Por: Roberto Garrone
En un contexto general dominado por los grises que patina la pandemia, la industria naval pesquera que se desarrolla en Mar del Plata, tanto en construcciones como en reparaciones, luce como un oasis en el desierto, un brote verde que creció y parece florecer de la mano de inversiones para ampliar capacidades productivas, la incorporación de nuevas herramientas y maquinarias que terminarán generando más puestos de trabajo calificados.
Astillero Contessi acaba de botar el “Siempre María Elena”, un costero de casi 21 metros que operará sobre la pesquería de langostino desde el puerto de Rawson. Fue un barco construido completamente bajo los protocolos sanitarios del covid-19, que alteró plazos de entrega pero nunca pudo frenar la rueda.
El mes pasado había sido SPI Astilleros que botó dos costeros casi en simultáneo, el “Merluan” y el “Barlovento”, también para el mismo puerto patagónico y la misma especie. El langostino, su abundancia y rentabilidad, le regaló cierta previsibilidad a la industria naval pesquera.
Antes de este trío, en Contessi se habían botado el “Espartano”, “Nuevo Quequén” y “Padrino”. En SPI el “Don Nacho” y un tiempo antes, en Tecnopesca, una tarde de frío invierno bautizaron el “Francesca”, un costero que opera desde Mar del Plata.
Pero la industria naval estaba preparada para dar el siguiente paso. Animarse a buques más grandes. La ley de renovación de flota pesquera promulgada en el gobierno anterior, generó las primeras obras de mayor envergadura como los fresqueros de cubierta corrida “Luca Santino”, “Acrux” y el tangonero congelador “Federico C”. El envión tomó más impulso cuando Solimeno se decidió a construir un nuevo tangonero de 39,90 metros en SPI.
El astillero de Horacio Tettamanti había anunciado también la construcción de una dragalina para garantizar el pleno funcionamiento de los diques flotantes amarrados sobre el muelle 7 donde es líder en reparaciones navales.
Pero SPI apuesta a los diques y también a las obras sobre tierra firme. Hace unos días anunció la edificación de una nueva nave industrial con dos puentes grúa para la construcción de buques de hasta 50 metros de eslora, transformación y reparación de buques, así como la puesta en valor del sistema de transferencia de barcos y la ampliación de la capacidad del syncro, que le permite el ingreso y egreso de las embarcaciones a sus instalaciones. Sobre todo, bajar el tangonero de “Tony”.
En TPA no tienen firmado ningún contrato de construcción pero trabaja en el diseño de un prototipo de 35 metros. Mientras tanto pusieron a nuevo los pesqueros “Promarsa III” y “Cabo Vírgenes”. Tecnopesca también realizó obras estructurales nuevas donde acaba de poner en marcha un nuevo pantógrafo con plasma y oxicorte y una máquina plegadora con una capacidad de 320 toneladas., gestionadas por control numérico.
Esta semana su varadero recuperó un 30% de espacio a partir de la salida de los cascos inactivos de dos pesqueros abandonados que forman parte de la quiebra de Barillari, anterior propietario de las instalaciones. En ese espacio primero se desguazarán un par de buques inactivos que ocupan el muelle 2 y luego aumentarán la capacidad operativa de TPA.
Lo mismo ocurrió en SPI, donde por gestiones del Consorcio Portuario, removieron el casco del “Alison”, un pesquero abandonado por 35 años y que restaba espacio en la planificación de los movimientos en las gradas. Ahí también se desguazará el “Chiarpesca 57” y luego será aprovechado por el astillero para sus obras privadas.
Hasta ahora los pesqueros como el “Federico C” que construyo Contessi o el que construirá SPI para Solimeno alimentaron la industria naval gallega, más precisamente en Armón, Vigo. La demostración que pueden construirse en gradas argentinas generó otro fenómeno singular. Contessi tiene su agenda de trabajo completa por los próximos dos años. Uno solo de esas construcciones es un barco costero. Todos los demás son pesqueros de altura.
Que Solimeno, el principal armador pesquero nacional, decida volver a construir un barco nuevo después del “Letare”, hace casi 30 años, también es un gesto de respaldo trascendental para la industria local.
El Estado también emite señales concordantes que riegan esos brotes verdes. La Secretaría de Industria acaba de rechazar la importación de un buque pesquero usado de 52 metros de eslora. “Estas decisiones nos invitan a realizar nuevas inversiones para construir más buques y de mayor tamaño en forma simultánea”, subraya Domingo Contessi, presidente del astillero.
Contessi ya amplió sus instalaciones e incorporó nuevas herramientas para hacer frente a este momento. En menos de un año botó 4 embarcaciones para lo cual tuvo que incorporar más personal. Ahora anunciaron una segunda etapa de obras por 1018 millones de pesos, con la construcción de una nueva nave y varadero más próximo a los elevadores de los silos.
El plazo de ejecución implica 4 años de trabajo, pero en menos de un año proyectan que su lista de personal crezca un 30% y se acerque a los 100 obreros directos.
La industria naval es considerada madre de industrias. Por cada obrero naval directo hay más de tres que trabajan en empresas contratistas: carpintería, electricidad, calderería, refrigeración y proveedores como las artes de pesca, guinches, motores, equipamiento electrónico y hasta la parrilla colocada en la cubierta del “Federico C”.
Se denomina “Parriwatt”; es eléctrica conectada a 220 w, con resistencia doble, inferior para cocción lenta y superior para grillado que no ahuma ni consume oxígeno. Posee ventana de inspección de vidrio templado y luz led de observación y llaves de encendido con luz led testigo.
No es china ni mucho menos. La diseñó y construyó Resistencias Mar del Plata, uno de los tantos proveedores de una industria naval que, por fin, parece despegar.