Por Alicia Stolkiner, es psicóloga, profesora de Salud Pública y Salud Mental, Facultad de Psicología de la UBA (1985- 2001), investigadora I, directora de la Maestría en Infancias y Juventudes de la UADER y profesora del Doctorado en Salud Mental Comunitaria de la Universidad Nacional de Lanús.
Una adolescente de 15 años murió por el ataque de dos dogos en Córdoba, repitiéndose una tragedia que -con alguna frecuencia- protagonizan estos perros. Como dije en otras oportunidades, no humanizo los animales, pero tampoco los objetivo, son seres vivos e interactúan con lo humano.
En el caso de los perros «de raza» son producidos por lo humano. Entrecomillo raza porque tiene sus bemoles usarla para esto. Curioso que, alrededor de una tragedia protagonizada por animales se vuelva a debates que se aplican a personas (raza, peligrosidad, punitivismo, etc). Quizás el debate sirva para revisar alguna cosas.
Los dogos son una «raza» desarrollada por una familia de la oligarquía tradicional del interior para cazar jabalíes (que trajeron de África y se reprodujeron en la Patagonia).
Se dice que es una raza fallida, sin embargo los he conocido muy mansos. Para los animales, como para los humanos, vale la idea de «series complementarias» de Freud: lo genético, lo congénito y lo producido en la experiencia y la vida.
Los dogos son genéticamente modelados para cazar animales grandes y peligrosos. De hecho los dogos que mataron a la niña los tenía su dueño para cazar pumas y probablemente fomentó su ferocidad por ello.
El problema deviene no sólo de la raza y la genética sino de la crianza en manos de una persona que elige un dogo con el imaginario de violencia y peligrosidad que hay respecto de ellos. Bien dicen que no hay prenda que no se parezca a su dueño.
La doberman de mi madre era buenísima, pero si veía un arma saltaba a la mano, tuve un un ovejero criado en ciudad que nunca había visto una oveja y cuando finalmente vio una majada, salió corriendo a guiarla como si lo hubiera hecho toda la vida. O sea, son especies genéticamente condicionadas para ciertas conductas, pero la crianza también opera y, además, cada uno de ellos tiene características singulares.
Todas estas subespecies (mejor que decir «razas») diseñadas genéticamente, tienen algún defecto: los ovejeros alemanes problemas de cadera, los dálmatas tendencia a la sordera, etc.
Los dogos tienen una mordida más letal que la de otros perros, fueron diseñados para ello. Los criaderos con fines comerciales, con la reproducción a rajatabla, destetes prematuros, y cruce endogámico potencian estas características.
Por cierto la comercialización de perros de raza ha producido una forma de reproducción donde se desteta tempranamente para que la hembra reproductora puede volver a «producir» cachorros y muchas veces se produce reproducción endogámica potenciando características o defectos.
Los perros son animales de vida colectiva y algunas de sus conductas sociales les son trasmitidas antes del destete y durante el cuidado materno, por ejemplo la regulación de la mordida. Luego, si son criados por humanos que los aíslan o, inclusive, los entrenan para el ataque el resultado puede ser de riesgo.
Nos debemos un debate sobre la regulación general de la mercantilización de animales domésticos y las múltiples derivas que la convivencia con ellos, que son seres vivos reconocidos hoy como con derechos también, tiene en la vida urbana actual. (Telam)