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Es el segundo europeo que sobrepasa los 25 millones de viajeros al año con un mayor crecimiento después del de Dublin.
Artículo de opinión del educador y diputado de MÉS per Mallorca, David Abril
Entre 2005 y 2015, el Aeropuerto de Barcelona duplicó la cantidad de destinos trans-oceánicos a los que se puede acceder con vuelo directo desde El Prat. Además, el aeropuerto supera los récords mensuales y anuales de transporte de pasajeros y se está situando como uno de los que más crece de su categoría en Europa.
Estos datos se desprenden del último informe del Consejo Internacional de Aeropuertos de Europa, que situó a Barcelona como el segundo aeropuerto europeo que sobrepasa los 25 millones de viajeros al año con un mayor crecimiento (12%) después del de Dublin (Irlanda), que mejora sus cifras un 13,4%. Además, El Prat es también el primer aeropuerto en número de destinos europeos conectados.
El incremento de oferta de vuelos intercontinentales tuvo su efecto en la demanda: entre el 2005 y el 2015 se pasó de 345.000 pasajeros anuales de estos vuelos directos, a 2.056.968, seis veces más, según datos del Comité de Desarrollo de Rutas Aéreas de Barcelona (CDRA).
Durante este periodo, también se incrementó la cifra de pasajeros de larga distancia de origen y destino a Barcelona que realizaron la conexión porque no hay vuelo directo: de 1,88 millones pasaron a 3,55 millones.
Aeropuertos, herramienta de soberanía
Estos días el gobierno central ha vuelto a generar alarma en nuestras Islas a causa de la amenaza que cada cierto tiempo nos suelen soltar de limitar el descuento de residentes para viajes aéreos. La ministra ha rectificado, pero la más simple insinuación al respecto justamente pone en evidencia el carácter estratégico y el daño que se nos puede hacer desde Madrid tocando este tema, porque la cohesión misma entre las Islas Baleares depende de nuestros puertos y sobre todo, de nuestros aeropuertos. Para que nos entendamos: controlar los aeropuertos es tener la sartén por el mango.
De entrada, «nuestros» aeropuertos no son tan nuestros: son una máquina de generar dinero para el Estado español y si se quiere, una herramienta más extractiva de riqueza en nuestra tierra. «Nuestros» aeropuertos son de AENA, una compañía pública semi-privatizada por el gobierno de Rajoy para favorecer a los amigos (al PSOE también se le había pasado por la cabeza), que movía y mueve un dineral, y que hoy en día controlan, entre otros, un fondo de inversión en las Islas Caimán que tiene más de un 4% de las acciones.
Dentro todo esto que mueve AENA, la «joya de la corona» son nuestros aeropuertos (y también los de Canarias). Sólo los de Baleares generan el 25% de los beneficios de toda AENA, que obviamente también tiene aeropuertos deficitarios, e incluso aeropuertos sin aviones. Sólo el aeropuerto de Palma, solito, genera más de 150 millones de euros de beneficio neto cada año, suficiente como para aplicar una tarifa plana para los vuelos entre islas y con la península de 30 euros durante 10 años.
No obstante, desde los poderes públicos del Gobierno balear no controlamos ni un 1% de nuestros aeropuertos. No podemos decidir sobre la principal puerta de entrada y salida de nuestro pequeño país. No podemos decidir ni cobrar la ecotasa a los turistas que pasen, que sería una buena manera de garantizar su cobro eficaz y equitativo; ni modular las tasas aéreas para desestacionalizar o conseguir conexiones con destinos que nos interesen, tanto por movilidad de los residentes como para favorecer otros tipos de turismo.
Sobre todo ahora, que o paramos la deriva hacia el colapso y cambiamos el modelo económico y turístico de una vez por todas, o vete a saber qué quedará de nosotros en unos pocos años. La verdad que nos jugamos la cohesión entre islas, mientras que movernos dentro de una misma comunidad sea más caro que ir a Londres o en Dusseldorf.
Porque si hay una herramienta decisoria, una herramienta de soberanía, estratégica para nuestras Islas y sus pueblos, esta son nuestros aeropuertos. Este debería ser un tema clave de cara a las elecciones del 26J, y uno de los elementos de negociación y presión del actual gobierno autonómico con quien corresponda en Madrid, cuando haya interlocutor. Pero también debería ser un elemento de movilización social y ciudadana en defensa de nuestra dignidad colectiva, casi al mismo nivel que una financiación justa. Y es que en términos de justicia, en cuanto a los aeropuertos, lo justo sería que los gestionáramos desde aquí. Me atrevería a decir que cuando esto empiece a ser así, será cuando nuestra soberanía empiece a despegar.
Barcelona. (INCAT-Agencias).-