Julia Raimundi, psicóloga formada en la Universidad Nacional de Buenos Aires e investigadora del Instituto de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología (IPSIBAT, CONICET-UNMDP), se especializa en psicología del deporte. Esta disciplina, que surgió hace alrededor de 60 años y lleva 30 años de desarrollo en Argentina, busca responder dos grandes preguntas: ¿cuáles son los factores psicológicos que influyen en el rendimiento? y ¿cuál es el impacto de la actividad física en el bienestar de las personas?
Raimundi explica que en general es más conocido el rol del profesional que trabaja en alto rendimiento y que esto limita el campo de acción porque son pocas las personas que alcanzan este nivel de desempeño respecto a todas las que practican algún deporte, ejercicio o hacen simplemente actividad física. Lo emocional influye en el rendimiento e impacta en el desempeño, por eso la psicología del deporte elabora un diagnóstico, al igual que lo hace un preparador físico, sobre habilidades como la concentración, la motivación, la confianza, la gestión de las emociones, el control atencional y la capacidad para visualización de los deportistas.
“Primero se evalúan esas habilidades en las personas ¿cuánto las aplica? ¿conoce su nivel de gestión de estas habilidades? Porque lo importante es saber que esas capacidades son entrenables. A veces se piensa que lo psicológico se da o no se da, como si fuera algo del talento, se tiene confianza o no se la tiene, y de alguna manera eso limita la capacidad de la persona para desempeñarse en una actividad”, indica la investigadora. Luego de esa evaluación se desarrolla un plan de entrenamiento específico para cada una de las habilidades. Por ejemplo: ¿cómo se focaliza el deportista más allá del enojo?, ¿qué le impide concentrarse? o ¿se visualiza ejecutando una acción? En este último caso, la visualización, es un mecanismo que promueve la confianza para realizarla y permite desarrollar el patrón de movimiento necesario para llevarlo a cabo.
¿Cuál es el caso del Seleccionado de fútbol masculino que está a punto de disputar un nuevo mundial? Raimundi señala que el seleccionado masculino de fútbol mayor no tiene un profesional en psicología del deporte como parte del cuerpo técnico. “Hace mucho tiempo trabajó un psicólogo en instancias formativas y hoy en día hay muchos trabajando en las inferiores de los clubes, diferente es el caso de clubes locales como Aldosivi o Alvarado que sí cuentan con especialistas”, sostiene la investigadora.
Raimundi añade que el asesoramiento de la psicología del deporte no es algo mágico que permita “no descender”. Es un proceso de trabajo que, como la nutrición y la biomecánica, permite mejorar los resultados, cuando se trabaja a largo plazo y de manera sistemática. El club River Plate, por ejemplo, contó con un equipo de especialistas en psicología del deporte trabajando en las divisiones inferiores, que luego se sumó a la primera división.
“Yo tuve la posibilidad de trabajar con algunas selecciones formativas femeninas de vóley y básquet. Pero ¿qué pasa? Que la selección es eso: una selección de los y las mejores de ese deporte en un momento específico, que a veces se han mantenido en su nivel durante muchos años, en su máximo nivel. No es solamente un rendimiento individual lo que hace a la eficacia de un equipo, se trata de la cohesión entre jugadores, de decisiones tácticas pero que pueden hacer que el funcionamiento del equipo se modifique, que haya un objetivo común, que se desempeñen roles específicos, que haya alguien que lidere -dentro y fuera de la cancha, con una filosofía de trabajo y una forma de conducirse- “, asegura la especialista.
