La vuelta a clases suele generar entusiasmo y expectativas en los chicos y en sus padres. No obstante, desde la Federación Argentina de Diabetes quieren concientizar sobre que, en ocasiones, la comunidad escolar, los papás y los niños deben prepararse para lo que implica que en el aula haya un nene con una enfermedad crónica como la diabetes. Será necesario contar con la información necesaria, que haya buena comunicación entre los involucrados y tomar determinadas medidas para prevenir que el niño tenga hipoglucemias, que son bajas bruscas de los niveles de azúcar en sangre, que pueden generar desmayos, pero que son sumamente evitables.
Tal como subrayó Judit Laufer, presidente de la Federación Argentina de Diabetes (FAD), los chicos pasan muchas horas en el colegio y “que haya un alumno con alguna patología en el aula implica tener que brindarle algún tipo de atención especial y esto va de la mano de la información; es un rompecabezas que se construye entre el médico tratante, la familia y la escuela”.
Andrea Romo es docente, madre de un paciente con diabetes e integrante de FAD. Para ella, la clave es que la familia esté segura en el manejo de la enfermedad, porque así va a poder transmitirle esa seguridad al docente. “Las asociaciones de pacientes en este sentido son fundamentales, porque el apoyo que brindan puede ayudar mucho y tranquiliza”, sostuvo.
Según explicó la Dra. Lidia Caracotche, médica diabetóloga, miembro del Comité Científico de la FAD y especialista en Nutrición Infantil de la Sociedad Argentina de Pediatría, aunque no hay datos cuantificados en el país, el estudio multicéntrico SEARCH señala que cada mil niños menores de 10 años, 0.78 tiene diabetes tipo I y en jóvenes de entre 10 y 19 años, hay 2.8 cada mil”.
Proyectando cifras del INDEC a partir de estos resultados, habría en nuestro país cerca de 23 mil niños y jóvenes con diabetes, por lo que es esperable que cada docente alguna vez tenga en el aula al menos un alumno con la enfermedad. No obstante, muchos no cuentan con experiencia en su manejo, lo que muy probablemente genere incertidumbre y el temor principal es no saber cómo responder ante alguna situación crítica. Por lo general, son los padres quienes proactivamente acercan información a la escuela para que su hijo esté contenido, pero muchas veces los docentes investigan por su cuenta para sentirse más seguros.
La diabetes se presenta cuando el páncreas no puede producir insulina o cuando el organismo no la utiliza correctamente. La insulina es una hormona que permite que la glucosa en sangre pase a las células del cuerpo en forma de energía. Si no funciona correctamente, la glucosa se acumula en la sangre y con el tiempo puede ocasionar daños en vasos sanguíneos, órganos y tejidos.
Las formas más comunes son la diabetes tipo 1 y la tipo 2. La primera aparece con mayor frecuencia en etapas tempranas de la vida, representa alrededor de 1 de cada 10 casos y no se puede prevenir. Aquí el organismo no produce insulina, por lo que esta hormona debe ser administrada todos los días.
“Si la persona se aplica insulina de más o si no ingiere algo cuando su glucemia está bajando por la acción de la insulina, puede descompensarse y desvanecerse. Por eso, deben llevan un control frecuente y preciso, para no tener valores elevados de glucemia -por los riesgos que representa a largo plazo- pero que tampoco bajen hasta niveles que las lleven a desmayarse en el momento”, insistieron desde FAD.
Las claves a tener en cuenta
· Ofrecer información a los docentes
· Diálogo fluido entre escuela y padres
· Que la mochila del niño tenga todo lo que necesita
· Prestar atención a si se siente mal o descompensa
· Acordar pautas de insulinización con las familias
· Permitir que el niño se autocontrole el nivel de glucosa en sangre
· Tener en clase algo dulce por si baja su glucemia
· Permitirle realizar actividad física tomando recaudos
· Contar con un protocolo claro en caso de hipoglucemia grave