Por: Roberto Garrone

El gobierno terminó el viernes con la promoción para que el campo liquide la soja con el dólar a 200 pesos y las reservas líquidas del Banco Central recuperaron pulso aunque siguen en situación crítica y con panorama incierto.

Quien no liquidó hasta el viernes se sentará en los silos bolsa a esperar hasta la próxima cosecha lo que el gobierno viene esquivando desde que asumió Massa, una devaluación brusca que le permita mejorar la ecuación que le ofreció el super ministro.

En este contexto en que los exportadores agropecuarios casi que cerraron la canilla de dólares que calmó la sed del Banco Central durante septiembre, la industria pesquera no tiene mucho para aportar al caudal, y lo poco que tiene no tendrá un valor diferencial como había pedido el sector.

Recordemos que referentes de las distintas cámaras empresarias se habían reunido semanas atrás con el nuevo Secretario de Agricultura y su equipo de trabajo, ante quien se comprometieron a liquidar unos 300 millones de dólares, fruto de las ventas del inicio del segundo semestre.

La promesa está cerca de cumplirse, según los números de las exportaciones pesqueras entre enero y agosto que elabora mensualmente CAPECA. El sector sumó 312.105 toneladas vendidas al exterior, las cuales generaron 1.252 millones de dólares, una merma del 3,5% en relación a las divisas generadas en los primeros 8 meses del 2021.

El mes anterior, es decir, entre enero y julio, el sector sumaba 269.485 toneladas de exportación, por las que ingresaron 1.038 millones.

En agosto la industria pesquera argentina vendió 42 mil toneladas de productos de mar al exterior por los que generó ingresos de 215 millones de dólares.

¿Cómo había sido el año pasado?. Bastante mejor: En volumen las exportaciones fueron un 15% mayores, se comercializaron 48.253 toneladas y los ingresos fueron también superiores: 250 millones de dólares.

Los números del 2022 no dejan de reflejar las ambigüedades que ofrecen los distintos mercados de las principales especies que exporta la pesca nacional. La merluza en filet incrementó un 13,7% su valor exportado de la mano del resurgimiento del pescado blanco tras la invasión rusa a Ucrania. Brasil sigue siendo el principal destino pero con menos ventas, al igual que España. Crecen nuevos mercados como Israel, Polonia y Croacia, con valores promedio sobre los 3300 dólares la tonelada. El año pasado pagaban 2800.

El langostino, el “Messi” de la pesca nacional, muestra claroscuros y eso incide en los números generales. El que se vende entero mermó sus ventas un -22,4% en los primeros ocho meses del año. Esta semana comienza la Feria de Vigo y ahí están puestas las últimas fichas de las empresas locales para intentar incrementar las ventas.

Al menos en la estadística, el precio que declaran las empresas no bajó tanto como dicen. Apenas menos del 4%. “Debe ser por el promedio acumulado. La tendencia es mala. Veremos estos dos meses a ver si aparece China por el Año Nuevo”, confió un industrial en las últimas horas.

La crisis del mercado europeo, con inflación, devaluación del euro y encarecimiento de la energía lo testimonia Italia, donde las ventas se desplomaron: apenas 3 mil toneladas, 74,4% menos que el año pasado.

La exportación de colas de langostino tiene algunos signos positivos. Las mismas llegaron a 33.526 toneladas, 25% menos que el año pasado, explicado no en la falta de ventas que tiene este producto sino en que la flota fresquera que capturó el marisco, tanto costera como fresquera, mostró menos descargas.

La mejora en el precio promedio, de 7200 a 7900 dólares la tonelada, ayudó a maquillar las mermas en divisas, que alcanzaron los 266 millones de dólares, un 18% menos que el año pasado. Entero y cola, el langostino perdió protagonismo en la torta total de exportaciones. Suman menos de la mitad de las exportaciones cuando el año pasado superó el 60%.

La industria sigue esperando por el “dólar langostino” que pidieron hace un par de semanas los referentes de ocho de las principales empresas del sector. La carta a Massa, en que detallaron la tormenta perfecta: suba de costos internos, caída de precios internacionales y ausencia de ventas, parece no haber funcionado.

La respuesta oficial fue menos que tibia: otro encuentro con el secretario Bahilo para volver a recitar las penas. No por lo que pasó, que ya es historia, sino por lo que se viene. La zafra 2023 lo único que tiene garantizado es la abundancia del marisco. Quién, cómo y durante cuánto tiempo lo pesca, es un gran interrogante.


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