El biólogo e investigador de Conicet Juan Pablo García Borboroglu ganó el 9° Indianapolis Prize por su tarea en la investigación, cuidado y protección de los pingüinos, un premio que es considerado como el «Nobel» de la conservación animal, anunció la Sociedad Zoológica de Indianápolis, convirtiéndose en el primer sudamericano en recibir el galardón.

«Este premio es un tremendo reconocimiento al trabajo de toda la vida; yo me dedico desde hace años a conservar los pingüinos, investigarlos, y que una organización internacional de estas características, con dos jurados, me hayan seleccionado es un honor y valida que lo que estamos haciendo está alineado con las prioridades de conservación global», indicó a Télam García Borboroglu.

El biólogo de 53 años, nacido en Mar del Plata, -quien fundó en 2009 la Global Penguin Society de la que actualmente es presidente y con la que protegió 32 millones de acres de hábitat marino y terrestre de pingüinos – señaló que este galardón tiene especial importancia porque «a veces siendo de un país tan al sur como Argentina, de una región tan al sur como la Patagonia es difícil llegar con nuestro mensaje, entonces esto de alguna forma valida que el trabajo que hacemos tiene importancia a nivel global».

Y continuó: «También abre muchas puertas políticas porque a veces quienes nos dedicamos a estas temáticas no somos escuchados o no se nos presta atención»

El biólogo señaló que «necesitando mar y tierra, los pingüinos enfrentan amenazas sin precedentes que requieren cambios a gran escala; a través de este premio, esperamos inspirar e incentivar a las personas de todo el mundo a tomar medidas decisivas para proteger el ambiente; sólo a través de nuestros esfuerzos colectivos podemos garantizar que nuestro ambiente y su vida silvestre puedan prosperar».

García Borboroglu estudió ciencias biológicas en la Universidad de la Patagonia y realizó su doctorado en biología de la Universidad Nacional del Comahue, actualmente es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesor afiliado en la Universidad de Washington y pasó más de tres décadas estudiando pingüinos y liderando esfuerzos de conservación en los cuatro continentes.

El mismo año en que fundó la Global Penguin Society, descubrió solo seis pares de crías de pingüinos en la colonia El Pedral, en la costa este de Argentina; en ese contexto trabajó para que se designara esa área como un refugio para la vida silvestre y reducir los impactos humanos: la zona ahora alberga 4.000 pares.

El investigador también lideró los esfuerzos para crear «Blue Patagonia», una reserva de biósfera de Unesco, que abarca 200 millas de litoral y 7,6 millones de acres de tierra y océano y protege al 40% de la población global de pingüinos magallánicos; se trata del área más biodiversa de Argentina con 67 especies de animales, más de 120 especies de aves y casi 200 especies de invertebrados marinos.

Además, García Borboroglu coordinó el desarrollo de planes de gestión para ocho áreas protegidas desde 1998 en Chile y Argentina.

La creación de estos planes se centra no sólo en los pingüinos, sino también en apoyar a las comunidades locales. Las zonas protegidas impulsan el ecoturismo y el desarrollo sostenible, lo que da lugar a la creación de empleo.

Además es responsable de un programa educativo en la Global Penguin Society, del que participaron más de 200 mil estudiantes de toda Latinoamérica.

«El doctor Pablo Borboroglu es responsable de los principales logros en la comprensión del comportamiento y la ecología de los pingüinos. Ha preservado millones de acres de hábitat crítico de pingüinos, lo que es un logro sorprendente. Es una voz poderosa, optimista y experta para la conservación de animales y es sumamente merecedor del Indianapolis Prize de este año», afirmó por su parte Rob Shumaker, presidente y director ejecutivo de Indianapolis Zoological Society, Inc. en un comunicado difundido por la institución.

García Borboroglu es el noveno ganador del Indianapolis Prize y el primero de Sudamérica: «En países considerados del tercer mundo como Argentina, el ambiente no es una prioridad; siempre hay otras urgencias como las necesidades económicas o sociales y los temas ambientales quedan en cuarta o quinta línea. De hecho en Argentina estamos en época de elecciones y hay muy pocas plataformas ambientales; por suerte, las generaciones más jóvenes sí le dan prioridad al tema ambiental».

«Otro problema de nuestros países -continuó- es que falta muchísima legislación, no hay normas acordes que permitan la protección de la fauna; hay provincias que no tienen fiscalías ambientales (como Chubut), entonces los delitos de este tipo caen en fiscalías comunes donde no tienen formación ni perspectiva ambiental, lo mismo sucede con los jueces».

El investigador enfatizó que «al tener estos países problemáticas económicas tan marcadas, esto pesa sobre lo ambiental en la mayoría de las decisiones».

«Lo importante es que las nuevas generaciones advierten que ya no se puede seguir viviendo de esta manera insostenible, porque es tener una mirada a muy corto plazo», reflexionó.

Fundado en 2006, el Indianapolis Prize reconoce y recompensa a los conservacionistas que han lograron avances significativos para salvar a una especie animal, o a varias especies, de la extinción.

Los ganadores reciben una suma de 250 mil dólares sin restricciones, el premio monetario más cuantioso del mundo que apoya a los conservacionistas; la gala de premiación será el 30 de septiembre, cuando también se anunciará el ganador inaugural del premio Emerging Conservationist Award. (Telam)


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