Por: Roberto Garrone
Más allá que asoma como un bloque compacto el integrado por una docena de sindicatos marítimos y fluviales, con acercar un poco la lupa se advierten algunas grietas. Más por ver quién sale mejor en la foto, y ahí Jorge Frías siempre camina tres pasos adelante del resto, que por discrepancias profundas más allá de las habituales que puede haber entre oficiales y marineros.
Así como los Capitanes decidieron extender las primeras 48 horas de paro, ahora los maquinistas y motoristas navales se mantienen distante del borrador que promueve Pablo Trueba junto con algunos armadores para acercarle al mandatario provincial.
Los oficiales de máquinas creen que ya tienen su propio compromiso rubricado por autoridades de las áreas de Salud, Transporte, Trabajo y la propia Subsecretaria de Pesca. Que no necesitan recordarle nada al Gobernador.
Las mismas firmas que horas después permitieron destrabar el segundo paro de 48 horas que habían impulsado los gremios esta semana, en este caso, incorporando el cambio de categoría para los trabajadores marítimos que pasaron de esenciales a estratégicos cuando avance a la siguiente fase el plan de vacunación.
Axel es el destino de la misiva porque son las jurisdicciones provinciales las que canalizan las dosis. El objetivo es persuadirlo para que cuando aumente la llegada de vacunas y terminen con la población objetivo, arranquen con los trabajadores marítimos. El problema es que en esa línea de largada hay anotados personal de muchas otras industrias, igual de estratégicos.
Los oficiales de máquinas caminan por otra senda. Confeccionaron un listado con los casos más sensibles, comorbilidades a quienes todavía no les ha tocado. En paralelo, desde el Gobierno nacional aseguraron a los referentes sindicales que habrá un tratamiento humano en puertos patagónicos con desembarque inmediato de las tripulaciones que registren casos positivos.
Mientras en Mar del Plata siguen sumando casos positivos entre tripulaciones, uno de los últimos focos se había registrado en el fresquero “María Gloria” donde había, al menos cinco contagiados hasta el viernes, y muchos armadores deben sumar relevos para poder cubrir a todo el personal aislado, otros, como Antonio Solimeno, muestra sus miserias.
“Tony” es uno de los principales generadores de trabajo registrado en la industria pesquera local. Entre personal embarcado y en los frigoríficos de tierra debe orillar las 800 personas. Es, tal vez, el armador más prolijo y esmerado con su flota y quien dio el paso adelante con la automatización del proceso productivo en Mar del Plata.
Siempre dispuesto a comprar barcos usados a bajo precio que liquidan en Europa, el año pasado tomó la decisión de construir un barco nuevo en las gradas de SPI Astilleros. No lo hacía desde hacía más de 30 años que mandó a construir el San Antonino III en Contessi.
Pero Solimeno tiene un lado B. También es uno de los que se aprovechó con la triangulación de permisos de pesca que terminaron en el desembarco de grandes buques factoría en los años ’90. Ese aumento significativo en el aumento del esfuerzo pesquero no tardó en generar consecuencias: a principios del nuevo siglo se llevaron puesta la merluza hubbsi.
El “Navegantes”, “Luca Mario” y Ponte de Rande” son sus naves insignias. Son las piezas fundamentales de la última trampa de Solimeno: la subdeclaración de merluza a través de la nototenia. Una trampa que le generó ganancias millonarias.
La nototenia es una especie sin valor comercial pero que sus congeladores no paraban de pescar, según reflejaban las actas de descarga. Solo ahí aparecían las nototenias, en los papeles. En la bodega de los barcos era merluza. Millones y millones de kilos robados en más de un lustro, con la complicidad de los inspectores embarcados y los de muelle que convalidaban la trampa en los papeles. Ni hablar de las autoridades pesqueras.
Merluza free que nunca se descontó de la cuota asignada y le permitieron despegar con su negocio de empanados en la planta modelo de Ortiz de Zárate. Lo que otros hacían en base a recortes de pescado, Tony las hacía con filet de la mejor calidad. Y gratis.
La trampa fue descubierta en el 2017 y desde entonces ofició un milagro. Los barcos de Solimeno de pronto dejaron de pescarla y tampoco figuró en las actas de descarga.
Ni con los permisos de pesca truchos que le permitieron ser una empresa integrada, mucho menos con el fraude de las nototenias, Solimeno tuvo sanción alguna, ni de la justicia, mucho menos de parte de alguna de las tantas autoridades pesqueras que desfilaron por la Subsecretaría de Pesca.
Revestido de impunidad no se privó de peticionar ayudas al Estado cuando la pesca desembarcó en alguna de sus frecuentes crisis que erosionan su rentabilidad; recibir gas oil a un precio diferenciado del resto de los armadores, liquidar salarios con porciones en negro y hasta incrementos salariales con sumas no remunerativas. El Estado, por acción u omisión, siempre estuvo del otro lado para permitirlo.
Pero ahora, cuando el Estado en medio de una pandemia que ha trastocado el eje del mundo entero, les solicita a los poseedores de grandes fortunas como la que logró amasar Solimeno, con las “singularidades”, antes descriptas, un aporte extraordinario, por única vez, para atender la emergencia de los que peor la pasan, la respuesta es hacer un planteo en AFIP para no pagarlo.
Luis Antonio Solimeno presentó su oposición en el Juzgado Federal de primera instancia N°2, secretaría 1 de Mar del Plata. Su apellido integra una larga lista que publicó días pasados el diario Página 12, y en el que ni siquiera figura algún otro empresario de la pesca, tan millonario y tramposo como Solimeno.
Una muestra más que no hacen otra cosa que revalidar sus pergaminos. Tony es un distinto. En el más amplio sentido de la palabra.