La pandemia de coronavirus dejó al menos 2.777.761 muertos en el mundo desde que la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la aparición de la enfermedad, en diciembre de 2019, según un balance en base a fuentes oficiales, y sumó 600.000 contagios solo en las últimas 24 horas.
Desde el comienzo de la epidemia más de 126.622.220 personas se contagiaron y aunque la mayoría de los enfermos se recupera, una parte aún mal evaluada conserva los síntomas durante semanas o, incluso, meses.
Los datos se conocen en medio de una nueva ola de rebrotes que obligó a Europa a restricciones en la circulación y toques de queda nocturnos, pero que parece preocupar especialmente a América Latina por la menor llegada de vacunas y por el avance de la llamada cepa brasileña.
Latinoamérica se enfrenta, efectivamente, a la incidencia cada vez mayor de la variante brasileña, considerada mucho más contagiosa que la cepa original.
Chile empezó ayer una estricta cuarentena que afecta a 16 de los 19 millones de habitantes ante un fuerte rebrote de la enfermedad.
Brasil, en tanto, enfrenta el peor cuadro, con hospitales colapsados, cementerios trabajando fuera de turno y una política sanitaria errática, que llevó los contagios a cerca de 100.000 diarios y las muertes por arriba de las 3.000.
Perú, que registró el viernes el récord de 11.919 nuevos casos diarios, la cifra más alta en 12 meses, prorrogó ayer el estado de emergencia hasta fines de abril, mientras están en plena vigencia las restricciones en Paraguay y Uruguay, muy especiales para los próximos días por las festividades de Semana Santa.
Panamá, por su parte, restringió los ingresos desde Sudamérica tras detectar la cepa brasileña en su territorio y El Salvador anunció que vacunará la semana que viene a los maestros antes del reinicio de clases, previsto para el 6 de abril.
En Europa, Francia reforzó ayer los controles para evitar los desplazamientos de la población, y desde la noche del viernes se extendieron a otras regiones las medidas de confinamiento ya impuestas en París y otros sectores.
En estas zonas, los comercios no esenciales están cerrados y los desplazamientos sin justificación no pueden superar los 10 kilómetros del domicilio. En el resto del país rige un toque de queda de 19 a 6 y los bares, restaurantes y lugares culturales están cerrados.
España, donde el número de contagios volvió a aumentar, exigirá a quienes lleguen por ruta desde Francia un test PCR negativo de menos de 72 horas, aunque Madrid, que tiene bares abiertos y toque de queda nocturno, se volvió el refugio de los escasos turistas europeos.
Y los alemanes podrán viajar esta Semana Santa a la isla de Mallorca, en las Baleares, uno de sus destinos predilectos, aún cuando los desplazamientos están prohibidos entre las regiones de España salvo motivo imperioso.
Otros países europeos también reforzaron las restricciones, como Bélgica, donde las peluquerías no volverán a abrir sus puertas hasta dentro de cuatro semanas, y Polonia, que cerró sus jardines de infantes y los grandes comercios de muebles.
En Asia, el Gobierno de Filipinas ordenó el confinamiento de 24 millones de personas en Manila y sus alrededores, porque los contagios se incrementan y los hospitales de la capital están a punto de colapsar. (Telam)