Por: Roberto Garrone
Con casi un mes de delay primó el sentido común en Rawson y la zafra de langostino en aguas provinciales comenzó a tomar forma en las últimas horas, aunque una presencia abundante de merluza hubbsi abría interrogantes sobre el futuro de la prospección en el área al sur del 44°S.
Los motivos que mantuvieron inactivo a un sector que mueve más de 10 mil empleos en Chubut no fueron internos sino externos. Los precios caen en sintonía con la demanda. El negocio del langostino muestra el epílogo de su época dorada.
Nunca en estos años el langostino de nación se pagó más caro que el de provincia, más fresco y con menos horas en bodega. Lo será esta zafra. Toda una señal del declive de un esquema que sostuvo a la industria pesquera argentina en los últimos años mientras el mundo pudo pagarlo y disimuló tanto asimetrías macroeconómicas como abusos sindicales.
La crisis del estibagate no terminó aunque Alexis Gutiérrez firmó ese acuerdo por la Paz Social junto con múltiples actores de la industria. La negociación entre las empresas de estiba del fresco y el SUPA seguirá con todos los actores trabajando.
Igual la Secretaría de Trabajo no había homologado el reajuste del 160% que el gremio había logrado firmar con algunas empresas entre las que nunca estuvo Congelados Patagónicos, pese a figurar en la lista de suscriptores.
Esa negativa de la autoridad de aplicación oficiará de argumento para calamar a las bases que perdieron un mes de zafra por nada. Habrá que ver después del 10 de diciembre si se despierta la causa judicial por el pedido de coimas de Gutiérrez, Vera y Villarroel y que la cúpula del SUPA pretendía blanquear con el artículo 7 del acta acuerdo, a la que le pusieron reparos todos los que la firmaron.
El acta terminó de nacer el miércoles por la mañana pero el trabajo de parto había comenzado la noche anterior, en medio de Argentina contra Brasil y la policía en el Maracaná, cuando Nacho Torres tomó las riendas del conflicto ante la acefalia del gobierno saliente que miraba sin intervenir como la protesta escalaba hasta la movilización y los cortes de rutas.
La de arena, ¿o es la de cal?, del gobernador electo fue la declaración radial que dio en esos días donde dijo que lo había llamado el intendente Montenegro para decirle que todos los barcos estaban descargando en Mar del Plata porque en Chubut no se ponían de acuerdo. Una forma de meterle presión al SUPA diciendo mentiras. La flota amarilla estaba amurada al muelle en Rawson.
Había gente apurada ese miércoles a la mañana por comenzar a pescar cuanto antes para ganar algunos días perdidos. Incluso obviar la prospección, lo que hubiese implicado una mancha al proceso de certificación que ha iniciado la pesquería de aguas provinciales. Ya bastante dificultades tienen con el hecho de no compartir los datos con el INIDEP.
Por suerte primó la cordura del futuro secretario de Pesca provincial, Andrés Arbeleche quien se negó a tachar la prospección con el aval de los representantes de la CaFACH.
La bala de plata que le quedaba a los armadores si el conflicto se prolongaba sí era mover los barcos, sacarlos a merluza y comenzar a descargar en Comodoro Rivadavia donde Luis Santander había logrado firmar ese 138% que pedían las empresas de estibaje de Rawson.
No era la única alternativa. Otra que se manejó, mucho más extrema, era promover la apertura de la prospección al sur y directamente ir a descargar a Camarones. El riesgo en este escenario no era solo la reacción del SUPA ante el desaire sino qué hacer si encontraban langostino chico en esa zona.
Por eso no había muecas tan amargas con la aparición de abundante cantidad de meluza en los primeros lances. El mercado hoy necesita langostino de mayor tamaño, L2 para hacer cola 1. Y a esta altura del año creen que esos ejemplares se encuentran al norte, donde van a prospectar en las próximas horas si se confirmaba el cierre al sur.
En definitiva la novela del estiibagate que se comió un mes de zafra no deja de reflejar como cruje la estructura del negocio del langostino cuando alguno de sus costos de producción se salen de cauce y enciende todas las alarmas.
Pagar el reajuste que pretendía el SUPA implicaba que los frigoríficos abonen hasta 20 centavos de dólar menos por kilo de langostino a los barcos. Si bien no hay certezas de cuánto será el valor del marisco en muelle en estas primeras horas de prospección, apenas superará los 2 dólares en blanco y una porción mínima en negro. Si el tamaño es chico como ocurrió en la zafra del 2020, nadie se cree capaz de sostener esos valores.
Chubut tiene una larga historia de pagar cualquier cosa con tal que la rueda no se detenga y la fiebre del oro rojo acumule descargas, puestos de empleo y millonarios. Pero una cosa es tirar manteca al techo y pagar plus y adicionales hasta por trabajar los días impares con un langostino entero a 9 dólares el kilo, y otra muy distinta cuando el mercado paga 5,5 como se registró el mes pasado, según el reporte de CAPECA.
Una cosa es aceptar las demandas y presiones del SUPA o el STIA para incluir más trabajadores en la rueda de la abundancia cuando una buena cola del marisco se paga 10 dólares y otra cosa es tener suerte de poder venderla a 7 en el mercado chino.
El nuevo modelo económico que Milei inaugurará el 10 de diciembre vendrá con mejora del tipo de cambio oficial que aportará oxígeno a las cuentas corrientes de las empresas exportadoras y ayudará a erosionar los sobrecostos.
Sobrecostos que hoy maniatan el negocio y la falta de comprensión de esta realidad por parte de algunos dirigentes sindicales, generaron el inicio accidentado para casi todos los actores de la pesquería, menos para el principal sostén.
Más allá del aumento del esfuerzo pesquero que vino de regalo con la nueva ley provincial de pesca, estos acontecimientos provocarán una zafra con menos mortandad por pesca. Esto implica un mejor desarrollo del ciclo reproductivo del langostino en aguas chubutenses, lo que repercutirá en los reclutamientos venideros. No hay mal que por bien no venga.
Buen domingo