Por Daniela Garanzini-Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata

Cada 8 de marzo se conmemora el día de la Mujer Trabajadora, fecha establecida en 1975 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de disminuir las desigualdades que surgen a partir del género. Desde el CONICET Mar del Plata queremos homenajear a las mujeres trabajadoras en ciencia que llevan adelante este trabajo en esta ciudad.

Para conmemorar esta fecha emblemática recopilamos la trayectoria de cinco mujeres trabajadoras del CONICET Mar del Plata, de diferentes áreas y cargos, que nos cuentan lo diverso de sus tareas, las problemáticas que enfrentan y la ciencia que se imaginan. Cristina Ramírez, investigadora asistente, en el área de la química, Almendra Aladro, becaria doctoral especializada en derecho, Andrea Moyano, personal administrativa del CONICET Mar del Plata, Vanesa Muñoz, personal de apoyo del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA- CONICET, UNMDP) y Celina Elissondo, investigadora principal en el Instituto de Producción y Sanidad Ambiental (IIPROSAM-CONICET, UNMDP), nos comparten sus experiencias, pareceres y perspectivas.

Por el derecho a elegir

Cristina Ramírez es farmacéutica e investiga la química y farmacología de formulados basados en cannabis y plantas medicinales. Además, colabora con los análisis y desarrollos de otras fórmulas magistrales como farmacéutico formulador. Lleva adelante su trabajo en el Departamento de Química y Bioquímica en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP).

“Para mí la ciencia no es un trabajo, es un camino y una forma de vida, y como tal, siempre tiene sus dificultades, pero transitarlo y permanecer es lo que nos hace crecer y avanzar. La elección fue natural, y todas y cada una de las elecciones individuales que hice en los últimos 25 años terminaron confluyendo en lo que hago ahora. Hoy no podría pensar en hacer otra cosa”, cuenta Ramírez.


Por el derecho a ser visibles

Almendra Aladro, abogada y becaria doctoral eligió como tema de investigación a las mujeres y el derecho a la ciudad. Analiza a través de una revisión teórica y una reconstrucción de reclamos cómo las mujeres acceden a la los bienes e infraestructura urbana y al resto de los derechos humanos en la ciudad como entorno, la información es tomada de los últimos 10 años de Encuentros Nacionales de Mujeres y de entrevistas en profundidad a mujeres vecinas de un barrio periurbano de Mar del Plata.

Por su profesión la investigación como camino profesional se encuentra aún muy invisibilizada por lo que su inserción y relación con otras científicas y científicos se da por puntos de conexión con otras ciencias sociales, como la geografía y la sociología, explica Almendra.

Por el derecho a crecer

Andrea Moyano es responsable del Departamento de Administración del Centro Científico y Tecnológico (CCT) CONICET Mar del Plata. Su labor se relaciona con la administración, gestión y control de los fondos del organismo. “Es una labor con mucha responsabilidad porque hoy en día tenemos rendiciones, cajas chicas y cuentas bancarias y subsidios que requieren su control particular y su seguimiento, como así el asesoramiento a cada titular, además del cumplimiento del Manual de Compras y Contrataciones con todos sus procedimientos”.

Cuando Andrea inició su recorrido dentro del CONICET Mar del Plata, lo hizo como asistente del Departamento de Administración: “Aún era estudiante de la carrera de Contadora Publico en la UNMDP de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, por lo que tuve que organizar mis tiempos para alcanzar el objetivo de recibirme y a su vez cumplir con los objetivos laborales que el organismo me requería”. Con el correr del tiempo fue avanzando hasta llegar a la tarea que desempeña hoy en día, que es indispensable para el funcionamiento del organismo en la ciudad.

Por el derecho a maternar y trabajar

Vanesa Muñoz es Doctora en ciencias de los materiales y responsable del Laboratorio de Microscopía Electrónica del INTEMA, allí opera el Microscopio Electrónico de Transmisión, un equipo que permite observar partículas desde los dos nanometros (nm) ampliando su imagen 1.500.000 veces. Además, participa del grupo multidisciplinario DivulgaIntema, para comunicar a la sociedad las actividades científicas y tecnológicas que se realizan en el instituto. Es docente de la Facultad de Ingeniería del a UNMDP y forma parte del nuevo espacio de atención de Violencia Laboral y de Género.

En el caso de Vanesa su recorrido académico tuvo varias dificultades, casi todas ellas vinculadas a los límites de edad y la maternidad. Cuando pudo acceder a una beca para realizar el doctorado ya era mamá de Valentina, de tres años y al poco tiempo llegó Julieta. Vanesa cuenta: “En ese entonces las becarias no teníamos ni vacaciones ni licencia por maternidad, por lo tanto, correspondía que vaya a trabajar, todos los días, hasta que la panza me lo permitiera – “porque todas lo habían hecho”-.  En ese sentido Muñoz explica que hoy, las becarias pueden vivir la maternidad con los mismos derechos que el personal permanente, y esos derechos, son tenidos en cuenta al momento de ingresar a la carrera del investigador, todo gracias a la lucha colectiva de las científicas, que consideraron que las mujeres deben tener las mismas oportunidades que los varones en el sistema científico.

