Por: Roberto Garrone
A esta altura del partido ya no se entiende el rol de Gabriel Aguilar en la Secretaría de Pesca de Chubut. Para qué lado juega, lo resumen en el muelle del puerto de Rawson mientras revisaban la Resolución 371/22 que establecía el comienzo de la prospección de langostino dentro del área de esfuerzo restringido en aguas provinciales para el pasado viernes, cuando la flota todavía tenía algunos pendientes salariales que resolver.
No queda claro a esta altura si la decisión del funcionario tuvo como objetivo meterle presión al SOMU, que todavía no terminó de cerrar el acuerdo con la CAFACH, la cámara que agrupa a la flota costera, por el valor del kilo de langostino, o si en realidad ofició de espada de Damocles para los armadores, teniendo la bandera verde de largada a la vista cuando la cosa esta más que empantanada.
La otra alternativa es que como los bloqueos de los estibadores del SUPA estaban escalando, y Aguilar proviene de ese sector, la mejor manera de desactivarlos era mandando a la flota al agua, o al menos dibujar la intención en una Resolución que por ahora es cartón pintado.
Acá las cadenas del negocio corren de manera más fluida que en Mar del Plata donde la rentabilidad de la merluza se evaporó con el proyecto de construcción del muelle 9. Por eso que no arranque la temporada tiene más que ver con internas, egos, pases de factura y falta sentido común. Trabajadores marítimos que cobran holgadamente más a fin de mes impiden el trabajo de los eslabones más débiles, los obreros de planta.
Esos reflejos que asoman cada tanto cada vez que hay que ponerle piedras en el camino a la flota marplatense cuando arranca la temporada en aguas nacionales, sea el FAP, la auto victimización tras la Resolución 9 con sus piquetes y bloqueos, o el aumento desproporcionado del canon pesquero en Camarones, ahora brillan por su ausencia y permiten que consumada ya la primera semana de noviembre el inicio de la temporada dibuje un gran signo de interrogación.
Awstin, Aguilar, Arcioni, alguien debería convocar a todos los sectores en torno a una mesa en el Ministerio de Trabajo y encauzar las negociaciones informales en un espacio formal. Con la ayuda de algún jugador externo al microclima quizás puedan ver lo que vieron los dirigentes del Siconara y el propio Frías. Que de otra forma el incremento terminaba retenido por el impuesto a las ganancias.
Ambos dirigentes entienden que firmar el 62% en la recomposición de los valores anuales no es firmar a la baja o perder contra la inflación. Es garantizar la misma cuota en negro que arrastraban desde antes. O creerán los Patrones que les aumentarán el blanco si cobran 350 pesos por kilo como piden.
Que el año pasado hayan reconocido un 10% por sobre la inflación y paguen cada tramo del reajuste en una sola cuota, es una cosa, otra es que amplíen el blanco y no achiquen el negro.
Alguna autoridad política debería explicar lo que esta en juego. Que la temporada no solo sirve para hacer más millonarios a los armadores costeros que pueden descargar en un mes 30 mil cajones de 16 kilos de langostino a razón de 2,60 dólares por kilo. Saquen la cuenta.
Hay una larga lista de beneficiaros de la bonanza del oro rojo. La zafra de langostino en aguas provinciales dinamiza el empleo en una provincia que suma días y días sin clase. Trabajo no solo en la propia industria en Rawson y ciudades del valle y en Madryn, sino que los salarios de marítimos, estiba, alimentación, transporte, sostiene actividades conexas y diversas.
Aunque la mayoría se exporta como cola en bloque de 2 kilos para reprocesar en terceros países, la industria genera divisas en tiempos de reservas flacas. Mantenerla retenida porque marineros a los que les garantizan 100 pesos el kilo, según el barco puede ser unos pesos más o menos en el bolsillo (recuerde la cantidad de cajones por mes que podía meter un barco en plena zafra), más los beneficios fijos, y piden un 10% más de la actualización que se ajusta por la evolución de la inflación, obliga a hacer otras lecturas, o intentar explicar por qué perderán 15 días de pesca, irrecuperables más allá que consigan un reajuste del 150%.
La interna del SOMU en Rawson crece a partir de la falta de un liderazgo fuerte. Andrés Vera está jaqueado por Daniel Cisterna, el delegado de Camarones y de la vieja guardia de marineros, y Ricardo Soto, ex Delegado en Rawson en los tiempos que las riendas del gremio las tenía el Caballo, y de vuelta al agua, se hace un pic nic en cada asamblea donde ponen a consideración alternativas insólitas como la dolarización o el congelamiento del precio del combustible.
El domingo pasado desde esta misma columna preguntábamos si la madurez que mostraban los gremios en Mar del Plata para no pisar el palito que les tiende la patronal con sus dilaciones y propuestas en varias cuotas alejadas del 100% de inflación que redondeará el 2022, y así empujarlos a una medida de fuerza, si esa madurez también sería un atributo de los dirigentes marítimos en Rawson. Si estaban al tanto de lo que estaba en juego con la temporada.
Los hechos de esta semana, los patrones desconociendo lo que firmaron los capitanes, los marineros envueltos en una confusión que a esta altura ya no saben ni lo que piden –sino no solicitarían reajustes sobre meses en los que ya se ajustaron, la de los meses por venir hasta marzo 2023, o el reajuste a valores de abril 2022 y no octubre 2021- responden la pregunta por si solos.
Como la responde la “cruzada” del armador del “Don Bocha”, que firmó el viernes a última hora un precio desorbitante y el SOMU lo llevó como un trofeo de guerra a la asamblea de ayer mientras el resto de los armadores artesanales buscaban al empresario para que se retracte. Cómo será la pifia que ni siquiera querían a esperar al lunes para revocarlo en el Ministerio de Trabajo.
Capítulos de una novela que podría ser una comedia sino fuese porque todos estos hechos no hacen más que complicar las negociaciones y mantener los barcos retenidos en muelle. Y con la temporada en suspenso no llega langostino fresco para que se active el empleo en miles de trabajadores. Ahí todo cambia de tono y la comedia se transforma en tragedia.
Foto: @kevin_Rgc