Invertir en los mercados financieros puede ser una buena forma de conseguir unos ingresos extra o, en el largo plazo y trabajando de la manera correcta, construir un patrimonio suficiente. Sin embargo, uno de sus grandes requisitos es mantener un enfoque disciplinado y una comprensión clara de las mejores prácticas para lograrlo. Cada inversor tiene sus metas propias y una tolerancia al riesgo personal, pero hay unos principios fundamentales que pueden ayudar a minimizar los problemas y aprovechar al máximo los resultados positivos. Para facilitar este proceso, el uso de herramientas como una trading terminal puede ser muy útil, ya que permite gestionar de manera más eficiente las operaciones y el seguimiento de la cartera.
Hay que conocer y definir los objetivos de inversión
Antes de empezar a invertir en cualquier mercado, es importante que cada inversor tenga una idea clara de por qué lo está haciendo. Los objetivos de inversión pueden cambiar mucho de una persona a otra y es fundamental definirlos de manera evidente antes de comenzar. Esto permite diseñar una estrategia que vaya en línea con las metas personales de cada uno y seleccionar los instrumentos financieros más adecuados para ello.
Así, la primera pregunta que un inversor debe hacerse es cuál es el objetivo de su inversión. Algunos buscan un crecimiento de capital a largo plazo, como la jubilación, mientras que otros pueden estar más interesados en conseguir unos ingresos adicionales mediante dividendos o intereses en menor tiempo. Hay otros que solo quieren buscar un refugio de capital para mantener su poder adquisitivo frente a la inflación. En cualquier caso, una persona dispuesta a invertir tiene que tener claro qué es lo que quiere conseguir antes de elegir qué activos van a considerar.
Una vez los objetivos han quedado claros, es el momento de definir el horizonte temporal de la inversión. Las metas a corto plazo y las metas a largo plazo requieren de estrategias totalmente distintas. En un horizonte temporal más largo, podemos tolerar mejor la volatilidad de los mercados, mientras que en el corto plazo necesitamos de opciones de inversión menos volátiles.
El inversor también tendrá que evaluar cuál es su tolerancia al riesgo. Esto implica conocer cuánto está dispuesto a perder un inversor antes de que la situación se vuelva incómoda para él. Hay muchas herramientas y cuestionarios diseñados para ayudar a los inversores a entender su perfil de riesgo. Los más conservadores preferirán una cartera con un menor nivel de riesgo y con mercados más conocidos y establecidos. Por su parte, los más agresivos están dispuestos a asumir más riesgos a cambio de potenciales rendimientos más altos. Conocer cuál es el perfil de riesgo, por lo tanto, es muy importante para poder crear una cartera de activos variada, pero al mismo tiempo, adecuada para cada inversor individual. Utilizar una calculadora de lotaje, en el caso del mercado de divisas, puede ser esencial para determinar el tamaño adecuado de cada operación, alineando el riesgo con la estrategia establecida.
Diversificar y gestionar los riesgos de la cartera
Otra práctica que los inversores deben seguir es diversificar su cartera de productos. La diversificación ayuda a reducir el riesgo de una cartera de inversión en gran medida. Aquí, se trata de distribuir las inversiones entre diferentes clases de activos, sectores y geografías para minimizar el impacto de la volatilidad en un solo activo o mercado. Este enfoque puede mejorar la relación riesgo-rendimiento de una cartera y ayudar a que sea más estable a lo largo del tiempo.
Una forma sencilla de diversificar es combinar acciones, bonos y activos alternativos. Las acciones ofrecen potencial de crecimiento, pero también son una apuesta arriesgada de pérdida a corto plazo. Los bonos, por su parte, son activos mucho más estables y proporcionan ingresos regulares a través de los intereses, pero su rendimiento a largo plazo suele ser muy inferior al que vemos en las acciones. Los activos alternativos son los bienes raíces, las materias primas o los fondos de inversión alternativos. Estos pueden ofrecer una fuente de diversificación adicional y proteger la cartera de un inversor antes la inflación y las fluctuaciones de los mercados tradicionales.
Pero la diversificación no solo se aplica entre diferentes activos. Dentro de cada clase de activos también podemos tener diversificación. Al invertir en acciones, es recomendable diversificar entre diferentes sectores económicos, como tecnología, salud, bienes de consumo y energía, De esta manera podemos mitigar el riesgo de que un sector específico entre en una fuerte crisis que afecte a nuestra cartera. Vemos algo similar en los bonos, donde invertir en bonos con diferentes plazos de vencimiento y emisores podemos encontrar otra forma de minimizar problemas.
Los límites de pérdida, también conocidos como stop-loss, también pueden ayudar a proteger el capital en caso de movimientos de mercado adversos. Esta técnica es muy útil en mercados muy volátiles, ya que les permite reducir las pérdidas y mantener la disciplina. Además, es esencial realizar un monitoreo periódico de la cartera para asegurarse de que la asignación de activos siga alineada con los objetivos iniciales y hacer los ajustes necesarios en caso de que haya cambios importantes en el mercado o en las circunstancias personales.
Otra buena idea a tener en cuenta dentro de la diversificación es considerar el rebalanceo de la cartera. Conforme los precios de los activos van cambiando, la distribución inicial de la inversión puede cambiar, lo que puede aumentar la exposición a ciertos riesgos no deseados. Rebalancear implica ajustar la proporción de los activos de la cartera para volver a su asignación inicial. Este proceso puede hacerse de manera semestral o anual, o incluso con plazos mucho más cortos, y ayuda a mantener el perfil de riesgo adecuado y a asegurar que la cartera se mantenga en línea con los objetivos del inversor.