Buenos Aires, 18 de octubre de 2021 – “Cambiar las ‘miradas’ sobre la obesidad permite lograr un abordaje más integral de este verdadero problema de salud pública, pero es necesario un cambio conjunto por parte de las personas con obesidad, sus familiares y amigos, y también de aquellos que juzgan y estigmatizan al otro, y que a veces inclusive son quienes tienen a su cargo la atención y la posibilidad de incidir sobre políticas públicas”, afirmaron desde la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).
La pandemia puso en evidencia el riesgo que tener obesidad representa para la salud, porque hoy sabemos que es uno de los principales factores de riesgo de desarrollar cuadros graves de COVID-19. A pesar de esto, nuestro país fue uno de los que más subió de peso en este último año y medio.
“Es definitivamente un problema de salud pública en alza, tanto en nuestro país como en el mundo. Por eso, tenemos el compromiso de contribuir a adoptar una mirada amplia para abordarla exitosamente”, sostuvo la Dra. Miriam Tonietti, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.
En este contexto, la SAN lanzó, en colaboración con el laboratorio Novo Nordisk, la campaña en redes sociales y medios digitales #LaSaludeselModelo, que propone cambiar las miradas frente a la obesidad para concientizar sobre la dimensión del impacto que esta enfermedad tiene y el rol que pueden cumplir los médicos especialistas y todos los integrantes del equipo interdisciplinario, como aliados en los programas para el manejo y control del peso. La propuesta de cambiar miradas se refiere a algunas de las siguientes:
La propia mirada de la persona con obesidad: Es un error considerar a la obesidad como un tema meramente estético, que afecta la autoestima y que nada puede hacerse al respecto más que aceptarse. Quererse a sí mismo representa también hacerse responsable de la propia salud, cuidándola y reconociendo que la obesidad es una enfermedad crónica asociada a más de 60 condiciones que ponen en riesgo la salud actual y futura. La obesidad incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos en las articulaciones, en la fertilidad y aumenta las chances de desarrollar varios tipos de cáncer, entre otras consecuencias posibles.
En ocasiones hay una mirada que subestima el problema: una investigación arrojó que 6 de cada 10 personas con obesidad se consideran solo con ‘algo de sobrepeso’, aun cuando no es un aspecto subjetivo, sino que esta enfermedad se define por el cálculo del índice de masa corporal, a partir del peso y la altura de cada uno.
Errores en la propia percepción pueden generar una apreciación equivocada de las consecuencias y atentar contra el adecuado manejo, al postergar o no concretar la consulta médica, primer paso para iniciar un abordaje integral.
La mirada de corto plazo: esa que pone metas inalcanzables, como bajar 20 kilos para llegar al verano, que solo hace que se caiga en dietas mágicas, peligrosas y productos con promesas irrealizables que defraudarán y, muy probablemente, generen efecto rebote e, inclusive, pongan en riesgo la salud.
Como enfermedad crónica que es, la obesidad requiere de un abordaje en el largo plazo. Es necesario entender que, para lograr un control de esta enfermedad, la persona debe transitar un camino largo que incluya realizar cambios en el estilo de vida habitual, con resultados que irán ocurriendo lentamente, pero que, si se dan esos pasos firmes, es más factible que puedan sostener los beneficios en el tiempo.
La mirada de la persona sin obesidad: para el que no tiene obesidad o sobrepeso es difícil entender la relación entre la persona con obesidad y la comida, las emociones, la autoestima y el metabolismo, entre otros aspectos. Cuesta dimensionar la dificultad de lograr un peso corporal saludable y sostenerlo a largo plazo, y no considerar que es un tema de voluntad, que se resuelve únicamente con ‘cerrar la boca’ y ‘moverse más’.
En la obesidad intervienen factores genéticos y ambientales. Los dos más conocidos son la ingesta excesiva de energía y un estilo de vida sedentario. Sin embargo, existen otros -solo por citar algunos- como la falta de sueño, los cambios hormonales, la microbiota intestinal y la cesación tabáquica, además de factores psicosociales como la ansiedad, el estrés y la depresión.
La mirada de quien estigmatiza: con la mirada, al señalar, al estigmatizar, discriminar y usar determinadas palabras hostiles puede hacerse mucho daño a las personas con obesidad. “Es claro el ejemplo de lo que sucede en la escuela y las burlas al niño o adolescente con sobrepeso; éste es un patrón que, de algún modo, puede sostenerse por el resto de la vida, impactando en el desarrollo laboral, en las relaciones personales y en la vida social de todos los días.
La persona con obesidad (al igual que la que no tiene esta enfermedad) necesita comprensión, empatía y aceptación, que se la valore por lo que es y, si es necesario, se la ayude con las medidas adecuadas para hacer frente a su condición”, explicaron desde SAN.
La mirada del profesional de la salud: un estudio mostró que inclusive los profesionales de la salud que tratan la obesidad a veces subestiman el problema y consideran que sus pacientes no tienen la motivación necesaria o verdadera intención de bajar de peso.
“Sin darnos cuenta, caemos también en una trampa cuando en realidad somos conscientes de que es una enfermedad muy difícil de abordar y, posiblemente, involuntariamente estemos contribuyendo a que los resultados no sean los esperados”, agregó la Dra. Tonietti.
La mirada de los decisores de políticas públicas: El manejo de la obesidad requiere medidas concretas e integrales que regulen la producción, distribución y publicidad de alimentos, que promuevan la vida activa, acerquen la actividad física a la gente y reconozcan la cobertura del tratamiento de la obesidad como lo hacen con cualquier otra enfermedad crónica no transmisible, y ayuden a educar desde las primeras etapas de la vida para que aprendamos a comprar mejores alimentos, a cocinar más sano y a procurar llevar estilos de vida más saludables.
En Argentina, la prevalencia de exceso de peso (sobrepeso + obesidad), según la 4a edición de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (presentada en 2019), fue de 61,6%, comparativamente superior a la 3a edición (57,9% en 2015), con una tendencia que se mantuvo en ascenso alarmante en relación con los relevamientos anteriores.
En menores de 18, las cifras no son mucho más adelantadoras: 41.1% es la cifra de exceso de peso para los niños entre 5 y 18 años y 10% en los menores de 5.3 Además, en los últimos 20 años, la prevalencia global de obesidad en niños y adolescentes se duplicó pasando de 1 en 10 a 1 en 5; más de 124 millones tienen obesidad en el mundo.
#LaSaludeselModelo propone que sea el impacto en la salud el eje central de la discusión alrededor de la obesidad, y no la estética, por eso el juego de palabras con el mundo del modelaje, que asocia delgadez con belleza y corre el eje hacia un aspecto menos relevante del peso corporal deseable.
“Todos debemos comprender que la obesidad es una enfermedad y, por tanto, actuar en consecuencia. Con esta mirada, el problema de la obesidad alcanzará la dimensión que merece y contribuiremos a que más personas logren obtener y mantener un peso corporal saludable y una mejor calidad de vida”, concluyó la Dra. Miriam Tonietti.