El 10 de abril se celebra el Día del Investigador Científico en conmemoración al nacimiento del doctor Bernardo Houssay en 1887, fundador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y el primer argentino y latinoamericano en ser galardonado con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1947.

Como cada año, desde el CONICET Mar del Plata dialogamos con un miembro del organismo que combinen trayectoria, historia y pasión. En esta oportunidad, conocemos a Patricia Frontini, investigadora superior del INTEMA con más de 40 años de actividad científica, que reúne en su historia personal y en su área de trabajo una cualidad: la perdurabilidad en el tiempo, como parte de la historia de la ciudad de Mar del Plata y en su línea de su investigación sobre los materiales.

Patricia Frontini desarrolla sus tareas en el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de los Materiales (INTEMA, CONICET-UNMDP) desde los inicios de su carrera, atravesó límites geográficos y científicos con sus trabajos acerca del comportamiento de los materiales poliméricos con gran impacto en la industria automotriz y biomédica, entre otros. Recibió distinciones nacionales e internacionales como el «Premio Bernardo Houssay 2005» en el área de Desarrollos Tecnológicos, el Premio a la Trayectoria Femenina 2006 de la Municipalidad de General Pueyrredon y el Premio Consagración 2015 “Ing. Miguel de Santiago”, instituido por la Academia de Ingeniería de la provincia de Buenos Aires, entre otros reconocimientos. Recientemente fue elegida para publicar en el volumen especial de la revista Frontiers in Materials, Women in Science, una de las revistas internacionales más importantes en la temática.

Más allá de la ciencia, Patricia ama el básquet, vóley, trekking y esquí, es fanática del cine y de las novelas históricas. Le gusta bailar y le fascinan The Beatles. Además de contar con una gran trayectoria como investigadora, posee una historia familiar muy vinculada a la historia marplatense.

Es cuarta generación de marplatenses y descendiente de los primeros pobladores de la ciudad por parte de su abuela paterna. Es tataranieta de los franceses Fernando Bonnet y su esposa Juana Fabbre, fundadores de “La Fonda del Huevo” en 1859, inicialmente una casa de adobe en un terreno que había adquirido en un sector de la manzana donde estuvo edificado durante décadas el Royal Hotel, en la famosa esquina de 25 de mayo y Santiago del Estero. Allí recibían huéspedes de los pueblos vecinos y estancias de la zona y es considerado el primer eslabón de la industria hotelera marplatense.

Su padre, Ricardo Frontini, se desempeñó durante más de 25 años como director y profesor de química de la Escuela de cerámica Rogelio Irurtia. Y su madre es la profesora Isis Gaebeler de Frontini, descendiente de don Gulillermo Gaebeler quien en 1888 puso la piedra fundamental de Villa General Paz, que dio lugar a  la actual ciudad de Lanús.

Inquieta de mente y de cuerpo, casi por genética, Patricia incursiona permanentemente en el estudio de idiomas y es aficionada a mirar tenis profesional y fútbol. “Mi abuelo Federico Gaebeler  fue parte de la comisión directiva del Club Lanús muchos años atrás. Simpatizo con  River Plate, el Milan y el  Atletic de Madrid, consecuentemente con lugares donde trabajé por periodos largos”, afirma Patricia.

Sus primeros pasos en la ciencia fueron como Becaria de Iniciación y Perfeccionamiento del CONICET en 1979 e ingresó a carrera de investigación en 1988 con la llegada a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) de los Doctores Roberto Williams y Daniel Loffler, impulsores de la creación del INTEMA. “Al terminar el período de beca  fui a estudiar al Politécnico de Milán, en Italia. Mi esposo me acompañó y apoyó. Ya tenía una hija y a los veinte días de mi regreso al país nació mi segunda hija”, relata Patricia.

Para Patricia la vocación por la ciencia es algo innato, ya que su crecimiento y crianza fue en un ambiente académico donde estudiar era algo natural en la familia. Y añade: “Pertenezco a una familia de mujeres universitarias, mi bisabuela se graduó en la universidad de Pavia en el siglo XX, mi tía abuela fue de las primeras médicas argentinas, mi abuela directora de escuela, mi mamá y mi tía profesoras”.

Su trabajo científico tuvo gran impacto internacional, participó de diversos desarrollos para el sector productivo. “Cuando fui a estudiar a Italia, enfrenté una nueva temática que derivó en la apertura de un grupo de investigación sobre el Desempeño mecánico e Integridad Estructural de materiales poliméricos y partes plásticas. En ese momento este tema era completamente innovador en Argentina y América Latina. Los comienzos fueron muy difíciles, porque para iniciar una línea nueva de trabajo se necesita de recursos financieros importantes, y eso no es sencillo”.

Desde que regresó de Italia en 1987, y junto a su nuevo grupo de investigación, desarrolló con éxito un Área de Investigación sobre Deformación y Fractura de Materiales Plásticos que incluye estudios sobre elasticidad, visco-elasticidad, mecánica de fractura, micromecanismos de Falla, mecánica de contacto, rendimiento de materiales bajo carga de alta velocidad y comportamiento de rendimiento bajo carga multiaxial de polímeros y compuestos. Como resultado de todo su trabajo, cosechó más de 300 publicaciones en índices, revistas y actas. Y su trabajo científico tuvo un impacto considerable en la comunidad científica internacional, ya que surge de los numerosos proyectos de colaboración internacional con Australia, Hungría, Italia, Brasil, Portugal, Alemania y España.

“Durante los últimos 20 años actué como consultora industrial en el área de polímeros para la industria petrolera y la industria manufacturera. Las actividades principales se enfocaron hacia la determinación de propiedades estructurales relevantes y ecuaciones constitutivas para el diseño de ingeniería, selección de materiales, análisis de fallas y plásticos bajo carga multiaxial y rendimiento de alta velocidad”, relata Patricia.

Rememorando estos casi 40 años de trayectoria, Patricia explica que una parte esencial para ella fue el respeto por su trabajo de los colegas extranjeros ya que gracias a ellos pudo avanzar en su carrera. Y afirma: “He sido invitada en muchas ocasiones a dar conferencias y cursos y proyectos de colaboración en el extranjero. A diferencia de lo que sucedía en el entorno local, en el extranjero nunca me sentí discriminada por ser mujer. Incluso realicé desarrollos para industrias extranjeras y tuve el honor de publicar con  grandes personalidades del mundo científico en mi especialidad”.

Acerca de los momentos difíciles, Patricia recuerda “Si bien fue una experiencia dura por las restricciones económicas a la que nos enfrentamos en nuestro país durante el periodo de beca externa a principios de los 80, es indudable que ese momento marcó mi vida científica. Por otro lado, esta profesión también me permitió conocer muchos países y sus culturas. Esto constituye un legado muy valioso”.

40 años de carrera científica, un legado que se expande en más de 50 personas a quienes acompañó en su formación. Y un consejo para compartir con los jóvenes que comienzan a dar sus primeros pasos en el mundo de la ciencia: “No importa la actividad profesional que elijan o que la vida les permita hacer, háganlo con honestidad, compromiso y esfuerzo, busquen siempre la verdad y defiéndanla. No se involucren con los temas de moda sino con los principios verdaderos, los que perduran en el tiempo y que no se hacen humo repentinamente. Un buen resultado es mejor que miles de papers vacíos de contenido. Y de paso, también sugeriría seguir ejemplos de nuestros Premios Nobeles y de grandes mujeres científicas como Maria Salomea Skolodowska y Rita Levi Montalcini”, concluye Patricia.

 Por Sabrina Aguilera-Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata
Fotografías gentileza de la investigadora


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