Por: Roberto Garrone

Semana de certezas y definiciones esta que pasó en el mundo puerto y pesca de Mar del Plata. La única oferta, a un precio razonable, de los daneses de Rodhe Nielsen para realizar la obra de mantenimiento del dragado le devolvió la calma a Gabriel Felizia, después que la licitación entrara en un camino de incertidumbre tras el fracaso del primer llamado.

Resta ahora que los daneses acepten el pedido de limar la oferta unos miles de dólares para que encaje en los 5 millones previstos en el presupuesto del Consorcio Portuario. Y que luego los organismos de control de la Provincia de Buenos Aires aprueban el contrato de obra.
De no mediar inconvenientes burocráticos, alguna de la docena de dragas de succión que los daneses tienen desplegadas en distintos puertos europeos cruzará el Atlántico para posicionarse en Mar del Plata en tres semanas luego de firmado el contrato.

Extraoficialmente refieren a una embarcación de 2500 metros de cántara para realizar la obra en 5 meses. Pese a comenzar el trabajo en invierno, con condiciones climáticas adversas, cerca de Felizia creen que la obra no se extenderá más allá de ese plazo. Los metros cúbicos a dragar los sabremos cuando realicen la batimetría antes de comenzar.

No solo Felizia respira aliviado. Los operadores portuarios también celebran poder salir de la emergencia en la que se encuentra la terminal marítima, con el canal principal obstruido por sedimentos que vomita el banco de arena que se recuesta sobre la Escollea Sur, y volver a emitir señales de previsibilidad, vitales para sostener la escala del portacontenedor y el petrolero, los únicos grandes barcos que ingresan al puerto y requieren calado especial.

Después de 8 años de barreras bajas a partir de un fallo judicial promovido por el poder de lobby camaronero brasileño que logró levantar las gestiones de la industria pesquera argentina con el apoyo del embajador Daniel Scioli, el langostino patagónico pudo cruzar la frontera.

Esta semana la Subsecretaría de Pesca informó de la primera certificación de exportaciones Y el origen de la carga fue una empresa marplatense que lo reprocesó y agregó valor en un frigorífico de José Hernández casi Juan B Justo.

Buena Proa”, de ella se trata, fue la precursora pero no es la única que tiene vínculos con Brasil como para generar un canal fluido de exportaciones. Por proximidad y vínculos comerciales de muchos años, Mar del Plata puede perfectamente ser el origen de la demanda que genere el nuevo mercado. De hecho de acá también salió todo el langostino que cruzó la frontera de contrabando.

En tiempos de alto nivel de desempleo en la ciudad, de crecimiento de la pobreza y la indigencia, el langostino puede generar una usina de empleo de calidad y sustentable. La industria pesquera marplatense estuvo preparada para afrontar este desafío. Se ha venido trabajando langostino fuera de la temporada de aguas nacionales a partir de la decisión de las autoridades de aumentar el by catch cuando se pesca merluza al norte del área de veda.

El año pasado la industria mantuvo ocupadas más de mil personas con el reproceso del marisco. Hay capacidad instalada para promover mano de obra intensiva y hubo materia prima. Resta que las cámaras empresarias y el SOIP acuerden un convenio específico por la actividad, dejando en claro la temporalidad de la zafra, para que los puestos de trabajo que surjan se patinen de blanco.

Algunas empresas ya han acordado de manera individual con los trabajadores, tal el caso de Iberconsa y Pampa Fish; otras negocian, como 14 de Julio y están las que reprocesan bajo el esquema cooperativo, como Vepez. Pero un acuerdo marco daría señales maduras de apostar por el camino del marisco.

La última certeza de la semana la tuvieron Moscuzza, Solimeno y la empresa Xeitosiño. El intento por voltear el convenio colectivo de trabajo que las empresas tenían con los principales gremios de marineros en Mar del Plata resultó un fiasco estrepitoso.

SIMAPE y SOMU se vinculan con estas empresas a través de CEPA, el Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas, a través de los convenios 579/10 y 580/10. Ese acuerdo plantea mejores condiciones salariales para los afiliados que se embarcan en sus barcos tangoneros congeladores.

El año pasado estas empresas liquidaron los salarios con otro convenio, de otra cámara, que establecía valores mucho más bajos de producción que el SOMU había rubricado con otras cámaras empresarias de la Patagonia. Es cierto que también se comprometió con CEPA y nunca le firmó.

Y además le puso reparos a la homologación forzosa que aplicó el Ministerio de Trabajo. Pero para ese entonces ya había una lucha indisimulable entre la conducción nacional de los obreros marítimos y la delegación local. La diferencia del valor del dólar para la producción entre uno y otro convenio rondaba el 50%.

Los gremios reclamaron al Ministerio de Trabajo, decretaron un paro, aceptaron la conciliación y demoraron la zarpada de los 11 barcos hasta tanto las empresas no reconocieran el plus salarial por la diferencia, cosa que sucedió el miércoles pasado.

Por cada barco tuvieron que abonar una diferencia salarial a sus tripulaciones superior a los 4 millones de pesos. Pero eso no fue lo peor: arrancaron la temporada de pesca más tarde que el resto de la flota, algo inadmisible para “Tony” y “Pototo”, dos viejitos tan tramposos como voraces.


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