por Juan Cruz Lucero, autoridad portuaria provincial y la propia Raverta junto al Directorio, pero sin la presencia de medios, el último día de gestión de Felizia, estuvieron los directores y los medios, pero la despedida fue en absoluta orfandad política.

Aquel 31 de enero, como Gutiérrez, en la misma sala de reuniones, Felizia agradeció a las autoridades provinciales por la oportunidad de trabajar en un puerto del que dependen 70 mil familias, al directorio y a los empleados del Consorcio. Nunca en su discurso mencionó a Fernanda Raverta. Hay heridas que no cierran y sangran todavía.

Buen domingo


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