“Fue muy difícil transitar mi camino profesional. Las mujeres, debemos sortear muchos obstáculos para llegar al mismo lugar que los varones, debemos esforzarnos más para compatibilizar, nuestra vida como madres, con las responsabilidades de nuestro trabajo y además ser igual de productivas y exitosas”, comparte Muñoz, que continuó enfrentando adversidades relacionadas a la edad dentro del sistema científico hasta que accedió al puesto de personal de apoyo que hoy desempeña.

Por el derecho a tener apoyo

Celina Elissondo, investigadora principal del CONICET y vice directora del recientemente inaugurado (IIPROSAM trabaja en la búsqueda de nuevas alternativas farmacológicas para el tratamiento de enfermedades parasitarias desatendidas. Es decir, enfermedades infecciosas, muchas de ellas parasitarias, que afectan principalmente a las poblaciones más pobres del mundo, especialmente aquellos que viven en áreas rurales y en barrios marginales. Desde hace más de 20 años trabaja en la prueba de distintos fármacos o nuevas formulaciones para el tratamiento de la hidatidosis o echinococcosis quística, que tiene una distribución cosmopolita y es endémica en nuestro país.

Celina cuenta que compatibilizar la maternidad y la vida académica fueron posibles gracias a mucho sacrificio, voluntad y ganas, pero sobre todo por “haberse cruzarse con personas que te ayudan a sacar lo mejor de uno” agrega. Mamá de Maru, llevó adelante toda la carrera junto a su compañero y su pequeña niña, que muchas veces la acompañó a rendir exámenes o a salidas de campo. Y otras tantas quedó al cuidado de Fanny, abuela de Celina, quien la cuidaba durante los exámenes.

Desde el 2000 Celina trabaja junto a otros especialistas en el Laboratorio de Zoonosis Parasitarias donde empezaron sin más que un microscopio invertido, sin financiamiento pero con unas ganas terribles de trabajar en ciencia. Poco a poco fueron creciendo y hoy son un grupo de investigación consolidado.


El sistema científico avanzó mucho en materia de igualdad de género, pero todavía tiene una deuda con respecto a la igualdad de oportunidades, que les garantice a las mujeres no quedar en desventaja en el progreso de su carrera. Argentina es uno de los países, en donde las mujeres, tienen un gran protagonismo en la ciencia. Según los datos del CONICET del año 2019, las mujeres representan el 54 por ciento de las personas que trabajan en el organismo: un valor notablemente superior al promedio mundial informado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que alcanza el 30 por ciento en promedio.

Si bien en nuestro país la situación parece resuelta sigue existiendo un techo de cristal que impide el acceso a las mujeres en los puestos jerárquicos o de toma de decisión. Este fenómeno puede observarse en cifras: en la categoría de investigador superior, último escalafón dentro del organismo, sólo el 25 por ciento son mujeres, mientras que en el escalafón de asistente, el primero de todos, las mujeres alcanzan el 61 por ciento. En el caso de la carrera del Personal de Apoyo si se evalúan a aquellas personas dentro de la carrera de técnicos sólo el 38 por ciento son mujeres, reforzando el estereotipo que indica que los hombres son más adecuados para las tareas técnicas.

Pero más allá de los números, las especialistas tienen sus propias experiencias, reflexiones y aportes del recorrido dentro del sistema científico, que nos ayudan a entender el escenario al que se enfrentan las mujeres dentro de la ciencia y sobre todo, a pensar de qué forma se puede mejorar.

Almendra explica que la presencia de las mujeres en la ciencia es importante porque, históricamente, el conocimiento científico ha sido producido por y para varones. Lo que se traduce en que el único punto de vista válido para la ciencia era el del varón -blanco, occidental, heterosexual, cis-género y de clase media- que genera que el conocimiento..

Vanesa agrega, en ese sentido que la participación de las mujeres contribuye a brindar una amplia diversidad de enfoques, generando mayor desarrollo de las áreas. Contar con estas diferentes perspectivas, enriquece la búsqueda de respuestas y la producción de conocimiento al servicio de la sociedad. Y amplía: “existe un amplio sector de mujeres cuya mirada está focalizada no sólo en los temas específicos en los que cada una trabaja, sino también a desandar un camino de prejuicios, violencias, desigualdad y discriminación. Estos problemas invisibilizados y naturalizados durante mucho tiempo, con el trabajo colectivo, están siendo subsanados para lograr una ciencia con perspectiva de género”.

Por otra parte, como explica Almendra: “cada derecho conquistado por las mujeres trabajadoras de ciencia y técnica es producto de una lucha organizada y permanente, ya que somos una variable de ajuste constante”. Y no debe perderse de vista la mirada interseccional, insiste la becaria, ya que las mujeres trans y las mujeres con discapacidad tienen escasa representación en el sistema por la falta de promoción del acceso de las mismas, lo que resulta inadmisible desde el punto de vista de los derechos humanos.

“El sistema científico ha comprendido de a poco la importancia que tienen las mujeres en la ciencia”, afirma Cristina y considera que a pesar de ser valoradas por pares aún quedan espacios que deben ser cuidados. La violencia de género y el abuso en sus diferentes formas son prácticas que deben desaparecer dentro y fuera del ámbito científico, para que ninguna mujer vuelva a ser sometida a ningún tipo de trato injusto o violento dentro del sistema. “La sororidad como forma normalizada de convivencia debe ser transferida desde las etapas más tempranas de formación dentro de las instituciones”, concluye


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