Desde su aparición en 2016, los créditos hipotecarios UVA han estado envueltos en cuestionamientos. No obstante, en un principio parecían ser la solución a los problemas de acceso a una vivienda para miles de argentinos que no contaban con los recursos o el respaldo suficientes para obtener un préstamo bancario.
La medida, impulsada por el gobierno de Mauricio Macri, constituía un crédito hipotecario distinto al tradicional, puesto que el pago mensual no perdía valor mes a mes, dado que la cuota estaba indexada a la inflación. Ello permitió que la cuota inicial sea baja, lo cual era ideal para quienes tenían bajos ingresos. De esta forma, se dio acceso al crédito a más de 3 millones de hogares.
El crédito UVA tenía muchos beneficios para la mayoría de argentinos, quienes no podían acceder a préstamos por entidades financieras debido a los requisitos: altos ingresos comprobables, es decir, que sean formales. La situación era imposible si consideramos que un tercio de los trabajadores de todo el país vive en la informalidad.
Sin embargo, en 2018 ocurrió un freno del cual no hubo recuperación. El flujo de créditos sufrió una caída y el mercado inmobiliario se estancó. Los deudores UVA habían iniciado con cuotas del 25 % del ingreso total demostrable, pero en agosto la relación alcanzaba el 29 % por la caída del salario real.
Para contrarrestar la situación, el gobierno propuso en agosto el congelamiento por cuatro meses de las cuotas de créditos. No obstante, esta solución momentánea no iba a resolver el problema de fondo. Ya a fin de año, se anunció la prolongación hasta enero del congelamiento, lo cual le costó al gobierno 235 millones de pesos.
Finalmente, el gobierno decidió a fines de enero que las cuotas se recuperarán en los siguientes 12 meses lo que no aumentaron en los últimos cinco. El 26 % que deberían haber aumentado entre setiembre y febrero será repartido en 12 meses. La medida rompe con la idea de desaparecer el sistema UVA. Sin embargo, especialistas sostienen que resulta imposible pensar que la cuota no sobrepasará el 35 % de los ingresos de los deudores.
Además, coinciden en la necesidad de mantener el sistema, puesto que Argentina tiene un déficit habitacional muy alto. Por otro lado, países de la región que cuentan con sistemas similares mejoraron su situación habitacional. Entre estos tenemos a Bolivia, Chile, Colombia y México. El crédito hipotecario en México tiene una tasa de entre 9 % y 14 %, además de que hay modalidades de cofinanciado, a través del cual instituciones estatales ayudan al usuario al pago de tasas.
Los especialistas sostienen que se requiere de que el sistema abarque y resulte rentable a bancos, al sector privado, a las cooperativas, al Estado y al usuario final. Además, indican que resultaría más difícil eliminar el sistema ya existente y apostar por otro.