Por: Roberto Garrone
La corvina y la pescadilla son dos de las especies más importantes del variado costero, conjunto íctico compuesto por más de 30 especies que se distribuyen desde aguas del sur de Brasil hasta la zona de El Rincón, frente a Bahía Blanca.
Ambos recursos lo pescan principalmente la flota de rada/ría y costera que opera desde Mar del Plata cuando todavía las mayores concentraciones de corvina se encuentran en aguas exteriores del Río de la Plata.
En invierno, cuando el agua se enfría, el recurso habita aguas menos salobres y profundas dentro de la Bahía de Samborombon. En esa instancia la Provincia de Buenos Aires habilita la zafra pesca dentro de las aguas interiores del rio y el puerto predominante es el de General Lavalle.
Su flota de compone de una treintena de barcos artesanales, 20 truckers registrados, según Prefectura, más algunos barcos de Mar del Plata que pasan a jugar de visitantes y se animan a pagar la tarifa que impone la Municipalidad.
Este año, por diversos factores, principalmente a partir de un mayor número de barcos, o que menos buques eligieron al langostino como especie objetivo, los desembarques declarados de ambas especies crecieron en la estadística oficial.
La corvina lleva contabilizadas 16.643 toneladas hasta el pasado 8 de agosto y la cifra representa un incremento de 19% en relación al mismo período del año pasado. La pescadilla incluso muestra un incremento más abultado. Las 5.170 toneladas representan 58% de mejora en relación al 2022.
Desembarques declarados, porque como ocurre con la merluza y los cajones con más peso que los declarados en los partes de pesca que se descargan en Mar del Plata, acá también hay capturas que se escapan de la estadística oficial.
No es que los cajones no vengan con más peso que el declarado. Ese truco es generalizado y trasciende a algunos grandes barcos merluceros. Acá el problema tal vez sea de mayor magnitud porque contorneando los bordes de la Bahía, desde Lavalle hacia el norte, existe una flota de pequeña escala pero invisible para las autoridades, que opera sobre los recursos mediante truckers, gomones y semirígidos.
Cuesta acertar en una cifra pero Ezequiel Trama, uno de los referentes armatoriales de Lavalle asegura que el número se aproxima a 200 embarcaciones.
Zarpan desde puertos que funcionan en campos con costa a la Bahía como los que ilustra esta columna. La obra civil en Punta Indio es impresionante. Además de una escollera protectora de los muelles se advierte un canal de acceso a la Bahía para facilitar la operatoria y un área de maniobras para los camiones que van a buscar la carga.
No todos presentan semejante infraestructura pero los hay también en Canal 15, Castelli, Punta Piedras, San Clemente, Samborombon… donde brotan caminos alternativos que llegan hasta la costa.
Sólo el 20% de la flota operaría con permisos de pesca zafrales otorgados por Provincia en esta gestión. La pesca de subsistencia en algunos casos convive con una actividad comercial encubierta que funciona sin ningún tipo de controles, a la sombra de la ley y a la vista de todos, pero cuya captura tiene el mismo destino de exportación que la que aporta la flota comercial. África.
La diferencia de costos operativos entre las flotas es abismal y eso redunda en el precio final de la captura. Permiso de pesca, gas oil, estiba, salarios tripulación, canon portuario, cajones, hielo….
La diferencia se advierte en los precios que se pagan: mientras en muelle cuesta mantenerla a 360 pesos, en el barro de los campos donde se dibujan muelles rudimentarios para la operatoria de la flota invisible oscila entre los 150 y 200 pesos.
El contexto no ayuda tampoco. Camerún frenó las compras, ya quedan pocos compradores/exportadores y los chinos parecen escapar de los inspectores de Aduana. El mercado se achica y dónde mayor cantidad de corvina hay hoy en día es en las cámaras frigoríficas.
En Lavalle hay una sede de Prefectura cuyo jefe es el Prefecto Fabrizio Villanueva. También hay un Guardacostas, el 122 “Lago Mascardi” cuyas salidas para controlar la actividad de toda la flota, la legal y la invisible, son bastante más esporádicas que lo que desearían los pescadores de la flota comercial.
El Prefecto asegura que no han detectado anormalidades esta temporada. Que han salido hasta tres veces en un mes y cuando no salen ellos, mueve el Guardacosta desde La Plata para monitorear el área y controlar a la flota.
Es difícil mensurar las capturas de esta flota invisible porque no hay nadie de Pesca Provincia al momento de la descarga. Quizás pueda establecerse el certificado de captura legal, como ocurre con especies como la merluza y abadejo, para poner un poco de luz en semejante informalidad.
Tal vez sea difícil llegar hasta el punto de desembarque en el medio del campo. Pero tampoco se han advertido operativos sobre la Ruta 11 o la Autovía 2 para detectar la carga una vez estibada en cajas térmicas.
En el Acta 24 del Consejo Federal Pesquero de esta semana quedó reflejada la manera en que la Subsecretaría de Pesca distribuyó 240 millones de pesos del Fondo Nacional Pesquero (FONAPE) correspondiente a recursos no coparticipables y coparticipables.
Tal vez los 31,3 millones de pesos que recibió Prefectura y la Armada para tareas de “Patrullaje y Control”, puedan servir para realizar algún operativo en estos puertos campestres privados para controlar a la flota invisible. Ya no tienen excusas para no saber dónde queda el de Punta Indio.
Tal vez con los 20 millones de pesos que recibió la Provincia de Buenos Aires, pueda, la subsecretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca, Carla Seain, el director de Pesca, Matías Nicolosi, o el director de Control y Fiscalización, Bernardo González, pagar las horas extras como para alumbrar las sombras, invisibles, que se dibujan a orillas de la Bahía.
Buen domingo
Buena nota. Una realidad que viene creciendo de hace años. Control cero.
Cero control. Bestias depredadoras, cuando no se respetan vedas prontamente van a quedarse sin trabajo, pero que importa, no? Prefectura, Ministerio de agricultura y Pesca, Chichipiolof, TELEFONO!