Por: Roberto Garrone

La pesquería de anchoita bonaerense no tiene un rol protagónico en el escenario de la industria pesquera nacional aunque encierra algunas características singulares que la distinguen del resto.

En realidad es un recurso zafrero, ya que se lo pesca de manera intensiva en determinado período del año sobre los 39ª de latitud sur en la zona conocida como El Rincón, en el sur bonaerense.

A diferencia de otros recursos como la merluza y el langostino que son explotados sostenidamente por la flota comercial, la anchoita no tiene grandes riesgos de colapso por sobrepesca. Todo lo contrario, la especie pelágica esta subexplotada. El año pasado se desembarcaron 8200 toneladas cuando la captura máxima permisible fue de 120 mil toneladas.

Pescan anchoita la flota fresquera de menor porte a partir de estos días de septiembre y hasta el verano si la industria conservera mantiene la demanda. En tierra cientos de mujeres le cortan la cabeza y la cola para obtener los filetes. Algunos terminan dentro de una lata de aluminio pero la gran mayoría, se cocinan en sal, dentro de grandes barriles.

La anchoita bonaerense es una de las pocas pesquerías certificadas. Desde hace 10 años la Organización Internacional Agropecuaria (OIA), que trabaja para el Marine Stewardship Council (MSC) determinó que la población de peces es sostenible, que las operaciones de pesca permiten el mantenimiento de la estructura, productividad, función y diversidad del ecosistema. También que esta sujeta a un sistema de gestión eficaz que conlleva un manejo responsable y sostenible del recurso.

Si bien se dice que la pesquería esta certificada, el proceso de certificación lo pagan las empresas, que son el Grupo Cliente. Estar certificados no implica un mejor precio para los productos que exporta el sector de conservas y saladeros, pero si les permite acceder a determinados mercados que de otra forma quedarían vedados. Quien no forma parte de ese Grupo Cliente no tiene la certificación.

Dentro de este contexto, en las próximas semanas dos barcos que pescan anchoita estarán equipados con alarmas sonoras en las redes y boyas inflables flotantes como elementos para mitigar la captura incidental y la interacción con aves y mamíferos marinos para evitar que mueran o salgan heridos.

La anchoita es un manjar para estos animales, gaviotas, delfines, lobos marinos, intentan alimentarse cuando la red emerge a la superficie. Las alarmas cuentan con baterías individuales que se sujetan a la red y emite un sonido que alerta a los mamíferos y evita que se acerquen. Las boyas ofician de espantapájaros y se activan en la red cuando transita la interface agua/aire
Estos dos barcos todavía no están definidos porque la zafra aún no comenzó. Muchos barcos siguen pescando langostino y otros magrú. Para poder evaluar el rendimiento de los dispositivos se realizarán lances con y sin las medidas de mitigación de captura incidental.

Los observadores filmarán la maniobra para identificar el comportamiento de las aves y mamíferos marinos, y hacer los ajustes necesarios que permitan mejorar su efectividad.

Esta prueba piloto se definió hace poco tras una reunión plenaria en la que participaron múltiples actores de la pesquería: empresas, pescadores, investigadores de la Universidad, Conicet y del Inidep así como entidades ambientalistas.

Desde Vida Silvestre emitieron un documento tras la reunión plenaria. Diego Rodríguez y Juan Seco Pon, ambos investigadores de la UNMdP, reconocieron que con estos elementos disuasivos “no se pretende que la captura incidental de estas especies con problemas de conservación sea nula, sino que el objetivo es reducir al máximo su captura, manteniendo los mismos niveles de producción”.

Juan de la Garza, Jefe del Programa de Adquisición de Información Biológico-Pesquera y Ambiental del INIDEP resaltó que “las medidas de mitigación y la implementación de buenas prácticas pesqueras, así como las medidas de manejo por parte del Consejo Federal Pesquero y de las Autoridades de Aplicación, forman parte del Manejo Basado en Ecosistemas”.

Las alarmas y las boyas fueron proporcionadas por el conjunto de empresas pesqueras del sector privado que forman parte del proceso de certificación y por la Fundación Vida Silvestre Argentina.

Verónica García, asesora de la Fundación, aseguró que “es fundamental acompañar los esfuerzos de todos los sectores que quieran modificar sus prácticas productivas hacia aquellas que disminuyan al máximo el impacto sobre el ecosistema y las especies que allí viven, para alcanzar un desarrollo sostenible”.

Juan Manuel Di Costanzo, capitán B/P Canal de Beagle señaló que “obviamente nos preocupa que las medidas de mitigación no atenten contra la seguridad de la tripulación y nuestro trabajo, pero desde hace un tiempo estamos realizando maniobras de pesca para no dañar estas especies”.

La anchoita no figura en el podio de las principales especies de la industria pero marca el camino en el manejo sustentable del recurso y la fauna acompañante. Un sendero que necesariamente deben mirar actores de otras pesquerías..


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