El presidente Alberto Fernández dejó inaugurado el 141° período de sesiones ordinarias del Congreso, el cuarto desde el inicio de su mandato en 2019, con un discurso de casi dos horas, en el que no faltaron cruces con la oposición sobre el final del mensaje, que cosechó fuertes respaldos por parte de los legisladores del oficialismo, sobre todo cuando cuestionó el accionar de la Corte Suprema de Justicia.

«Es un honor que me insulte», llegó a expresar irónico el Presidente al diputado macrista Fernando Iglesias, cuando airadamente vociferaba desde su banca contra el primer mandatario.

Y hasta amonestó con un «no es para reírse» cuando notó algunas expresiones presuntamente jocosas al presentar a una mujer que estaba en uno de los palcos, que es madre soltera, víctima de violencia de género y consiguió trabajo estable.

El momento más tenso de la sesión se produjo casi al final del mensaje, cuando Fernández mencionó la situación de la Ciudad de Buenos Aires, a raíz del fallo de la Corte Suprema sobre la coparticipación que benefició al distrito porteño y su defensa del proceso de juicio político a los integrantes del máximo tribunal, que se inició en la Cámara de Diputados.

El tono enfático, con la voz alzada, recibió aplausos del oficialismo y silbidos de parte de los legisladores opositores, quienes desde sus bancas rechazaban a los gritos ese tramo del discurso.

Tras definirse como «orgullosamente porteño», Fernández aseguró que «mientras que muchas provincias necesitan realizar obras que permiten asegurar servicios tan esenciales como el agua potable para sus habitantes, la Corte Suprema aseguró cautelar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recursos coparticipables que no le corresponden, contrariando la ley de coparticipación vigente».

«Basta de mentir», gritaban los opositores desde sus bancas, incluido el propio Fernando Iglesias, a quien el Presidente debió pedir silencio, lo cual mereció airada respuesta del diputado del PRO. Y Fernández le dijo «un honor que me insulte, Iglesias».

En tanto, algunos diputados como Graciela Camaño y Alejandro ‘Topo» Rodríguez, de Identidad Bonaerense, y los socialistas Mónica Fein y Enrique Estévez se retiraron del recinto en rechazo de la mención del Presidente al juicio político a la Corte Suprema, que se analiza en comisión en la Cámara baja, a instancias del mandatario junto a una decena de gobernadores.

El tenso momento continuó hasta el final del discurso, que debió subir el tono para seguir con su mensaje, por los gritos de los legisladores opositores.

El discurso concluyó con un matiz conciliador llamando a los argentinos «a dar vuelta la página del tremendismo y el desánimo, a encarar con coraje los grandes desafíos de nuestro futuro como país».

Aseveró que «es hora de dejar de lado las mezquindades, las pequeñas rencillas y los narcisismos».

Los legisladores del oficialismo festejaron el contenido del mensaje, aplaudiendo de pie al primer mandatario y entonando la marcha peronista. (Telam)


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