La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner recordó que «la dolarización fracasó hace 20 años» en Argentina, al advertir que «parece que el pasado quiere venir nuevamente para condicionarnos», y llamó al peronismo a construir «programas de gobierno» porque, dijo, «no se trata de personas».
La vicepresidenta se refirió varias veces al precandidato Javier Milei, sin nombrarlo directamente aunque aludió a él con la palabra «mamarracho», por decir que «la casta (política) tiene miedo», y se preguntó al respecto «a quién le van a hacer creer» desde ese sector que «van a poder controlar lo que hace el poder económico concentrado».
La exmandataria apuntó además contra el economista Emilio Ocampo, elogiado por Milei, por proponer la transferencia fuera del país de «activos y pasivos del Banco Central y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses» para implementar la dolarización, y recordó que muchas de las «principales empresas argentinas» tienen acciones en ese fondo.
Fernández de Kirchner se expresó en estos términos al brindar una charla magistral como parte del lanzamiento de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner (EJNK) en el Teatro Argentino de La Plata, donde estuvo acompañada por funcionarios, dirigentes, legisladores, intendentes y representantes del sindicalismo, entre otros sectores del Frente de Todos (FdT).
Después de que la precediera en el uso de la palabra el exministro de Educación y actual director del Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD) Nicolás Trotta, la Vicepresidenta planteó que «la historia de la Convertibilidad es la historia de la dolarización» y evocó que la paridad del dólar y el peso «empezó con Plan Bonex y terminó con la captura de todos los depósitos» con el corralito del Gobierno de Fernando De la Rúa en 2001.
«Estamos todos discutiendo lo que fracasó hace 20 años. La bomba explotó en la cara de 40 millones de argentinos, en las plazas, en la desocupación y en la captación. Nos dijeron que un peso era igual a un dólar. Significa que primero hubo que capturar todos los plazos fijos en los bancos. Y en virtud de eso, con el Plan Bonex, se pudo anunciar la convertibilidad que fue sostenida con los dólares de las privatizaciones y el endeudamiento que la Nación tomaba para que la base monetaria estuviera respaldada», reseñó.
Como parte de su discurso, sostuvo que el acuerdo firmado con el FMI es «inflacionario» y añadió que ese efecto reviste el «gran problema que tiene la sociedad argentina».
Tras advertir que el convenio rubricado consiste en una «política enlatada que se aplica como una receta monotemática a todos los países», llamó a «revisar las cláusulas».
De todos modos, aclaró que «nadie dice que no haya que pagarle» al FMI, «más allá de la discusión de las sobretasas», aunque sí abogó por que «se revisen las condicionalidades» del acuerdo y afirmó que en el futuro «va a haber que discutir que las sumas que se paguen al Fondo estén atadas con un porcentaje al superávit comercial».
Llegada a ese punto convocó a «sentarse» a todas las fuerzas políticas «no a ver si va a haber flexibilización laboral o educación pública gratuita o no gratuita», dijo, sino para avanzar en un «acuerdo» en materia económica para que «el país funcione normalmente y no sea un parto cada elección y un drama cada movimiento cambiario».
En ese aspecto, convocó a construir «programas de gobierno» porque, dijo, «no se trata de personas».
A pesar de la expectativa del auditorio, no hubo alusiones a definiciones electorales y, ante el clamor de la asistencia por una candidatura presidencial, se limitó a responder que «no se hagan los rulos».
Tras expresar que «no es causalidad que la única dirigente política que fue condenada, proscripta, inhabilitada e intentada asesinar sea una sola», cruzó a Milei al hacer referencia a «esos mamarrachos» del sector libertario que «andan diciendo que la casta tiene miedo».
«¿Miedo de qué? Si nunca te pasó nada, hermano. ¡Caraduras!. Miedo tengo de que mis nietos puedan crecer en un país tan injusto y tan inequitativo», replicó, y confió: «Yo ya viví, temo por los jóvenes».
Como otro de sus mensajes, aclaró también que cuando convocó a la militancia a «tomar el bastón de mariscal» no era para «dárselo por la cabeza a otro compañero», sino para «poder ayudar a pensar una sociedad y un país diferente y ver cómo podemos contribuir a un futuro mejor». (Telam)