Raimundi explica que además en los deportes grupales hay otras cuestiones que también suman al resultado final. Las ciencias del deporte permiten preparar a los equipos de la mejor forma para llegar con la mayor probabilidad de que el resultado positivo suceda. En deportes de tiempo y marca, como el atletismo, no hay mucha variabilidad en el rendimiento, porque no hay factores situacionales que afecten el rendimiento, en general quien tiene la mejor marca gana. En cambio, en los deportes de situación, hay decisiones propias, arbitrales y un rival que también juega que pueden hacer que el resultado cambie. “Entender el rendimiento deportivo y cómo se da el resultado es muy difícil, porque pueden pasar muchas cosas en segundos y son definitorias. El entrenamiento, que incluye la psicología del deporte, permite entender que se controla el rendimiento, pero no el resultado. Se puede preparar al equipo de la mejor manera, pero el que está en la cancha es el jugador. Lo cual ayuda a entender, además, el rol de los entrenadores, que no tienen un joystick para controlar a los jugadores”, añade la psicóloga.
Además de los jugadores, el equipo rival y el cuerpo técnico dentro de la cancha hay otro protagonista: la hinchada ¿Qué pasa con los jugadores cuando las hinchadas insultan? Raimundi afirma que el rendimiento también se encuentra afectado por el contexto, sobre todo en Argentina. “El fenómeno de las barras en los partidos de fútbol ha sido estudiado por especialistas de otros países, es un fenómeno cultural muy particular. La psicología del deporte ayuda a los jugadores a desarrollar habilidades para que los insultos no ejerzan una presión extra o les quite del foco de concentración, de tener que seguir jugando. Es un aprendizaje difícil, porque tienen que vivirlo todos los domingos y en los torneos nacionales nunca tienen hinchada propia cuando van de visitante. Eso puede generar gritos de todo tipo, sin ninguna sanción”, reflexiona Julia. Este hecho se profundiza aún más en las redes sociales, donde el comentario es fácil de hacer y no tiene ninguna consecuencia en quien lo escribe, pero sí tiene impacto negativo en los destinatarios.
Raimundi inició su línea de investigación trabajando con adolescentes de selecciones nacionales con alta dedicación al deporte, analizando el contexto social del deporte adolescente incluyendo a entrenadores y padres como figuras relevantes en el acompañamiento general, no solo en la imagen deportiva. “En categorías más chicas los entrenadores y entrenadoras son figuras clave en todos los jugadores, por ahí no tanto en lo que ocurre en el partido en sí, sino en la diaria de todos los entrenamientos. Porque el equipo se alinea bajo un líder, como vemos con el seleccionado mayor de fútbol masculino: la Scaloneta”, cuenta Raimundi.
Actualmente Raimundi investiga cómo las conductas de los entrenadores y las percepciones que los deportistas tienen acerca de lo que los entrenadores hacen o dejan de hacer impactan sobre su compromiso, su bienestar y las ganas de continuar en el deporte. Su trabajo se enfoca específicamente en dos deportes: vóley y básquet, que tienen un desarrollo similar en cuanto a estructura deportiva y a nivel federal. Esta investigación genera información para trabajar en las escuelas de formación de entrenadores, abordando estrategias y recursos que ellos tienen para enseñar, no desde lo técnico y táctico sino desde cómo corrigen, explican y muestran un ejercicio, para que esos climas que generan mantengan la motivación y promuevan el compromiso de los deportistas, y no todo lo contrario.
“No hay demasiada información en el área, por eso comenzar con entrenadores permite generar un insumo para utilizar en clínicas anuales. Para compartir con esos entrenadores a quienes además se les exige mucho. Si no ganan se desvaloriza todo el trabajo, y el resultado es una conjunción de múltiples condiciones, que no reflejan necesariamente todo lo que se hace. El mejor equipo no es sólo la suma de excelentes jugadores”, sostiene la especialista.
“No hay que perder de vista que el Mundial, como los Juegos Olímpicos, son la cumbre del deporte, donde participa una porción muy pequeña, pero eso no significa que uno no pueda tener disfrute en el alto rendimiento. Hay muchas familias y entrenadores que piensan que cualquier niño a los tres años va a ser fichado y ser figura. Pero es irreal, hay todo un camino para llegar ahí y las personas deberían tener la posibilidad de elegir el deporte y disfrutarlo y no que sea un destino indiscutido”, concluye Raimundi.
Por Daniela Garanzini para el CONICET Mar del Plata