Por: Roberto Garrone

“Me dio un poco de vergüenza estar entregando esto que no tiene una palabra respecto de la coyuntura. Es como preocuparse por el color que vamos a pintar el cielorraso cuando se nos está incendiando la casa”.

La síntesis de uno de los asistentes a la reunión donde la Mesa de la Industria Naval acababa de entregarle un compendio de alternativas de desarrollo para el sector al nuevo secretario de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, marca el pulso que vive una industria floreciente, al menos en cuanto a renovación de flota pesquera se trata, pero donde comienzan a cristalizarse problemas que ponen en jaque su futuro.

Mañana es el Día de la Industria Naval y seguramente estos contrastes que atraviesa la actividad tengan un lugar destacado en los discursos oficiales. La industria naval es uno de los pocos sectores donde “la grieta” no impidió que políticas públicas fomenten su desarrollo al momento de la necesaria renovación de la flota pesquera, cuya antigüedad promedio ascendía a los 35 años.

Pero en el resto de los rubros: Marina Mercante, Defensa o Investigación y Desarrollo, lo que no es el abandono absoluto de una herramienta estratégica, fueron negociados para importar buques desde Francia y España.

La renovación de la flota pesquera primero tuvo el Decreto 145/19 de Macri y luego con la decisión del actual gobierno de no permitir la importación de barcos pesqueros usados, los astilleros locales comenzaron un proceso de inversiones que involucraron la ampliación de su capacidad productiva, incorporación de nuevas maquinarias y generación de empleo calificado. Hoy en SPI como en Astillero Contessi la actividad es plena. Ambos construyen barcos nuevos y proyectan otros para un futuro próximo.

Pero más allá, al flamante Secretario le solicitaron una norma para regular la importación de barcos usados y mayor financiamiento para la construcción de barcos nuevos, inventivos adicionales para el segmento de buques pesqueros y la prioridad de gradas nacionales para los barcos que piensa construir el Estado, fundamentalmente en el área de Defensa y de investigación pesquera, las necesidades más urgentes son otras.

En las próximas semanas en Contessi se botará el nuevo barco de Pipo Ramacci. Prototipo similar a los nuevos Huafeng, la singularidad es que es el primer barco que se construye financiado, en parte, por la banca pública.

Pero será un espejismo. Hoy el financiamiento a través del PONADEP se encuentra suspendido y la imposibilidad de recibir chapa naval a partir del torniquete a las importaciones que aplicó el nuevo equipo económico que lidera Massa ha encarecido los costos de producción ya que en lugar de poder comprarla al valor del dólar oficial, el principal insumo de la industria cotiza al dólar bolsa, casi el doble.

Techint fabrica chapa naval que en la fábrica de laminados en Esperanza, Santa Fe, podrían dotarla de las características que necesita la industria naval para sus construcciones. Pero esa posibilidad todavía no se cristaliza ya que Techint no entrega insumos a la fábrica de laminados.

Esta semana desde la Mesa Naval consultaron en la Secretaría de Industria por este problema y ahí tampoco sabían los motivos por los cuales no se inicia este proceso que le permitiría al país sustituir importaciones y al sector naval ganar en previsbilidad, abaratar costos y mejorar su competitividad. La crisis por la chapa naval no solo afecta las futuras construcciones sino también el servicio de reparaciones donde los astilleros marplatenses también son un faro en la industria.

Los industriales le reiteraron a De Mendiguren que las piezas importadas pueden ser el 30 por ciento del valor de un buque, pero aclararon que lo devuelven dinamizando la economía con empleos de calidad. Y es mejor el 30% que el 100% si la empresa decide importarlo en vez de construirlo en el extranjero.

El atraso cambiario también contribuye a la pérdida de competitividad del sector. Cuando Moscuzza decidió construir sus cuatro nuevos barcos en Armón, la industria naval argentina estaba en condiciones de entregarlos a mejor precio. Hoy si “Pototo” decide continuar la serie en Vigo, le saldrían más baratos.

Habrá que ver si ahora que los exportadores de soja liquidaron y el Banco Central compró 1200 millones de dólares esta semana, la promesa del Secretario en la reunión se cumple y comienzan a florecer los dólares para regar un brote verde que, de mantenerse la actual coyuntura, comienza a secarse.


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