El municipio de General Pueyrredón, adonde se encuentra Mar del Plata y otras
localidades, es, como tantos otros distritos argentinos, “Zona no nuclear” desde 1997 por Ordenanza municipal.

Esta designación implica que no es posible en este pequeño distrito instalar ni una central atómica, ni un basurero nuclear, ni minería de uranio a cielo abierto, pero deja habilitado todo cuanto se relacione a la medicina nuclear y algunas aplicaciones industriales con radioisótopos, cosas que son, obviamente, para el bien común.

Un proyecto presentado en el Concejo Deliberante local, por el concejal Julián Busetti, propone anularla y abrir la puerta, taxativamente, a reactores nucleares en un pequeño municipio famoso internacionalmente por el turismo, ejemplo de agroecología, pesca e industria alimentaria en todo el mundo.

La Lic. Silvana Buján, miembro de BIOS, el Movimiento Anti Nuclear de la República Argentina y de la Red Argentina de Periodismo Científico, señaló que «en principio, la eliminación de una ordenanza pensada opotunamente en beneficio de la salud de la población, contradice en un todo lo establecido en el Acuerdo de Escazú, en términos de progresividad ambiental. Escazú tiene rango constitucional, por lo cual esteproyecto violaría, además, una contundente norma nacional».

«Además no se menciona el tema ambiental (enormes pasivos ambientales tóxicos –hoy abandonados en muchos sitios del mundo, Argentina incluida – de la minería del uranio, más residuos de alta actividad, extremadamente peligrosos, durmiendo sin destino junto a las mismas centrales ya que no existe en el planeta basurero nuclear adonde llevarlos) y
tampoco, y fundamentalmente, el tema ético: ¿Cómo dejar a las generaciones futuras semejante legado de muerte? ¿Cómo arrogarnos el derecho de dar en herencia toneladas de basuras radiactivas que lo serán por miles y miles de años? ¿Adónde ponerlas? ¿Cómo señalizarlas para que en 10.000 años un humano no vaya a cavar en ese sitio? ¿En qué idioma? ¿En qué soporte físico que el tiempo no corrompa? Cómo evitar que un sismo haga emerger ese legado mortal?
Y hoy ¿Cómo evitar que haya un atentado a un emplazamiento nuclear? Ningún lugar del planeta es libre de tener un ataque terrorista. Lo hemos vivido en carne propia en Argentina. Un atentado en un edificio deja numerosas víctimas in situ. Un atentado o un accidente en un emplazamiento que contenga material radiactivo, afecta muchos kilómetros a la redonda, muchas personas… y para siempre», continuó.

Buján argumentó que «la energía nuclear retrocede en el planeta. Ya los riesgos son demasiados y los costos enormes. El mito de la reducción de emisiones de CO2 se ha caído y los números indican que es la energía más cara de todas las que existen. Italia, Alemania, Bélgica, Suiza, Corea del Sur, España, han cerrado sus centrales o están en proceso de cierre ante el desarrollo de tantas alternativas verdaderamente renovables y sustentables (pues el uranio, de paso sea dicho, no crece en los árboles, y se está agotando en el planeta)».

«Esperamos que este temerario proyecto se agote en si mismo y pronto sea solamente un mal recuerdo», concluyó.


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