Fabiana Latorre, investigadora adjunta del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC, CONICET-UNMDP) evalúa la calidad biológica del aire urbano. Específicamente se enfoca en el estudio del polen y las esporas que causan enfermedades alérgicas respiratorias como el asma y la rinitis que afectan al 25 por ciento de la población y produce bajas laborales, así como síntomas invalidantes hasta severos.
En su investigación, Latorre analiza los granos de polen de las plantas y las esporas de los hongos que están en el aire y que se respiran. El resultado de este análisis luego es compartido con médicos de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) y tiene como objetivo conocer cuáles son los tipos polínicos presentes en la atmósfera y cuál es la abundancia de cada uno de ellos en cada día del año. Esto facilita que los alergistas mejoren el tratamiento de los pacientes afectados y contribuye a realizar prevención.
La rinitis y el asma estacional se asocian con distintas sustancias proteicas que contienen los granos de polen y esporas fúngicas que ingresan al torrente sanguíneo cuando estas partículas biológicas entran en contacto con las mucosas nasales, oculares y/o bucales, al respirar.
La investigadora explica que las alergias son específicas y es preciso determinar el polen de qué especie de planta lo produce. Como cada especie de plantas tiene un grano de polen diferente, al analizarlos en el microscopio, se determina a qué especie corresponde cada uno y se los cuenta para establecer la cantidad presente en cada metro cúbico de aire que respiramos.
El equipo con el que realizan el muestreo semeja la inspiración humana, con 10 litros de aire aspirado por minuto, en forma continua e ininterrumpida. La información que obtienen del muestreo y el análisis microscópico se comparte a través de la web https://www.alergia.org.ar/ profesionales/conteo de polenes, para que sea accesible para especialistas que tratan esta patología.
Latorre comparte esta línea de investigación con la Licenciada María Laura Abud Sierra, que analiza el cambio o variación en el tiempo de la composición y abundancia de alérgenos determinados por los cambios ambientales ya sean climáticos y antrópicos. Las biólogas publicaron los resultados de este trabajo en el Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica que permitió el establecimiento de esta línea de investigación aplicada en forma permanente, dando paso al reconocimiento como referente nacional en la especialidad.
“Comprendemos que el trabajo conjunto de ambas partes: médicos (alergistas) y biólogos (aerobiólogos), tal como ocurre en el resto del mundo, es la forma de trabajo que permite el avance científico el cual posibilita mejorar la calidad de vida, que es en última instancia el objetivo del trabajo”, explica Fabiana.
Para poder acceder a los datos que nos ayudan a disminuir el impacto de alergias hay muchísimo trabajo detrás. Primero es el trabajo de campo, que consiste en el recambio semanal de las muestras y también en el estudio de la vegetación urbana y de la floración. Además de tomar muestras del polen de las plantas de la ciudad como referencias, también realizan un seguimiento de los períodos e intensidad de floración de las especies más importantes de la ciudad y alrededores. La investigadora manifesta que: ”con frío o calor, lluvia o soleado, es siempre agradable estar en contacto con las plantas y al aire libre”.
Luego del muestreo las biólogas pasan muchas horas sentadas con el microscopio para analizar las muestras, con distintos granos de polen -todos tienen distinto aspecto, características que hay que establecer y comparar buscando en atlas y en la palinoteca de referencia, sacar fotos, y hacer recuentos a medida que avanza el análisis. Pero además como es una muestra de aire, aparecen diferentes partículas, biológicas o inorgánicas, como las cenizas volcánicas en épocas de erupción, ácaros, fitolitos y partículas de carbón, patas de insectos, etc. El trabajo no termina ahí, luego viene el análisis de los datos, que para las especialistas resulta también muy entretenido.
“Despúes de plantear la problemática dentro del marco de referencia teórico, tratar de resolverlo con el análisis -usando distintas herramientas estadísticas- de los datos que se obtuvo, resulta muchas veces emocionante. Ese análisis debe ser lo suficientemente preciso como para que las respuestas puedan ser interpretadas a la luz de la información ya existente, aportando al cuerpo del conocimiento un avance significativo”, explica Latorre con un entusiasmo contagioso.
Fabiana trabaja en Aerobiología desde el comienzo de su carrera, con la realización de su tesis de grado en el Laboratorio de Palinología del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNMDP, bajo la dirección de la Dra. María Martha Bianchi. Luego encontró continuidad en su tesis doctoral, siendo la segunda en Argentina en abordar la Aerobiología ya en la Universidad de Buenos Aires y bajo la dirección del Dr. Edgardo J. Romero y que profundizó durante su beca postdoctoral en la Universitat Autònoma de Barcelona bajo la dirección de la Dra. Jordina Belmonte. Toda esa experiencia la llevó a ser una especialista en el estudio del polen alergénico de Mar del Plata y hoy se encuentra trabajando en conjunto con alergistas a través de un Servicio Tecnológico de Alto Nivel (STAN) que brinda desde el CONICET desde el 2013.
“Se siente bien, más allá de los logros académicos, aportar a quien te rodea o a quien tiene la necesidad por salud, de brindar un poco de información que realmente pueda mejorar su calidad de vida”, concluye la bióloga.
Por Daniela Garanzini-Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata